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martes, 14 de octubre de 2014

.El llanto de Dios...en un mundo de guerra.

Se cuenta que una vez, cuando se llevaba a cabo una de tantas guerras sanguinarias, y las bombas llovían a mares en todas las ciudades; el llanto de Dios fue tan grande... que inundó los cielos, y se desbordó por toda la faz de la tierra.

Los explosivos derribaban todo a su paso, matando miles de hombres, mujeres y niños. 


No existía lugar alguno donde resguardarse, pues edificios y montañas fueron derribados... era el horror más grande, nunca antes vivido por ser alguno. Ante tal destrucción y desolación... Dios se encontraba devastado ante la pérdida de su amada creación.

Algunos decían que sus lágrimas, eran enviadas como bálsamo para refrescar el infierno que en la tierra se vivía... y otros exclamaban que era el castigo por la falta de amor que se existía en la humanidad.

Su llanto, la tierra entera oscureció y todo lo que en ella sobrevivió se tornó en color gris; el verdor de árboles, flores y plantas se desvaneció. Todos cayeron en una depresión tremenda, pues la belleza del mundo se nubló; al cubrirse todo de matices grisáceos.

Las personas lejos de reflexionar y modificar su forma de proceder... fueron aún más infelices y crueles; pues constantemente los vecinos se golpeaban, los padres eran violentos entre ellos mismos, los hermanos se masacraban, los pueblos se odiaban... Nadie concebía amor en su corazón por los demás.

Las mujeres que estaban embarazadas y que no podían dar marcha atrás en el nacimiento de sus hijos, los daban a luz... más no eran bienvenidos con ilusión y alegría.

Después ninguna otra volvió a quedar encinta; pues el sexo no tenía sentido... nadie vivía en armonía o era feliz.

El ambiente en las calles era digno de una película de terror, pues la sangre parecía emanar en las calles sin que nada pudiesen hacer al respecto... dando lugar así, al término de las guerras.

Sin embargo, la degradación del ser humano seguía imperando; pues para ese entonces, a pesar de no contar con lo básico para subsistir...ni tan siquiera alimentos, parecía que todo les daba lo mismo; pues no hacían esfuerzo alguno para unirse y enmendar sus errores.

Transcurrieron los años, todos se encontraban endurecidos de corazón, al punto que cuando perdían un ser querido... nadie se lamentaba o lloraba.
Algunos dejaban abandonados a sus hijos en los hospitales y parques... sin que a nadie le importara; muriendo los infelices en condiciones espantosas, ya fuese por enfermedad, de hambre o de frío.

Las enfermedades y afecciones estaban a la orden del día, por lo que eran muchos quienes perdían la vida... y el desdén y poco aprecio por la vida, llego el límite...

Por todo rincón de la tierra, se encontraban cadáveres por doquier..., ya que nadie los enterraba; y a sus gobernantes, por igual, nada hacían por buscar una solución; que les permitiera salir de su inmundicia y degradación.
Todos habitantes del planeta, parecía que morirían... estaban al borde de la extinción. Y a nadie le importaba.

Un bendito día, comenzó a caer una suave y deliciosa llovizna... y cuando escampó, todos se maravillaron, al ver un hermoso arco iris, el cual se podía observar en toda la tierra, de entre todo el paisaje gris que imperaba... Este se lucía radiante con sus vibrantes colores.

Excepcionalmente, las personas que contemplaban el fenómeno de la naturaleza, comenzaron a reflejar en sus rostros endurecidos, sonrisas que les iluminaban... más con el transcurso de unos cinco minutos, el espectro desapareció, volviendo a dejar a todos envueltos en una densa bruma color gris.

Una tarde fría y en la cima de una montaña, se encontraba desnudo y moribundo, un niño abandonado... llamado Antonio.
Su estado era en extremo delicado, pues estaba desnutrido y casi ciego, a causa de una grave infección; quien había llegado a ese lugar para dejarse morir.
El pequeño apenas respiraba, cuando una tenue llovizna comenzó a caer... y el arco iris volvió a aparecer.

No obstante, con el paso de los minutos, una torrencial lluvia se presentó. El estado físico de Antonio era tan precario... que al caer las gotas de agua sobre su piel... estas lo lastimaban, provocando pequeñas heridas, tal cual si de cuchillas se tratara.

Muchas personas que se encontraban en la intemperie, comenzaron a morir... pues el agua del diluvio, estaba bajo cero grados... y cuando la lluvia cesó, una vez más el arco iris apareció.

Antonio sonrió y en su último aliento, cogió una china, la puso en su paleta y la lanzó con toda la fuerza que le restaba... tornándolo de color naranja, el cual al explosionar provocó un gran estruendo... el cual resquebrajó el arco iris; dando lugar así, a una lluvia de colores, que toda la tierra abarcó.

Las personas, como por arte de magia, comenzaron a saludarse, abrazarse y a besarse de la emoción.

En todo el mundo, se podían observar chis pitas de colores, haciendo que todos sus habitantes alucinaran, tal cual si se encontraran en un mundo de fantasía... pues todo el globo terráqueo se iluminó.
Acto seguido, una fuerte adrenalina les invadió, y se dispusieron a recoger cadáveres en putrefacción, para brindarles santa sepultura.

Mientras tanto, las mujeres y los niños ayudaban limpiando todo a su alrededor... pues el mundo sin color y sin vida había llegado a su fin. El mundo había recuperado su belleza y el color... y bajo los rayos del sol radiante, entibiaban sus cuerpos lacerados.

No obstante, el pobre Antonio no fue parte de la celebración, pues desnudo quedó, tendido sobre la cima del monte; más su cuerpo en estatua, de brillantes gamas de colores, se convirtió. Su rostro quedó observando al cielo, con una sonrisa dibujada en su rostro... y el tirachinas, en su mano derecha.
Cuando lo encontraron, lo llevaron hacia la ciudad; y lo colocaron en el centro de la ciudad, en la plaza mayor... pues para ese momento, se le consideraba el salvador del mundo.

Después algo extraño sucedió, pues la estatua de Antonio apareció en todos los pueblos y ciudades del mundo... la cual sirvió como recordatorio, del amor y respeto que debían de profesarse unos a otros... y por supuesto, jamás una guerra se volvió a concebir.


Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*


domingo, 21 de septiembre de 2014

.Los enamorados de los tiempos.(cuentos)

Hace muchísimo tiempo, antes de la existencia de la humanidad... incluso antes de la creación del día y la noche; vivían en el Paraíso Terrenal un hombre y una mujer.

Los dos se enamoraron y siempre estaban juntos y felices, disfrutando de su eterna dicha. Pero no estaban solos, pues entre las sombras de los árboles, un ser maléfico les observaba con envidia, pues enamorado de la chica vivía... viviendo así en una continua tortura.

Este ser corrompido, por el mal que le produjo la soledad, con odio maldijo a la feliz pareja, exclamando:
-¡Solos como yo, deberíais sentiros!

Tan lejanos de tocaros el uno al otro, como yo estoy de ti, amada mía, y en una continua búsqueda del amor, como yo día a día, yo lo hago.

Así debéis sentiros, hombre y mujer... y como sol y luna, ¡Hoy os maldigo!

Con tanta rabia dijo aquello; que el cielo oscureció y la feliz pareja de repente desapareció.
Una gran esfera apareció en el firmamento oscuro, iluminando el paraíso, en busca de su amado; triste como nunca... sus lágrimas se convirtieron en estrellas; lágrimas que, desde entonces, le acompañan en su desdicha y en su soledad.

Tan bella, tan deslumbrante, tan resplandeciente como siempre, el ser malévolo pensó que con éxito los separó... y reinó una paz que hasta entonces no sintió.

Poco a poco ella se ocultaba tras la montaña, y por igual aparecía con fuerza él... bajo la forma de una esfera aún más imponente que ella; pues era más luminoso, poderoso, lleno de fuerza y pasión, que no solo iluminaba aquel paraíso mientras la buscaba, sino que a todos calentaba con su presencia.

Aquel ser con aversión los observaba, y con una sonrisa jubiloso veía, como nunca jamás los eternos enamorados se encontrarían.

Pero alguien no dejaría impune ante aquel hecho atroz, y aunque no podía acabar con la maldición; un rayo de luz expandió, y otorgó a la luna un don... el cual consistía en que cuatro formas diferentes tomaría, a lo largo de un período de tiempo.

Así, cuando Llena estuviese, solo de noche se podría ver y solo el maléfico ser, de ella podrá disfrutar... Pero cuando en estado de Luna Nueva aparezca, nadie la vería para así hacer sufrir a quien la condenó.

Cuando en Cuarto Creciente de nuevo aparezca, sería para el placer de los enamorados..., ya que al atardecer los amados se encontrarán, y ante los ojos del maléfico se amaran.

Y por último, cuando de nuevo la joven aparezca en la etapa de Cuarto Menguante, se encontrarán al amanecer y por las mañanas se amarán... esto sucederá hasta el fin de los tiempos.

Enrique Nieto Rubio

<Autor>

Verónica Nieto Cardador
*Derechos Reservados*


martes, 16 de septiembre de 2014

.Carmina una madre perdida de Enricostro. (cuentos)

Carmina es una chica tímida y sin estudios,
 de dieciocho años; que vivía en un pueblecito cercano en la costa del sol.
Esta entrañable chica se enamoró, y se marchó de casa; para vivir con su amado novio, a una modesta pero linda cabaña.

El chico era un pescador del lugar. Todos los sueños de Carmina se concretaron, pues aunque pasaban algunas carencias, su pareja era muy dulce, considerado y protector con ella. Los dos se amaban y se cuidaban de forma singular.

Un día cuando su amado se marchó a la mar, allá en Marruecos; en donde el barco se vió inmerso en un maldito vendaval, provocando que el barco se estrellara contra los acantilados...perdiendo la vida todos los tripulantes. 

Desde Marruecos, Carmina, recibió una nota de pésame y los restos de su amado pescador.

Carmina perdió la cabeza; pues el mundo bajo sus pies se había derrumbado...y todo en su vida se complicaría más, pues estaba embarazada...más ella no lo sabía en ese momento.

Pasó un tiempo y ella no paraba de llorar, pues su vida era solitaria y de lo más miserable.

Un día salió de casa, con un vestido algo roído y desmejorado...(pues era el único que tenía) para dirigirse a casa de un vecino, a pedirles consejo sobre Dios.
El hombre al verla le cerró la puerta, ella muy desanimada y triste, se volvió a su casa. Se echó en su triste cama, llorando sin parar.

Estaba a punto de quedarse dormida, cuando escuchó que alguien llamó a la puerta; más cuando la chica bajó y abrió el portón, solo encontró una gran cesta con comida y sin ninguna nota.

Ella miró la cesta y secándose las lágrimas con la mano, la tomó y se sentó en su saloncito; tomó una manzana y comenzó a morderla...así no paró con todo lo que en ella había, hasta que la cesta quedó vacía, pues tenía bastante hambre.

Cuando terminó, sacó la cesta y la dejó frente a la puerta, pues ya no le era útil. Con el estómago lleno, su pena se calmó un poco.

Al día siguiente sonó la puerta otra vez, pero cuando abrió de nuevo solo encontró una gran cesta llena de frutas y embutidos. Esta vez la metió con más ganas y se puso a comer.

Así pasaron los días, cada día una cesta llena de alimentos, en su puerta aparecía, como por arte de magia.

Carmina era un tanto despistada, no tenía experiencia en la vida. Su cabaña no estaba, muy lejos de la casa de su madre; quien había muerto meses atrás, y ella no se había enterado siquiera. Su barriga siguió creciendo y creciendo. 

Un día mientras se dirigía a recoger su cesta de víveres, al momento de agacharse se le presentaron unos dolores muy fuertes, y cayó desmayada sobre la cesta de comida.

El trabajo de parto había comenzado. Alguien la cogió en brazos la tranquilizó y la llevó al hospital.

Dio a luz a un hermoso bebé. Cuando despertó se encontró con su pequeño angelito, lo tomó en sus brazos, y extasiada lo acariciaba con mucha ternura .

A los pocos días, les dieron el alta. Cuando llegó a su casa, se encontró con todo en perfecto estado. Su cabañita lucía limpia y reluciente, pues hasta cortinas le pusieron; eran preciosas, en tono amarillo con flores rosas y moradas.

Ella sonrió agradeciendo a Dios por los favores recibidos, así como por ese pequeño ser que tenía en sus brazos, y a quien ya amaba de forma sin igual.

Al ingresar a su habitación, con sorpresa descubrió; que también le habían dejado una preciosa cuna, hecha a mano por alguien.

El bebé fue creciendo sin mayores complicaciones, aunque era un poquito raro, pues no lloraba. El niño solo dormía, comía...volvía a dormir y a comer....así todo el tiempo.

Ella preocupada, un día tomó al niño, para llevarlo al hospital a que lo reconocieran.

Sin embargo, en esta oportunidad iría bien vestida, pues días antes en la cesta...encontró unos preciosos vestidos de su talla. Ella era una chica delgadita y a pesar de todo era preciosa.

Cuando salía por la puerta con su niño, pasó un coche viejísimo por la puerta; y el conductor, que era un anciano...paró al verla y le dijo:
¡Hola vecina! ¿La puedo llevar a algún sitio?

¡Ay! Muchas gracias, pues voy a el hospital, a que reconozcan a mi hijo. La verdad es que está muy lejos, y creo que apenas llegaría viva, si nos vamos caminando.

¡No se preocupe! Yo vivo aquí enfrente de su casa, y le ayudaré siempre que lo necesite. ¡Es precioso el niño!

-¡Si! es muy lindo y lo quiero con toda mi alma, pues su papá se marchó a los cielos y no pudo conocerlo.

¡Lo sé! Contestó el hombre.

Arrancó su viejo coche hasta el hospital. Cuando llegaron, el anciano preguntó a Carmina:

¿Quiere que la acompañe?

Bueno, si no le importa, se lo agradecería; ya que estoy tan asustada que no se que hacer.
- ¡No se preocupe! Dème al chico, que yo lo subo.
¡Gracias, gracias!

El anciano tomó al niño, su rostro se iluminó y se le caía la baba al mirarlo.
- ¡Qué bello es!
Entraron en la consulta y el doctor examinó al bebé. No obstante, las noticias no fueron las esperadas, porque el doctor les informó que el niño debía de quedarse ingresado para efectuar unas pruebas.

- ¿Es grave doctor? Preguntó el hombre.
¿Usted quién es?
- ¡Perdón! Yo soy su vecino.
Y en voz baja agregó: ¡Y el abuelo del niño también!
¡Aja!...dijo el doctor.
- Pero por favor, no le diga nada a la madre; ella no lo sabe.
¡Bueno! No hay problema.
El doctor les dijo que se podían quedar en la habitación, acompañando al niño.

Sobre las ocho del día siguiente, ya las pruebas las tenía el doctor, y los llamó a consulta diciendo:

¡Señora, el niño tiene una enfermedad rara!

 Es la enfermedad del sueño, y siempre estará durmiendo; solo despertará cuando tenga hambre. En estos casos hay un riesgo muy peligroso, y es que si el niño se ahoga; usted no se dará cuenta, a no ser que esté muy pendiente de él.


La mamá se echó a llorar y llorar diciendo:
¡Qué mala suerte la mía, todo me pasa a mí!
El anciano la tomó entre sus brazos y le dijo: No se preocupe, verá como un día todo pasará.

Les dieron el alta, pues no había nada que hacer, solo esperar. El anciano la ayudó a subir al coche y marcharon para la casa.

La ayudó a entrar y su benefactor le preguntó:
Carmina ¿Quieres que me quede un ratito más contigo? Yo vivo solo y es muy triste vivir en soledad.


¡Bueno! Como quiera, pero... ¿Cómo te llamas?
Mi nombre es Juan
Bien Juan, cuéntame ¿Vives hace mucho tiempo enfrente?
¡Si muchacha, cuarenta años!
¿Conocías a mi marido?
¿Paco? Claro que sí, era un chico buenísimo. Pero el consuelo de la chica era nada. El hombre poco o nada podía hacer, para tranquilizarla.

El anciano, desde ese día, con regularidad iba y venía con solo cruzar la calle.

Ella muy perdida, un día le pregunto al abuelo: ¿Podrías quedarte unas horas, cuidando al niño?
¡Sí, como no! No te preocupes que yo lo cuido... pero niña ¿A dónde vas?
- Tengo que averiguar una cosa.


Tomó su pequeño bolso y salió de la casa, marchó a la ciudad y se dirigió al ayuntamiento preguntando por Dios.

Al llegar al lugar, la chica del mostrador le respondió:
¿Dios?
- ¡Sí, sí, Dios!
Señora, Dios no vive aquí, si acaso en la iglesia.

La chica salió algo enojada y se dirigió hacia la parroquia del lugar.

 Carmina entró a la iglesia, observando a toda la gente que, aparentemente, a Dios le hablaban y rezaban con fervor.

El párroco, al ver entrar a la mujer que lucía perdida, y observar que no se había santiguado y que tampoco rezaba, se acercó y le preguntó:
¿Desea algo?
¡Sí! Vengo a hablar con Dios y quiero verlo.
Señora Dios está en todos los corazones, Él no se ve.
- ¿Cómo que no se ve? ¡Quiero hablar con Él! ¿Vive aquí, o no?
¡Sí, pero él no se ve!
- ¿Entonces cómo puedo hablar con Él, si no lo veo?
Hija mía, Dios es todo espíritu y no podemos verlo, pero sí lo sentimos en nuestra alma y en nuestros corazones.
- Pues yo quiero verlo, porque estoy muy enojada.
¡Lo siento hija! No puedo ayudarte más.

Carmina salió desconsolada de la iglesia, pues Dios no le habló siquiera.

Llorando por un camino oscuro, y ya afuera de la ciudad; alzó su cabeza hacia la luna y dijo:

Luna, luna, tú que vives tan alto... ¿Has visto a Dios?
¿Dios? ¿Quién es Dios? La luna preguntó.
¡Uno que lo puede todo! Eso me dijeron.
¡Ahhh! Pues no le conozco, a lo mejor si preguntas a esa estrella, que brilla tanto pueda ayudarte; pues vive mucho más alto que yo.
¡Ahhh bueno! Muchas gracias.

Luego la chica comenzó a llamar la atención de la estrella ¡Ehh! ¡Ehh! ¡Estrellaaaa!

¿Me hablas a mí? Preguntó la estrella.

¡Si a ti!

¡Yo soy el lucero del alba! ¿Qué deseas de mí?
¡Pues busco a Dios!
¿Dios? ¿Quién es Dios? ¿Cómo es? ¿Qué forma tiene?
¡Ay! No lo sé, me haces preguntas muy difíciles.

Es que si no sé cómo es, me temo que no podré ayudarte; pues por aquí pasan muchas celebridades y muchas personas buenas, que abandonaron la tierra.

Pues no sé cómo es Dios, dicen que nadie lo ha visto nunca.
- Bueno amiga, así no podré ayudarte, pero sí conozco a alguien que puede hacerlo.

De pronto el cielo se iluminó y un rostro grandísimo se formó, el ángel lentamente se fue acercando, hasta cálidamente rodearla con sus brazos.

Era su amado esposo y este le dijo:
¡Hola mi amor! ¿Qué es lo que te aflige?
¡Ay mi amado esposo! Lo que pasa es que estoy muy triste. ¿Sabes que tienes un hijo?
¡Sí, lo sé mi amor, claro que lo sé!


Quería hablar con Dios, porque nuestro hijo tiene una enfermedad muy mala; y estoy enojada con él, por no ayudarme. Y como si fuera poco, te llevó de mi lado.
Esposa mía, no debes preocuparte más, Dios me necesitaba aquí para que le ayude a pescar.

¿Pescar?

¡Sí! Pues al ser yo pescador, Dios necesitaba de mi ayuda; para pescar almas en pecado y hacerlas buenas.
¡Ajá! Y yo mientras tanto ¿Qué hago con mi vida?
Cielo mío, Dios me ha dicho que no te preocupes; que todo se andará muy bien.

Y yo te digo, en casa no estás sola; con ese anciano que tiene tu hijo.
¿Qué ha pasado? ¿Le ha hecho algo al niño?
¡Noooo es su abuelo!

Ese anciano es mi padre; el mismo que te ha ayudado todos estos años, para que no te faltara la comida ni a ti, ni a nuestro hijo.

Ahora debes marchar para casa, pues Dios me ha prometido, que un día nuestro hijo estará bien.

En ese instante el cielo se oscureció; solo quedó un rayo que guiaba sus pasos hasta su hogar.

Entró en su casa y exclamó:
¡Abuelo! ¡Abuelo! ¡Abuelo! Abrazándolo de lo más de contenta.
¿Cómo está el niño?


El abuelo sorprendido, por el cariño con que la chica lo había saludado... le dijo:
¡Está bien! A tiempo que una lágrima de felicidad, resbalaba por su mejilla.

¡Abuelo! ¿Por qué no me dijiste, que eras el papá de Paco? Me has ayudado tanto, que si no fuese por ti, mi vida hubiera acabado.

El anciano preguntó: ¿Cómo sabes que soy el abuelo del niño?

Si se te ve en la cara cuando lo miras, además me lo ha dicho tu hijo; pues él se me ha aparecido en los cielos.
¡Ahhh! Dijo el abuelo.

Luego Carmina, le preguntó si aceptaba a quedarse a vivir con ellos.
¿No, para nada, esto es un cuchitril de mala muerte, os vendréis a mi casa que es grandísima, mi hijo es lo que hubiera deseado y cuidaremos del niño los dos, ¿qué te parece?

La chica gustosa aceptó la invitación del abuelo, y pronto se dirigió a su casa, 

El hombre le dijo que ansiaba que pronto el niño creciera, para que así comenzará a jugar con los juguetes de su padre.

Cuando el niño cumplió seis años, una mañana, estando en compañía de su abuelo, despertó y dijo:
¡Abuelo, tengo hambre!
El abuelo, un tanto sobresaltado, respondió:
¡No te preocupes, te daré una cosa que te va a gustar!
Le sacó un trozo de queso riquísimo, el niño tomó su queso y levantó la mano señalando un juguete que había en el rincón. 

El abuelo se lo dio.

El niño estaba maravillado, los tomó con sus manitas y se echó a dormir.

Cuando Carmina regresó de trabajar, pues limpiaba varias casas del entorno, vio que su hijo se encontraba dormido, pero tenía un juguete entre sus brazos; el abuelo, al lado de la cama, se había quedado dormido.

¡Abuelo, abuelo!
- ¿Qué, dime hija?
¡Ese juguete! ¿Cómo lo tiene el niño, en sus manos cogido?
- ¿Qué? ¡Él me lo ha pedido!
¿Y cómo es eso?
- ¡Sí! Se ha despertado y me ha pedido de comer, le he dado un trozo de queso y me ha pedido ese juguete.
¡Ay qué raro! Bueno, pues nada, abuelo, comeré algo y me iré a la cama... estoy agotada, pues hoy el trabajo ha sido pesado.

¿Tú has comido?

- Sí, mi niña, he picoteado queso con mi nieto. ¡Ajajajaa!

A la mañana siguiente, Carmina se levantó y fue a ver al niño, y no estaba en su cama; se asustó mucho y se fue a los aposentos del abuelo.
¡Abuelo, abuelo! Gritaba
¿Qué pasa?

¡El niño! ¡Que no está, y creí que estaba contigo durmiendo!
¡No puede ser hija! Vamos a buscarlo.
¡Sí vamos!
Salieron los dos del cuarto y allí, en un rincón, estaba el niño jugando con los juguetes; se pusieron la más de contentos.

El abuelo lo tomó en brazos y lloró de la felicidad, pues si bien es cierto había perdido a su hijo, ahora en ese pequeño había encontrado la felicidad.

Nunca supieron lo que había sucedido, pero desde entonces, el niño, solo dormía a ratos como los demás humanos.

¡Jajajajaja! Y colorín, colorado, con cucharas de palo; el desayuno han tomado.

creadora de imagen 
Silvia Regina Cossio Camara. 
Enrique Nieto Rubio

Derechos Reservados





viernes, 22 de agosto de 2014

.La vida de los colores de Enricostro.




La vida de los colores, según mi humilde opinión... o al menos mi historia de fantasía, a continuación relataré.

Antes del principio de los tiempos. El negro, gobernaba el universo. Era el dios de todos los colores, así permaneció tanto tiempo, lo que se llama el número más largo que ser humano pueda descifrar. Solo negro la materia oscura o al infinito en tiempo.
Una fracción de tiempo cualquiera. Una chispa explotó y en esa chispa nació él:
Amarillo, y una reacción en cadena. Este color lo iluminó todo, y se adueñó del universo, así tanto tiempo como el infinito; pero este en sus explosiones creo el color:
Rojo, fuego, y el universo se transformó; formándose las galaxias, planetas y soles, hasta ser millones de ellos; Pero solo era negro, amarillo y rojo, no había nada más.

 Así toda la eternidad, pero un buen día, en el cosmos, se formó nuestro planeta, la tierra... en una galaxia inmensa, en donde dominaban solo estos tres colores.

El negro que representaba la oscuridad, el amarillo que era una gran bola de fuego incandescente que representaba al astro Sol y el rojo le acompañaba.

Esta bola en miles de millones de siglos se fue enfriando; mientras una lluvia de meteoritos invadió la tierra y uno muy inmenso casi la revienta, deformándola en gran parte, y esto provocó que alrededor de la tierra se formará un anillo inmenso, que duró millones de años.

Este anillo se fue reunificando alrededor de la tierra y se formó la luna... en su fricción fue frenando el ritmo de rotación de la tierra, debido a causa del enfriamiento, y fue así cómo se formó el color:Marrón, que representaba a la tierra... y con los cambios de clima se vieron por primera vez las montañas frías, dando lugar a que se formara el color:

PLATA por las escarchas, así como el de la luna que la iluminaba.

 Más adelante empezó a salir agua y del vapor de la tierra y nació él:

Gris y el Blanco, que poco a poco todo el entorno de la tierra, se fue impregnando de este color, acompañándolo el negro; así la tierra se oscureció de nuevo, durante millones de años.
Cuando el sol bajó su intensidad, la tierra comenzó a enfriarse y comenzó a llover, y a llover... así durante otros millones de años.  Cuanto más llovía, más vapor de agua subía; y se fueron formando los océanos, y cuando el sol los iluminó con sus rayos, nació él:

Azul que representaba el cielo, este reflejo entre los mares y el infinito, enamoró a todos los colores, llenando así todo el espacio superior de la tierra. El azul coqueteaba con todos los demás enamorándolos, y fruto de ello, con el paso de los tiempos nació él:

Verde, que representaba toda la vegetación de la tierra... entre ambos y a través de su inmenso amor, iluminaban todo... eran imparables, y así fue como nació él:
Rosa, color que se abrió paso a través de las flores, el cual llegó acompañado del:

Morado, vistiendo por igual de hermosos colores a las flores.

Los demás colores siguieron el ejemplo del azul y el verde... se fueron uniendo, y con ellos nos regalaron la diversidad de hermosos colores, que hacen del planeta donde vivimos una maravilla.

Y colorín colorado, esta percepción del nacimiento de los colores, a su fin ha llegado.

Enrique Nieto Rubio

*Derechos Reserva