jueves, 28 de noviembre de 2019

.El alca de la libertad de Enricostro. (poema protesta)


Es el arca de la libertad,
está que nadie me la toque,
canto de un sueño
y vivir nuevas emociones.
Es el arca de la libertad,
llena de nuevas ilusiones,
que la mar sea tranquila 
y que no me los malogren.
Niños y niñas van 
buscando un mundo nuevo,
huyendo de tanta calamidad,
huyendo del mismo infierno.
Que se rompan las barreras,
afuera con las fronteras,
que se hundan las alambradas,
qué animales no son.
que son familias enteras,
las que sufren un gran dolor.
Que si no somos humanos en esto,
el mundo no tiene compasión.
Para qué seguir viviendo,
no tendremos un futuro,
no tendremos corazón.
Pues solo nos quedará este infierno,
y el fin de esta creación.
**
Enrique Nieto Rubio.
derechos de autor.

domingo, 3 de noviembre de 2019

.La perrita lilup de Enricostro cuentos .





Lilup era una perrita caniche blanca como la nieve, preciosa y muy inteligente.


Un día de navidad, sus amos, un matrimonio joven con una linda niñita, decidieron irse de vacaciones a granada, un sitio precioso lleno de nieve en estos tiempos.


todo, iba, estupendamente, en su viaje, pero casi al llegar a granada, una gran tormenta apareció de pronto, y el coche resbaló, y cayendo por una montaña grandísima, por el desfiladero, y chocó contra un gran árbol. y la perrita Lilup, salió despedida por una de las ventanas aquellas.




Con suerte, para todos, no les pasó nada a ellos, Yon el marido, llamo a urgencias. y por el rastreador de su móvil, consiguieron encontrarlos a las pocas horas, fueron rescatados y llevados al hospital.


Como solo tenían algunas magulladuras, les dieron el alta y se fueron a un hotel de sierra nevada.

al llegar allí, se dieron cuenta, que su perrita no estaba con ellos.


Cogieron un taxi, y regresaron al sitio, del siniestro, donde buscaron por todos lados, y no la encontraron.


Como hacía tanto frío, para la niña, decidieron regresar al hotel.


Al poco tiempo, la perrita despertó del golpe, y cojeando echó a caminar, más no sabía donde estaba.


Fue por la nieve, que casi, no se distingue de ella, y tenía mucha hambre.


buscaba, y allí no había nada, y ya empezaba a faltarles las fuerzas, y se acurrucó entre un árbol, y sus raíces.




Ya anocheció y solo se iluminó el cielo, con millones de lucecitas, que parecía todo un cielo navideño, y mirando las estrellas, se quedó dormida.


Ya a la mañana siguiente, un zorrillo que daba unos saltos de un metro, por lo menos, con la luz de la mañana, buscaba esos ratoncitos traviesos que andaban buscando comida, y de pronto, al saltar sin querer, cayó encima de la perrita como no se veía entre la nieve que casi la cubría, dio un salto tremendo.



 La perrita diciendo; ¡hay que es, esto.! El zorrillo dijo; ¡perdona, no te vi siquiera, que haces por aquí! ¡:Nada que me he perdido, y no sé donde está mi familia:!

¡y tú! ¡:yo vivo aquí y busco ratoncitos para comer!


¡aaa ratones que asco.!


¡a sí, pues aquí, no encontrarás nada para comer.!
El zorrillo siguió saltando, hasta que, por fin, dio con un precioso ratón muy gordito, y delicioso.


este se comió la mitad, y dejó la otra mitad en la nieve, la perrita lo olfateo y como tenía tanta hambre y todavía estaba calentito, decidió comerlo. Diciendo:


¡ha, pues no está tan mal, sí, qué bueno está, buscaremos más sí!

sí; ¡claro dijo el zorrillo.! 


así que los dos empezaron a dar saltos, buscando esos ratoncitos deliciosos,


y encontraron muchos, hasta hartarse. Y ya decidieron jugar los dos con la nieve.


Jugaron todo el día, y cuando anocheció, la perrita empezó a echar de menos a su familia, así como no tenía sueño, se dedicó a olfatear el rastro de su familia, así busco toda la noche, y ya de madrugada llegó a un hotel, y empezó a ladrar, su familia se despertó y se asomaron por la ventana, y al verlo,
salieron corriendo a por la perrita.

Así la perrita, con la mano alzada, le dijo adiós al zorrillo, que estaba escondido en la maleza, cerca del hotel. y se dijeron, adiós.


ya por fin, toda la familia junta, lo pasaron maravillosamente fin.

Enrique Nieto Rubio.

derechos de autor.