domingo, 22 de mayo de 2016

.Mujer de porcelana.

¡Linda e impasible mujer de porcelana! 
eres suave y delicada como el cristal. 
Tú inspiras e iluminas mis sentidos; 
sin embargo, creo... ¡No puedes amar!
¡Linda e indiferente mujer de porcelana! 
tú eres hermosa como la más bella flor;  
iluminas cada una de mis mañanas... 
pero es en vano, porque no me das amor.! 
Cuando por las noches me retiro a dormir...
en todos mis sueños, tú siempre estás allí; 
y luego cuando despierto por las mañanas, 
¡perennemente y mirándome sigues allí.!
¡Y cuando te pregunto:Qué es lo que sucede!
Tú guardas silencio y no quieres contestar.
Mujer... Será que tu corazón es de piedra,
¡y posiblemente no estás hecha para amar!
¡Si es así, entonces! ¡Por qué me miras mujer!
¿Por qué te escondes de mí, y continúas aquí?
Dime de una vez, si tu amor no me pertenece.
Y si esto no es así... ¿Por qué me haces sufrir?
Largas e infinitas noches me he preguntado,
El porqué de tu presencia en mí existir...
y por qué... si permanecemos tan pegaditos,
ni siquiera... deseas verme o hablarme de ti.
Preciosa eres tú... mujer de porcelana,
radiante como la estrella más bella...
Qué no ves, que ¿Sin ti nada es posible?
¡Dame al menos un rayito de esperanza!
Te necesito y me necesitas para ser felices los dos;
pues tan solo una sonrisa en la distancia...
¡No alcanza, para hacernos sentir y vivir!
Más debes saber que: Si eso no pudiera ser...
Deseo me conviertas en hombre de porcelana,
para junto a ti, vivir mis días y mis noches...
Te pido, unamos de nuevo nuestros caminos;
para juntos... ser por siempre, felices los dos.
Enrique Nieto Rubio. 
*Derechos Reservados*

viernes, 29 de abril de 2016

.Lilí...una linda gatita de Enricostro.



Lilí era la gatita más linda del mundo: todos los días su Amita Alexandra la peinaba, le hacía sus trencitas o Moñitos de colores, hasta dejarla preciosa.
Todos los días antes de salir, se dirigía al dormitorio y en el espejo del armario, acostumbraba a contemplarse... se sentía bella y feliz. 

Luego salía corriendo por la ventana de aquel palacio, saltando de poste en poste cruzaba sobre una valla sumamente peligrosa... más la gatita era intrépida y muy lista, y lograba llegar al bosque sin problema.
Ansiosa se dirigía al arroyo, y en las cornisas del puente y debajo de los arcos, esperaba a su príncipe... un hermoso gato afelpado que la tenía loca.
Sin embargo, el gato no sentía el mismo interés; así pues, unos días se presentaba y otros simplemente no aparecía... pues era un lis tillo y escurridizo galán.


Lilí se enfrentaba día a día, toda clase de peligros, para llegar hasta el lugar... pues aparte de la peligrosa valla, debía de cuidarse de unos gatos callejeros muy malos. Quienes tenían una gran cabeza y siempre estaban deseando abusar de la indefensa y delicada gatita.
Alexandra constantemente le llamaba la atención a Lilí; diciéndole; que no era prudente que se alejara de casa, y mucho menos en dirección al bosque... pues sabía que en el lugar vivían gatos vagabundos, y que la podrían dañar.

No obstante, Lilí todos los días sin excepción, después de que la acicalaba, salía presurosa al punto de reunión... por lo que a casa regresaba muy triste, cuando su amado no se presentaba o no le prestaba la misma atención.
Luego de transcurridas unas semanas, de intermitentes apariciones por parte de su príncipe, este no volvió más. Lilí infeliz, pero aun con la esperanza de volver a verlo; deprimida y ensimismada en sus pensamientos, comenzó a caminar por el bosque, sin tomar la debida precaución.
Una, tarde, cuando se disponía regresar a casa, los gatos la interceptaron... y entre todos se la disputaban; más ella, armándose de coraje, se defendió tal cual lo haría una tigresa.

La suerte estaba de su lado, pues los felinos comenzaron a pelear unos con otros, provocándose heridas importantes con las uñas y dientes afilados; mientras la pobre gatita sufría la peor parte por encontrarse en medio de la trifulca.
Cuando la disputa se encontraba en su momento más candente, aprovechó la oportunidad para salir corriendo... y fue ardua labor llegar hasta su casa, pues en medio del brutal combate había quedado completamente destrozada.
Cuando su Amita, se percató de lo sucedido, desconsolada, se echó a llorar; tomó en sus brazos a la malherida y de lodo embarrada la gatita... quien no parecía ser la aristócrata y hermosa felina que ella tanto amaba.

Alexandra se dispuso rápidamente a calentar agua; y en un cómodo recipiente... con mucho cuidado la bañó, eliminando todo rastro de tierra, hojas y sangre; luego la secó y fue curando, una a una, todas las heridas. Ese día... veló toda la noche, el sueño de su amada gatita; y asimismo, estuvo pendiente de todas sus necesidades, en los subsiguientes días.
Con el tiempo la gatita se repuso, y de nuevo su Amita la acicalaba y peinaba; haciéndole preciosos kikis en su cabecita... Más sin importar cuánto se esmerara y que tan preciosa la dejara, la gatita ya no era feliz.
La tristeza y la apatía la consumían; no se alimentaba bien y mucho menos intentaba escapar de casa... Con suerte a veces salía al balcón, y se le podía observar con la vista perdida hacia el horizonte... era evidente que, la pobre infeliz no deseaba vivir.

Un día Alexandra, consternada ante la actitud de Lilí, le dijo:
-Por favor, no estés más triste; ya pasó todo. Jamás te he recriminado por tus salidas; y mucho menos te llamé la atención por todo lo que te sucedió, a pesar de que constantemente te advertía lo que podía pasar.
Lilí respondió:
No Amita, no estoy triste a causa tuya es debido al ataque de esos gatos infames. Y Me siento infeliz, porque mi príncipe, dejó de ir a mi encuentro... y yo le quiero tanto, que no imagino la vida sin él.
La Amita, interrumpiéndola, agregó:
¡Vamos anímate!
¿Te gustaría que salgamos, a pasear las dos?
Lilí aceptó con algo de desenfado, pero agradecida por tener una Amita tan dulce y preocupada de su bienestar.

Alexandra era una mujer muy astuta, pues había estado muy bien casada en reiteradas ocasiones; y cada uno de sus matrimonios había concluido por viudez... por lo que contaba con varios millones de euros en su haber.

Ella jamás concibió hijo alguno; por lo que todo cuanto tenía era para solventar los gastos y lujos, de las dos.

Así pues, para engalanar a su aristócrata gatita, tomó su correa preferida; la cual era de oro con un bello collar de diamantes.

Alexandra, días atrás, había descubierto en el ventanal de un majestuoso palacio, a un hermoso gato... más no se lo comentó a su mínima Lilí, ante el temor que esta se reusara a salir de paseo.

Por lo que discretamente guio a su gatita, para que caminara entre los barrotes, de la gran valla que rodeaba el palacio.
Su plan funcionó a las mil maravillas, pues en los escalones de mármol blanco, reposando, se encontraba el apuesto gato.

Alexandra se detuvo, simulando que uno de sus zapatos se había averiado... tiempo suficiente para que Lilí y el gato cruzaran miradas.

El lenguaje corporal del gato, fue instantáneo... pues le erizó hasta el último pelo, pujándose como una pompa; acto seguido salió corriendo hacia donde se encontraba Lilíy al llegar a la valla, exclamó:

-¡Fiuuu fiuuuu! ¡Qué hermosa eres!
¿Aceptarías una invitación, para ingresar y conocer mi casa?

Lilí tímidamente alzó la mirada, como preguntándole a su Amita, si podía aceptar.

Alexandra inmediatamente soltó la cadena; y la gatita salió corriendo loca de alegría tras él... y pronto se perdieron detrás de la entrada principal.

La Amita pacientemente esperó toda la tarde; más sobre las siete... al ver que no salía; pulso el timbre de la puerta. 

Después de poco esperar, salió una empleada; y al ver a Alexandra, quien era una mujer muy guapa y forrada de joyas se sorprendió.

¿Dígame señora? ¿A quién busca?
Bueno, a nadie que viva en el lugar... buscó a mi linda gatita, a quien observé ingreso al castillo.
¿Acaso la han visto?
La mujer, encaminándose, presurosa al palacete, contestó:

-¡Espere un momento, por favor!

En breve lapso de tiempo, apareció un señor distinguido y muy apuesto... con un corte de cabello muy pulcro y singular; quien en sus brazos traía a la gatita.

¡Alexandra, al verse frente a ese hombre tan guapetón, se emocionó perdiendo hasta los bordados del vestido! Ajajá!

¡Para ser honesto, debo confesar que sospecho... está Amita no llegó al lugar en busca de un gato solamente; sino de otro marido, forrado de billetes!
<Esa fue mi impresión>

Alexandra se decía para sus adentros:
¡Madre mía! ¡Qué guapo es este señorón!

El caballero, por igual, visiblemente exaltado; rápidamente se presentó:
Buenas noches, soy Enrique Villavicencio.
-Encantada de conocerle... yo soy Alexandra Alcalá.
¡El placer es mío!
Lilí les interrumpió..."Miau, miau,"".

Por lo que el hombre agregó:
Imagino que esta belleza, le pertenece. ¿No es así?
-Sí, es mi amada gatita, quien se me escapó mientras paseábamos por los alrededores.

Mientras tanto, el gatito ronroneaba girando y enrollando su cola entre los pies de su amo... ansioso de que este, liberara a la gatita... o en el peor de los casos; estaba determinado a seguirlas hasta su hogar.

Más para fortuna de los mininos... sus amos parecían llevarse de maravilla; pues después de un ratito Enrique invitó a Alexandra a ingresar para conversar a gusto... y ella sin dudarlo aceptó.
Esa noche cupido hizo de las suyas, pues flechó a ambas parejas; ya que nació un bello romance entre la pareja de humanos y sus mininos.
Desde ese momento, acordaron que seguirán propiciando nuevos encuentros, en pro del bienestar de "sus gatos"; más la verdad es que fue amor a primera vista...
A partir de esa noche, compartieron momentos de infinita felicidad... todo marchaba de maravilla; a los tres meses de conocerse, ambas parejas unieron sus vidas y fueron felices para siempre.
Enrique y Alexandra jamás llegaron a extender su familia; sin embargo, la familia gatuna creció de forma considerable... agregando infinitos momentos de ternura y diversión, a sus afortunados amos.

¡Colorín colorado, este cuento de la gata Lilí y su gato enamorado, ha llegado a su fin!

Enrique Nieto Rubio

<Derechos de Autor>

miércoles, 27 de abril de 2016

.Cuando el amor duerme de Enricostro.



Cuando el amor duerme,
 tan solo esperando a ser despertado;

va formando una áurea a tu alrededor,
 e iluminando tu rostro... 

embelleciendo radiantemente tu figura,
 y moldeando tu cuerpo.


Así pues, cuando el amor despierte,
 estarán tus manos impregnadas,
de esa dulce magia;
 para cuando lleguen,
 al rostro de tu amado o amada.
Iluminarás ese corazón, 
que se irá engrandeciendo,
 con pasión desmedida.
Y en una noche tranquila y estrellada...
¡Suplicante la vista, alzas al cielo!
Agradeciendo a los dioses, por haberte dado,
 esa dicha...de amar locamente;
y suplicante... con todas tus fuerzas;
 rogarás ser amada con toda el alma. 
Sin importar si eres hombre o mujer;
 caminarás por la bella senda de la vida...
como si estuvieras hechizada o hechizado.
 Es entonces cuando te preguntaran:
¿Qué es lo que pasa contigo?
 ¿Por qué te percibo tan lejana?
 y extraña a la vez?

Más tú, quizás simplemente,
un tanto sonrojado y casi eclipsado...
les responderás:
¡A mí no me sucede nada!
 ¿Qué me va a pasar?
 ¡Acaso no ves lo feliz que soy!
Y con él o ella seguirás soñando;
 mientras tu cuerpo crece,
 y te haces hombre o mujer.
Enrique Nieto Rubio
<Derechos de Autor>

jueves, 24 de marzo de 2016

.Amiga de Enricostro.




¿Por qué no quieres de nuevo ser mi amiga?...
¡No te pido nada más!

No es mi deseo que seas mi amante, 
que lo eras... eso decías ayer. 

Solo te pido, que seas mi amiga;
 ya que mucho hemos recorrido. 

Fueron infinitos los besos que nos dimos,
 y hoy de mí... te escondes. 
De entre las letras,
 solamente pretendo contigo,
 una linda amistad. 
Aspiro a sentir que estás aquí, 
y saber que respiramos, el mismo aire... 
querías para mí, o simplemente,
 para compartir gratos momentos.
Anhelo amiga, a tu lado poder convivir...
y me cuentes cosas tuyas. 
Platícame de tus afectos,
 de tus amados hijos,
 así como de tus nietos.
Cuéntame niña de tus más locos sueños;
 cuéntame acerca de tu cantar... 


Querida amiga, 
háblame de tus inquietudes,
 y de tus temores ocultos. 
Háblame de tu soledad,
 que como una amapola,
 sola vive en el trigal, 
que por mucho que esta alcé el cuello;
 no puede contemplar más allá. 
Confíame tu sentir;
 cuéntame de tu amor, 
dime si eres feliz o triste estas;
o quizás simplemente podríamos conversar, 
de lo que vivimos cada día. 

Extraño que me susurres,
 palabras de amor, y que me digas te quiero.
Ansío que de nuevo me susurres al oído,
cositas bellas de ti y de mí. 

Dime que durante este tiempo,
 me has extrañado tanto... como yo a ti;  
Quisiera escuchar que me digas,
 sí, para de nuevo sentirme ufano, 
y que el corazón que tienes,
 aún palpita y sigue viviendo para mí. 

Y si no deseas conversar...
guardaremos silencio,
 pero... ¡Regresa a mí! 



Enrique Nieto Rubio, 

*Derechos de Autor*