Don Antonio y José regresaron a la mesa, para seguir compartiendo con los demás. Al cabo de unos minutos, José, quien deseaba propiciar momentos de mayor cercanía con Anita, les propuso que fuesen a otro lugar a bailar.
*¡Vamos, yo sé que nos divertiremos! ¿Qué les parece?
Don Antonio, la esposa y Anita; expresaron que por ellos no había inconveniente; y que les parecía buena idea.
Los padres de José se excusaron, diciendo que no estaban acostumbrados a desvelarse, y que para ese momento, lo mejor sería retirarse a casa; y para no echarles a perder la noche, se irían en taxi.
Don Antonio, intervino:
-Nada de eso, no les dejaré partir en taxi, y le dijo a José que fuese a dejar a sus padres tranquilo; y que ellos paran mientras darían un paseo por la plaza.
-Está bien, dijo José, no tardaré nada.
Perfecto contestó Don Antonio, preguntando al chico: ¿Conoces la discoteca en la calle "López de Hoces"?
*Sí, sé donde se encuentra ubicada.
-Entonces no se diga más, José, nos encontraremos allí.
*José le preguntó a Anita, si le gustaría acompañarlo a dejar sus padres, y ella encantada aceptó.
Don Antonio y su esposa, se despidieron de los padres de José... con la promesa de pronto volverse a encontrar... pues ambas parejas congeniaron perfectamente.
Durante el recorrido a casa de los padres de José, todos bromearon y conversaron a gusto. Los padres del chico, quedaron encantados con la dulzura de Anita; y ella, feliz de haber congeniado de forma tan espectacular. Al llegar a casa, los padres bajaron del automóvil, les dieron la bendición a los chicos y estos con un beso se despidieron.
Presurosos regresaron al centro de la ciudad y al poco tiempo llegaron a la discoteca. El lugar era mágico, había tres grandes salones, cada una con su respectiva pista de baile, todas acogedoras; pero con cada una de ellas con diferente iluminación, música y decoración...de forma tal, que todos los presentes, contarán con diversas opciones para disfrutar.
Ella se sonrojó, y solamente se abrazó a él, y muy pegaditos, comenzaron a bailar.
-¿Qué bien hueles, Anita? Susurraba José.
*Que puedo decirte, respondió Anita... solamente, que a mí también me encanta tu olor.
Entre copa y copa, susurros y expresiones propias de enamorados; los chicos continuaban embelesados. Olvidándose de Don Antonio y su mujer; quienes después de disfrutar unas dos horas en el lugar; buscaron a los chicos para despedirse; acordando encontrarse al día siguiente.
Los jóvenes gozaron toda la noche, de su plática y compañía. Anita sentía que conocía a José desde siempre, al punto que en un momento se encontró besando el cuello de José.
Para ese momento ya eran cerca de las tres de la madrugada; José no deseaba más continuar en la pista de baile; pues estaba verraco perdido, y solo deseaba estar en la intimidad, con Anita... quien le parecía tierna y dulce como las flores; pero también excitante y deseable.
Decidieron pasar la noche, en el mismo hotel donde se encontraba la discoteca.
Ingresaron a la habitación apasionados al máximo... Anita lo alejó de su cuerpo por un momento... Se soltó el lazo que sujetaba su cabello, luego seductoramente poco a poco se despojó del vestido, dejándolo caer en medio de la entrada... quedando cubierta apenas por un body, el cual estaba compuesto solamente de tres tiras de encaje negro.
Se le veía radiante y deseosa de ser poseída... pues coqueta comenzó a caminar, contoneando sus caderas de forma exquisita.
José la miraba asombrado, su corazón latía a mil por hora; pues nunca jamás había visto mujer tan hermosa en toda su vida. Se encontraba tan emocionado, e inseguro a la vez... que no sabía cómo abordarla... estaba totalmente paralizado.
Anita sutilmente le invitó a acercarse extendiendo su brazo... José así lo hizo... y sin cruzar palabra alguna, comenzó a besar con ternura su mano y luego cada uno de sus dedos... la ternura rápidamente quedó de lado, pues apasionado continuó subiendo hacia el cuello, hasta terminar besando casi con furia, esos labios por tanto tiempo deseados.
Luego José la tomó en brazos, gentilmente la depositó sobre la cama... y ambos se tomaron el tiempo necesario para besar y acariciar cada centímetro de su piel... Se compenetraron tanto, que ambos respiraban al mismo compás, susurrándose cuánto habían anhelado ese momento.
Sin embargo, parecía que ambos querían prolongar al máximo sus ansias, porque las caricias y besos predominaron por mucho tiempo. José no era capaz de contenerse más; apartó el cabello del rostro de la chica, y mirándola a los ojos, hizo a un lado los encajes de su diminuta braga; y entró en ella... haciéndola suya, por instantes con ternura, y por otros con desenfreno... y de allí no quiso salir más, en toda la noche.
Como poder evitarlo... si Anita era maravillosa con sus labios y caricias, y José parecía no poder saciar la pasión que le consumía. Era la primera noche de entrega para ambos, y fue mucho más de lo que hubiesen podido soñar. Se amaron una, y otra, y otra vez... hasta la saciedad; quedando al final agotados y rendidos, durmiendo con sus extremidades entrelazadas.
Ya sobre las doce del mediodía, sonó el móvil de José... quien se despertó abruptamente, tratando de que su voz, fuese lo más clara posible... respondió:
-Buen día, don Antonio... ¿Cómo está?
* Muy bien chico... ¿Ustedes dónde se encuentran?
- uffff. Perdóneme por la tardanza. Deme por favor unos minutos, que ya vamos para allá.
*Vale chico, nos vemos en el hotel.
José presuroso despertó a Anita, quien se levantó de la cama, tal cual Dios la trajo al mundo... José estaba más que encantado, y exclamó:
¡Qué cuerpo tienes cielo mío!
*Gracias, que bueno que te guste. Me apresuraré; así pues, me voy a duchar.
-¿Puedo ducharme contigo? ¡Así terminamos antes!, jajajá!
*¡Qué tremendo que eres!
Y como a cualquier pareja de enamorados le acontece, la ducha fue mucho más larga y placentera, que lo usual.
Cuando terminaron de "ducharse", ambos comenzaron a vestirse, pero apenas comenzaba la chica a colocarse sus braguitas con esos encajes, que tanto excitaban a José, este le dijo:
*¡Anita¡Por el amor de Dios, no te das cuenta de lo que haces! Con esta ropa interior me vas a tener todo el día obsesionado!
-Anda, ¡no seas pesado, y apresúrate que es muy tarde!
Salieron del hotel a toda velocidad, y para cuando llegaron, don Antonio les esperaba en la puerta.
-¡Vamos chico, que no tengo todo el día!
*Sí, lo sé... y lo lamento don Antonio, por favor discúlpenos.
-¡Si venga, que no hay problema, porque créeme que sí te entiendo muchacho!, jajajá!
Anita intervino diciendo: ¡Qué maluco que es usted!
*¿Yo el malo? ¡Anda joya, que tú eres el peligro para él, pues lo trastornas! ¡Jajajá!
Continuará...
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
CO.M.DOIJ.V,CO.98.
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