Cuando Jesús, hijo de Nazaret,
mirando la tierra está,
y en su casa, tierra santa,
matándose continúan ya.
A la derecha de Dios padre,
él no para de llorar
sus lágrimas que derrama,
es el agua que nos llueve,
intentando que nos mojen,
para calmar nuestras fiebres.
Fiebres de odio y riñas,
fiebre del desamor,
fiebres por estas guerras,
que causan tanto dolor.
Fiebres de ese odio,
que no conseguimos aplacar,
y él llora mucho,
por lo que nos pueda pasar.
Pues su padre está muy enojado,
por lo malo de este mundo,
y discute con su hijo,
quiere mandar otro diluvio.
O quizás algo peor,
una piedra muy grande,
que nos destruyan a todos.
O quizás un rayo fugaz,
que venga de otra estrella,
que un día destruyo él
por las malas personas que eran.
Y desde entonces, esa estrella desprende,
rayos mortales en todas direcciones,
y quizás nos manden uno,
para sembrar los horrores.
De vivir el mismo infierno,
delante de nuestros menores,
que ninguna culpita tienen,
de que seamos unos cabrones,,,,,,,,,,,,,
Enrique Nieto Rubio.
derechos reservados.
No sé si es profecía,
o una mala intuición,
pero si seguimos así.
Pueda que lleve razón.