El hombre, en su desesperanza, quiso buscar su libertad y ya ven, se puso en camino, surcó montañas tremendas, valles insólitos, mares turbulentos, y toda clase de bosque, hasta perderse en el finito mundo, por el vívido.
Se adentró, en un inmenso valle de yerbas frescas, y amapolas. Necesitaba descansar, pues pronto se haría la noche.
Soltó su mochila, y sacó una pequeña tienda de campaña, y con su pequeña hornilla, se preparó una buena cena.
Ya adentrándose las una de la noche, se quedó un rato mirando el cielo, lleno de estrellas, maravilloso.
Él jamás imaginó aquel momento, pues fue su primera escapada, al mundo de la soledad, que él lo llamó la libertad,
Qué ilusos somos, pues de día nuestros pensamientos son unos, y en las noches todo lo contrario.
Se metió en su tienda, ya para esperar un nuevo día, pues la soledad, aunque él la quería, los humanos no nacimos para vivir solos, pues si o si los fantasmas del pasado nos visitan, en esas noches silenciosas y oscuras.
En su oscuridad, solo un pequeño silbido de la brisa en el roce de la hierba, le recordó a Marilud una jovencita que, un día en la playa, consiguió enamorarlo, pues la chica, acampada cerca de él, le provoco toda clase de pasiones con esos gestos que ella le mostraba sus intimidades, simuladamente que solo él viera.
Él, ese día se emborrachó de deseos y pasiones, él aquella tarde se levantó un momento, mirando hacia la playa, emocionado por esa provocación de aquella chica, mientras en ese momento, llegaron los papás de ella y se marcharon sin más, el cuándo se volvió ella ya no estaba, mirando hacia todos sitios creyó que pudo ser una alucinación.
De aquí los fantasmas del pasado, él sonreía en su soledad, agarrado al saco de dormir hasta quedarse frito.
A la mañana siguiente comenzó su visita por la naturaleza y se adentró mucho más en un bosque que apartando la maleza, pues el camino se perdió.
Choco contra una alambrada, dijo:coño, que es esto, así que la rodeo un par de kilómetros que tenía y que casualidad que tiene la vida que viendo a través de la valla, a tantas personas ya no quiso continuar con su caminata. Era casi las siete y decidió acampar dentro del campin, pago su entrada que por ser solo una tienda de campaña pago muy poquito.
Ciertamente, disfrutó con todo aquello, pues había muchos niños y lo pasaban divinamente.
Montó su tienda y decidió, darse un baño, en la piscina que estaba llena de personas, pues ese día hacía mucho calor, ya de noche se sacó su hornillo y se sacó unos choricitos que al freírlos soltó un aroma exquisito, el lleno todo el campin provocando el hambre a todos. jajajá,
él se lo comió casi todo, pero una chica atrevida se asomó por un lateral de la tienda y le dijo:¿me das un trocito, de chorizo? Él sin mirar, ¡si toma!, y ella lo cogió como era bastante de noche, que solo un pequeño campin alumbraba al fondo de su tienda, él dijo: siéntate si quieres, ella se sentó y cosas que tiene la vida, ella se le abrió de piernas con un pantalocito algo olguero, y él la miró y viendo que era la misma chica casi se ahoga con la comida que ella tuvo que ayudarlo a respirar.
Tú eres el chico de la playa, verdad dijo ella:
¿Que haces tu aquí chico?, él le dijo:¡eres una provocadora, lo sabes!, ella se echó a reír¡si me encanta!
Así comenzaron a charlar y se tiraron casi toda la noche, ya cansados y tumbados, se quedaron durmiendo los dos. Al día siguiente ya no se despegó el uno del otro, salieron a bailar a una discoteca y el amor se adueñó de los dos, terminando haciendo el amor, en aquella tienda de campaña fin.
Enrique Nieto Rubio.
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