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martes, 14 de octubre de 2025

Hoy “La muerte no se guarda. La muerte camina. De Enricostro”

 



Hoy “La muerte no se guarda. La muerte camina. De Enricostro
Aquí, en mi cementerio, hace un montón de años, mataron al guarda de este cementerio. A las 11 de la noche varias personas que saltaron la muralla con unas escaleras, le dieron tal paliza que lo dejaron muerto y en una fosa vacía. Allí lo tiraron, le echaron tierra simulando el fondo que por la mañana a primera hora. Lo enterraron y nadie se dio cuenta, han pasado los años y se ha muerto ahora la señora de aquel difunto que fue enterrado aquí. La han querido enterrar en la misma fosa que su esposo y al sacarlo a él para meter a ella y después posar los huesos de él en cima de la caja de ella y han descubierto que había otro cadáver. En la autoría han descubierto que fue el guarda del cementerio llamado don Antonio. Cuando lo han sacado ha salido una ola de vapor como si de una nube fuera y a todos los que allí estaban sintieron un escalofrío que los dejo asustadísimos. Desde entonces han crecido las viviendas junto al cementerio, y hay vecinos asustados, pues muchas noches se ven ciertas luces extrañas y muy flácidas andando por aquellas calles del cementerio. Muchos vecinos sospechan que es el guarda y miran de reojo a través de las cortinas de las ventanas, y con mucho recelo. Pues ahora el fantasma del cementerio es don Antonio, guarda del cementerio. Y es seguro que nadie entrara a robar nada. En estos tiempos de cambios en todo el mundo, alguien del extranjero está pensado en volver a robar el cementerio. Pero es de seguro que una guadaña maldita rondara en el cementerio y si alguien cae seguro desaparecerá.




Una noche de octubre, cuando el viento soplaba con fuerza y las hojas secas bailaban sobre las lápidas, llegó al pueblo un hombre de acento extraño. Decía llamarse Víctor, un investigador de fenómenos paranormales. Había oído hablar del caso del guarda Don Antonio y quería comprobar por sí mismo si los rumores eran ciertos.

Víctor se instaló en una casa frente al cementerio, justo donde los vecinos decían que las luces se movían como almas errantes. Llevaba consigo aparatos extraños, cámaras térmicas, grabadoras de sonido y un cuaderno de cuero donde anotaba cada detalle. La primera noche no ocurrió nada. La segunda, escuchó pasos. La tercera vio una figura entre las tumbas, alta, encorvada, con una capa que parecía hecha de niebla.

Los vecinos, al enterarse de su presencia, le advirtieron: “Aquí no se juega con los muertos. Don Antonio no perdona.” Pero Víctor no se detuvo. Al contrario, cavó más hondo en los archivos del pueblo, descubriendo que Don Antonio había sido enterrado con una llave antigua, una que habría una cripta olvidada bajo tierra, sellada desde hacía más de cien años.

Una madrugada, Víctor decidió entrar al cementerio con su linterna y su cuaderno. La niebla era espesa, y el silencio, absoluto. Al llegar a la fosa donde habían encontrado el cuerpo del guarda, notó que la tierra estaba removida. Al tocarla, sintió un frío que le paralizó la mano. De pronto, la linterna se apagó. Y en la oscuridad, una voz ronca susurró su nombre.

Desde entonces, nadie ha vuelto a ver a Víctor. Su casa quedó vacía, sus aparatos intactos, y su cuaderno abierto en la última página, donde solo se leía:

“La guadaña no perdona. Don Antonio vigila.”

Años después de que Clara sellara la maldición, el cementerio volvió a ser un lugar tranquilo… hasta que llegó Elías, un joven arqueólogo obsesionado con los secretos ocultos bajo tierra. Había leído sobre la desaparición de Años después de que Clara sellara la maldición, el cementerio volvió a ser un lugar tranquilo… hasta que llegó Elías, un joven arqueólogo obsesionado con los secretos ocultos bajo tierra. Había leído sobre la desaparición de Víctor y la leyenda de Don Antonio, y estaba convencido de que aún quedaba algo por descubrir.

Elías no creía en fantasmas, pero sí en reliquias. Su objetivo era encontrar la guadaña maldita, convencido de que era una pieza de poder ancestral. Una noche, armado con mapas antiguos y sensores de movimiento, entró al cementerio. Lo que no sabía era que Clara, ahora guardiana del lugar, lo observaba desde las sombras.

Al llegar a la cripta, Elías encontró la tumba vacía. La guadaña ya no estaba allí. En su lugar, una inscripción nueva había aparecido en la piedra:

“La muerte no se guarda. La muerte camina.”

De pronto, el suelo tembló. Las lápidas comenzaron a crujir. Y entre la niebla, una figura se alzó, más alta que cualquier hombre, con ojos como carbones encendidos. No era Don Antonio. Era algo más antiguo. Algo que había estado esperando ser liberado.

Clara corrió hacia la cripta, gritando a Elías que saliera. Pero él, hipnotizado por la figura, no se movía. La criatura levantó una mano, y el aire se volvió hielo. Elías cayó al suelo, y la guadaña apareció flotando sobre su cuerpo.

Desde esa noche, el cementerio ya no tiene un solo guardián. Tiene dos. Y ambos vigilan que nadie vuelva a perturbar el descanso de los muertos.

Y la leyenda de Don Antonio, y estaba convencido de que aún quedaba algo por descubrir.
Elías no creía en fantasmas, pero sí en reliquias. Su objetivo era encontrar la guadaña maldita, convencido de que era una pieza de poder ancestral. Una noche, armado con mapas antiguos y sensores de movimiento, entró al cementerio. Lo que no sabía era que Clara, ahora guardiana del lugar, lo observaba desde las sombras.

Al llegar a la cripta, Elías encontró la tumba vacía. La guadaña ya no estaba allí. En su lugar, una inscripción nueva había aparecido en la piedra:
De pronto, el suelo tembló. Las lápidas comenzaron a crujir. Y entre la niebla, una figura se alzó, más alta que cualquier hombre, con ojos como carbones encendidos. No era Don Antonio. Era algo más antiguo. Algo que había estado esperando ser liberado.

Clara corrió hacia la cripta, gritando a Elías que saliera. Pero él, hipnotizado por la figura, no se movía. La criatura levantó una mano, y el aire se volvió hielo. Elías cayó al suelo, y la guadaña apareció flotando sobre su cuerpo.
Desde esa noche, el cementerio ya no tiene un solo guardián. Tiene dos. Y ambos vigilan que nadie vuelva a perturbar el descanso de los muertos.

Lo extraño y terrorífico es que uno de estos vigilantes ha abierto la reja del cementerio y ahora vigila desde afuera se topa con los viandantes aunque no ataca a nadie que no vean sospechosos no parece hacer daño, pero este ser no anda, pues, flota en el suelo y todo el que lo ve sale aterrado de aquella zona.

Las autoridades alertadas toman cartas en el asunto, pero ese ser no entiende nada, sus ojos color fuego les aterran a todos.

El ayuntamiento forja a todo su alrededor una vaya, dejando a este ser dentro y en este trance ha entrado otra vez en el cementerio y las puertas están selladas.

Enrique Nieto Rubio

y CopiloT i.a.

Reservados los derechos de autor.

lunes, 4 de agosto de 2025

..El hombre que busco la libertad de Enricostro.

 

El hombre, en su desesperanza, quiso buscar su libertad y ya ven, se puso en camino, surcó montañas tremendas, valles insólitos, mares turbulentos, y toda clase de bosque, hasta perderse en el finito mundo, por el vívido.

Se adentró, en un inmenso valle de yerbas frescas, y amapolas. Necesitaba descansar, pues pronto se haría la noche.

Soltó su mochila, y sacó una pequeña tienda de campaña, y con su pequeña hornilla, se preparó una buena cena. 

Ya adentrándose las una de la noche, se quedó un rato mirando el cielo, lleno de estrellas, maravilloso.

Él jamás imaginó aquel momento, pues fue su primera escapada, al mundo de la soledad, que él lo llamó la libertad, 

Qué ilusos somos, pues de día nuestros pensamientos son unos, y en las noches todo lo contrario.

Se metió en su tienda, ya para esperar un nuevo día, pues la soledad, aunque él la quería, los humanos no nacimos para vivir solos, pues si o si los fantasmas del pasado nos visitan, en esas noches silenciosas y oscuras.

En su oscuridad, solo un pequeño silbido de la brisa en el roce de la hierba, le recordó a Marilú una jovencita que, un día en la playa, consiguió enamorarlo, pues la chica, acampada cerca de él, le provoco toda clase de pasiones con esos gestos que ella le mostraba sus intimidades, simuladamente que solo él viera. 

Él, ese día se emborrachó de deseos y pasiones, él aquella tarde se levantó un momento, mirando hacia la playa, emocionado por esa provocación de aquella chica, mientras en ese momento, llegaron los papás de ella y se marcharon sin más, el cuándo se volvió ella ya no estaba, mirando hacia todos sitios creyó que pudo ser una alucinación.

De aquí los fantasmas del pasado, él sonreía en su soledad, agarrado al saco de dormir hasta quedarse frito.

A la mañana siguiente comenzó su visita por la naturaleza y se adentró mucho más en un bosque que apartando la maleza, pues el camino se perdió.

Choco contra una alambrada, dijo:coño, que es esto, así que la rodeo un par de kilómetros que tenía y que casualidad que tiene la vida que viendo a través de la valla, a tantas personas ya no quiso continuar con su caminata. Era casi las siete y decidió acampar dentro del campin, pago su entrada que por ser solo una tienda de campaña pago muy poquito. 

Ciertamente, disfrutó con todo aquello, pues había muchos niños y lo pasaban divinamente.

Montó su tienda y decidió, darse un baño, en la piscina que estaba llena de personas, pues ese día hacía mucho calor, ya de noche se sacó su hornillo y se sacó unos cho ricitos que al freírlos soltó un aroma exquisito, el lleno todo el campin, provocando el hambre a todos.  jajajá,

él se lo comió casi todo, pero una chica atrevida se asomó por un lateral de la tienda y le dijo:¿me das un trocito, de chorizo? Él sin mirar, ¡si toma!, y ella lo cogió como era bastante de noche, que solo un pequeño campin alumbraba al fondo de su tienda, él dijo: siéntate si quieres, ella se sentó y cosas que tiene la vida, ella se le abrió de piernas con un pantalocito algo olguero, y él la miró y viendo que era la misma chica casi se ahoga con la comida que ella tuvo que ayudarlo a respirar.

Tú eres el chico de la playa, verdad dijo ella:

¿Que haces tu aquí chico?, él le dijo:¡eres una provocadora, lo sabes!, ella se echó a reír¡si me encanta! 

Así comenzaron a charlar y se tiraron casi toda la noche, ya cansados y tumbados, se quedaron durmiendo los dos. Al día siguiente ya no se despegó el uno del otro, salieron a bailar a una discoteca y el amor se adueñó de los dos, terminando haciendo el amor, en aquella tienda de campaña fin.

Enrique Nieto Rubio. 

Derechos de autor.

 

miércoles, 9 de julio de 2025

. La vida eterna, de Enricostro.(relato ficción.)

  La vida eterna, de Enricostro.(relato ficción.)

año 5000 en la era de la robótica,

Ya los abuelos no morirán, ni las personas con enfermedades terminales.

En estos días a estas personas que mueren en sus últimos minutos.

Aquellos familiares que lo autorizan,

Aquí en Córdoba la mayor factoría de robótica europea, eurocoprobot.

Se implantan los cerebros humanos en los robots.

Haciéndolos eternos y perfectos, con todos los rasgos de sus caras

y sus baterías, son de plutonio.

Preparados para cansar al mejor atleta del mundo.

Haciendo que sus seres más queridos, los disfruten para siempre.

Esto será enriquecedor para la humanidad, pues sus mentes prodigiosas,

 de muchos quedarán en el mundo para siempre.

Así todos podrán dedicar mucho más tiempo, para lo que deseen,

Y con una fuerza descomunal.

Así no solo se fabricarán robot, sino que la mayoría tendrán cerebros humanos.

Y estos no tendrán que ser programados por nadie.

Estos cerebros estarán puestos al vacío y con protección espacial, y en un líquido secreto de" espaiser," agencia espacial europea

Así, entre la vida, y la muerte, solo habrá un cuerpo sintético.

Lo mismo que un implante de pies o de manos, ya también lo es de todo el cuerpo,

con esto, la mente es todo lo que prevalece, en las personas y su alma irán con ellos.

Esto provocará que la inteligencia artificial, en estos robots caseros, no sea tan necesaria.

Hoy los humanos implantados podrán vivir muchísimos años más.

Imaginaros un cementerio de cientos de personas muertas, buenas y amadas,

que aun muchas jóvenes sufrieron este trance, y en sus peores días pidieron ser trasplantados,

sin dolores para siempre, sin privaciones de movilidad, todo sería maravilloso.

Solo habría que legislarlo, impidiéndoselo, a personas con problemas mentales y malas personas.  

Enrique Nieto Rubio.

Fin.



miércoles, 25 de diciembre de 2013

..Anécdota triste de Navidad.


Hoy 25 de diciembre del 2013, día en que celebramos Navidad... como es costumbre después de la Nochebuena, celebramos juntos con toda la familia.

¿La hemos pasado estupendamente bien, mi señora ha preparado una espléndida mesa y felices, hemos degustado de todos los exquisitos platillos que acostumbra a preparar... que les puedo decir? Esto se le da de muerte... ¡Ella es una mujer única y especial!

Bueno, pero esta no es la anécdota que en este momento les deseo compartir... y para mi pesar no es buena.


Por la mañana he liberado por el salón a un periquito y a un agapornis; avecillas que hemos criado desde que eran apenas unos pichones... y desde ese entonces las acostumbré a salir, de su jaula... pues debéis de saber que gusto de sacarlas de su encierro, para que vuelen y se diviertan un poco.

Mi chico de trece años estaba superilusionado con las aves, pues de vez en cuando... también gustaba de llevárselas a su habitación, para contemplarlas revoloteando a su alrededor.

Durante las dos primeras horas y como siempre, todo había marchado de maravilla... pero de pronto una de ellas, ha chocado con una pequeña maceta; que mi esposa había colocado como ornamento de Navidad.
No alcanzo a comprender, como una de sus patitas enganchada a un aro quedo; y al intentar remontar su vuelo, cayó abruptamente al suelo, con su patita abierta.
Al observar que no se movía. Con profunda pena he deducido que moría. Mi hijo la recogió y muy triste me pregunto: ¿Qué hago?

-Dámelo le respondí.

Al cogerlo me di cuenta, que se había roto la pata por encima del muslo... y cuando me dispuse a unirla, se le cerraron sus ojitos; y los latidos de su corazón comenzaron a descender, hasta qué pasados escasos minutos dejó de latir.
Así pues, amigos míos...no todo ha sido felicidad, pues esta Navidad, esa pequeña y tan amada avecilla... con su partida; de sumo pesar, embargó nuestro sentir.

Imposible fue esconder la trágica noticia a los demás miembros de la familia... entre ellos a mi nietecita; qué desconsolada lloró...

Pero con el transcurrir de los minutos, entre mimos y besos; por parte de todos los miembros de la familia, pronto volvió a sonreír.
En cuanto a nuestra querida avecilla, nos conforta saber que, a pesar de su trágico final...su sufrimiento no duró más de tres minutos...

¿Que cosas verdad? Nos preparamos para que todo fuese perfecto, creando un ambiente hermoso y lleno de felicidad... y al final el dolor se hizo presente en Navidad.
Gracias a Dios, tal cual ha acontecido en años anteriores, contamos con la bendición de celebrar las fiestas en unión familiar; pues cuando de nuestros seres amados nos encontramos rodeados, toda adversidad es mucho más fácil de sobrellevar.

El mensaje que os deseo transmitir, quizás, es: Que no es buena idea soltar a vuestras aves o mascotas en tiempos de fiesta... y así evitar que un accidente, pueda restarle felicidad a eventos tan especiales...

Pero sobre todo, que valoréis y agradezcáis cada día; por el simple hecho de teneros los unos a los otros... porque en esa bendición; radica la única y verdadera felicidad.

Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
 Silvia Regina Cossio Cámara.

¡Besos y bendiciones para todos!