Érase una vez... una araña, que se llamaba "Viuda Negra".
Ella vivía con su marido y tres hijos. El esposo era un vago de aúpa, siempre estaba tumbado a la bartola, mientras la viuda tejía y tejía.
Un día su marido le dijo:
Querida ... ¿Por qué no me haces un traje?
Ella respondió:
¡Sí claro!
Empezó a tejer y a tejer hasta que le hizo el traje... Pero como estaba tan gordo y no se estuvo quieto, al ponérselo se escurrió de la red cayendo hacia abajo... hacia la punta del traje. La viuda no pudo anudarlo... Lo cual se enredó arriba en la red.
Claro, mientras caía, el traje se iba cerrando y cerrando hasta que se quedó completamente atrapado y hecho un capullo. Este quedo
dentro atrapado completamente.
La viuda al ver que no aparecía dijo:
¡Vaya sinvergüenza! ¡Estrena el traje nuevo y se va a ligar!
Al llegar la noche los niños preguntaron:
- ¿Mamá cuándo vamos a comer?
Ella, como había estado todo el día, tejiendo el traje de su marido, pues no consiguió comida alguna.
Y respondió:
Bueno, vamos a ver qué hay en la despensa...
Allí, colgando, empezó a tirar y tirar; abrió el saco, allí estaba su arácnido, pero como había hecho tanta calor se quedó frito.
Los niños estaban lo más de contentos y decían:
¡Mami, mami las patitas! Primero para chupetearlas,
Así se comieron al papi y les supo delicioso.
Ya la Viuda Negra tenía muchísimo trabajo, pues venían las hormigas; a pedirle que les hiciera trajes para todas, pues eran cientos de ellas.
Claro que a cambio estas les traían comida, para ella y los hijos.
La Viuda Negra lo agradecía, haciéndoles también unos gorritos para el invierno. La fama de la viuda se corrió por todo el reino hasta que llegó a oídos del rey de las chicharras.
Este era un rey muy malvado, pues además de no hacer nada nunca; junto con su ejército solo se dedicaban a comerse todas las hojas de los árboles, y por pereza de no saltar a otro árbol terminan secándose.
¡Además de esto, cuando hacían sus siestas molestaban a todos los vecinos con su constante yiiiiiiiii!
¡Pues la música de violines era de lo más desagradable! Las chicharras eran, superestresantes y destructoras.
Este rey malvado, mando a secuestrar a la Viuda Negra, para que les hiciera trajes a todas las chicharras y así pudieran pasar el frío invierno. <La cogieron entre seis y se la llevaron.
Los niños arácnidos lloraban mucho ante la ausencia de su madre.
Al día siguiente, cuando las hormigas habían ido a llevarles comida... vieron toda su casa destrozada y a los niños heridos.
Dieron la alarma a todas las demás hormigas, haciendo una cadena.
Estas se fueron pasando de una a otra a las pequeñas arañas heridas hasta llevarlas a su hormiguero.
Ya allí las lavaron y cuidaron hasta que se repusieran.
La más chica les contó, que las chicharras se habían llevado a su mamá.
Las hormigas, como andan por todos sitios, empezaron a investigar, y sé
comunicaron con las ardillas... les dijeron:
- ¿Por favor, podrían informarnos si han visto a las chicharras por aquí?
¡No, no!
¡Vale! Si ven algunas nos avisan, es muy importante, que no se les olvide
- ¡Vale! ¡No se nos olvidará!
Siguieron buscando una familia de grillos que estaban cantando a dúo.
- Oh, perdonadme un momento, ¿No habéis visto, ha unas chicharras por algún sitio?
¡No, no! Por aquí no vienen chicharras.
Siguieron buscando.
Un pajarillo que pasaba volando lo llamaron; este aterrizó de media vuelta.
- ¡Ah! ¿Qué queréis? ¡Tengo mucha prisa!
Pues verás: Estamos buscando a unas chicharras.
- ¡Ah! Pues no he visto a ningunas; además son mis platos favoritos.
Ah bueno... ¡Adiós!
- Vale.
Así, estuvieron todo el día sin encontrar nada.
Ya cansadas de buscar, mandaron a llamar, a un investigador... este era una Santa Teresita o caballito del diablo.
Siempre estaba leyendo, además de caminar siempre con un estilo señorial.
La santa Teresita llegó después de varias horas volando hasta el hormiguero.
Pues ustedes dirán,
Era grandísimo al lado de las hormiguillas, estas les dijeron:
Hola santa,
¿Pues ustedes dirán que desean de mí?
Pues verás: Estamos buscando a unas chicharras que han secuestrado a la Viuda Negra.
Esta nos estaba haciendo, unos trajes para el invierno; más nos han dejado sin nada... además de haber maltratado a las arañitas, estas están muy malheridas.
- Bien, vamos a ver, primero a las arañitas,
Estas les contaron todo lo que pasó:
La santa salió un poco cabreada por lo sucedido. Entonces llamó por señales, a través de unos espejos, al señor águila.
Esta le debía algunos favores a santa... llegó casi al instante, pues volaba por allí cerca.
- Hola buen día, santa! ¿Me has llamado?
¡Sí! Mira, me gustaría que me hicieras el favor de llevarme lo más alto posible, para buscar a las chicharras.
Vale sin problemas,
La señora águila la subió muy alto, desde arriba se divisaba todo el reino,
santa había estudiado que estas chicharras vivían, a costa de los demás, se comían todo lo que pillaban, además de destrozar todo.
Santa preguntó al águila,
- Águila ¿Qué es aquello que hay allí... en aquel claro del bosque?
El águila dijo:
¡Pues vamos a verlo ahora mismo!
Se dirigieron hacia allá, y en un montón de troncos rotos en el suelo, estaban las chicharras.
Estas tenían esclavizadas a cientos de termitas para que les dejaran los troncos huecos por dentro, para que estos, fueran sus casas.
A las termitas que desfallecen se las comían.
La santa, antes de ir a decírselo a las hormigas, deseaba asegurarse de que ese fuera el lugar donde tenían retenida a la Viuda Negra, pidiéndole así al Águila:
¿Puedes dar otra pasada un poquito más bajo, por favor?
- ¡Sí, si no hay ningún problema!
Volaron bajito y allí en un tronco seco estaba la Viuda Negra encerrada con unos
barrotes de madera.
Acto seguido la santa le dijo al águila que ya era suficiente, que se retiraran.
- ¡Ya vámonos!
Llegaron al hormiguero y la santa explico a las hormigas exactamente donde estaba cautiva la Viuda Negra.
Las hormigas le pagaron con una gran cantidad de comida... Pues las hormigas tienen siempre las despensas llenas a reventar, pues se pasaban todo el día sin descansar... ¡Trabajando y trabajando!
Sonaron la alarma en el hormiguero y las hormigas reinas, que son las alúás, salieron a miles de los hormigueros...<ellas no salen casi nunca> Más lo hacen solo en casos mayores.
Encima de cada una llevan dos hormigas soldados; estas están dotadas de unas mandíbulas de acero y han salido en grupos de cien.
Han esperado a que sea de noche y para ver el camino llevan cientos de luciérnagas con sus grandes focos.
Han aterrizado a miles, en todo alrededor, haciendo un círculo
tremendo. Acordaron que a la señal de una luciérnaga irán cerrando el círculo, y las irán matando a todas las chicharras, en completo silencio.
Mientras tanto, otro ejército de hormigas van por tierra para llevarse todos los cuerpos de todas las chicharras que maten e irán directo a las despensas de las hormigas.
Pues las chicharras están ¡Superdeliciosas!
Efectivamente, las chicharras por mucho que saltaban como no veían nada de noche... vuelven a caer en el mismo sitio; y así han caído cientos, entre ellos el rey
Al malvado rey se lo han comido allí mismo, para celebrar la victoria.
Ha sido un gran éxito... Mientras lo festejan allí.
Las luciérnagas iluminan todo aquello. Se ha convertido en una gran fiesta nocturna.
Ya sobre las cuatro de la madrugada han partido para casa, pues ya es hora de descansar.
Lo han hecho maravillosamente bien. Han rescatado a la Viuda Negra, quien se encontraba perfectamente, y la han llevado a casa.
Ya en casa, la Viuda Negra, está viviendo con sus hijos felizmente, y sigue tejiendo la ropa de las hormigas.
Han liberado también a las termitas...
Mientras la viuda negra estaba prisionera, había tejido los vestidos de todas las termitas y se los dio como un obsequio.
Nada más........ La vida de los insectos sigue su rutina diaria.
arreglo de imagen.
Silvia Regina Cossio Cámara
v.yr.d0yc.y0.c0.98.
Enrique Nieto Rubio.
derechos de autor.