Hace poco más de cien años, en una ciudad ubicada al noreste de Italia, vivió un hombre a quien se le consideraba el mejor gondolero del lugar.
Trabajaba de sol a sol; pero esto no le importaba, puesto que no había otra cosa que lo llenara tanto, como complacer a los turistas.
Ya era bastante mayor y solo tenía a una niña, quien por esa época tenía quince años. La chica sentía pena por el padre, puesto que era evidente que el gondolero, con el paso del tiempo... el arduo trabajo, lo sobrepasaba; por lo que decidió ayudarle.
La joven se llamaba Laura, y en los últimos cinco años, aprendió a maniobrar el timón perfectamente; mientras tanto su padre se sentaba en la parte de atrás, dirigiendo y corrigiendo los fallos de la chica.
El padre era muy caprichoso, y orgulloso de su góndola; por lo que le había labrado unos puntales de oro, así como infinidad de adornos en la embarcación.
La góndola era admirada y considerada la más hermosa por todos los lugareños, así como los extranjeros que gustan visitar regularmente la hermosa Venecia; así pues, para abordarla debían de hacer reserva con días de anticipación.
La góndola era admirada y considerada la más hermosa por todos los lugareños, así como los extranjeros que gustan visitar regularmente la hermosa Venecia; así pues, para abordarla debían de hacer reserva con días de anticipación.
El tiempo transcurrió, y una mañana el hombre no pudo salir más de casa; pues se había convertido en un anciano enfermizo. Laura lo tranquilizó, expresándole que no debía de preocuparse, pues ella podría desempeñar a la perfección el trabajo.
Laura contactó a su vecina para cuidarlo; quien era madre soltera y de cinco hijos.
Laura contactó a su vecina para cuidarlo; quien era madre soltera y de cinco hijos.
La mujer inmediatamente acudió en su ayuda, puesto que el gondolero siempre le había ayudado a alimentar y a vestir a sus pequeños; quienes consideraban al anciano como un padre.
El día transcurrió sin novedades, y Laura volvió a casa a las nueve de la noche; más, al llegar al pie de la cama de su padre, se percató que el estado de salud de su padre era muy delicado, y que serían pocas horas lo que le restaban de vida.
El día transcurrió sin novedades, y Laura volvió a casa a las nueve de la noche; más, al llegar al pie de la cama de su padre, se percató que el estado de salud de su padre era muy delicado, y que serían pocas horas lo que le restaban de vida.
-Hija, ya no puedo más... ¡Siento que me muero!
Te dejo la góndola y todos mis bienes. Debes de saber que debajo de la cama, encontrarás varias cajas de zapatos, repletas de billetes.
No tengo idea de cuánto dinero he ahorrado, pero es muchísimo... y con él debes de prometerme que ayudarás a María, nuestra vecina, pues sabes que a sus hijos los quiero, tal cual si fuesen mis hijos.<Esto último se lo dijo irónicamente y con una sonrisa picarona>
Te dejo la góndola y todos mis bienes. Debes de saber que debajo de la cama, encontrarás varias cajas de zapatos, repletas de billetes.
No tengo idea de cuánto dinero he ahorrado, pero es muchísimo... y con él debes de prometerme que ayudarás a María, nuestra vecina, pues sabes que a sus hijos los quiero, tal cual si fuesen mis hijos.<Esto último se lo dijo irónicamente y con una sonrisa picarona>
¿Lo sabes verdad?
Luego cerró sus ojos, y se volvió a quedar dormido.
Laura, quien se encontraba agotada, también se retiró a descansar.
Tan pronto amaneció, la joven se dirigió a ver cómo estaba su padre, y se encontró con él había muerto.
Después de llorar desconsoladamente por unas horas, le informó a María lo que había sucedido... y la voz corrió rápidamente por toda la región.
Al entierro acudieron cientos de personas... inclusive del extranjero, pues había muchos que cada vez que visitaban Venecia lo buscaban para requerir de sus servicios y amena compañía.
El sepelio fue muy emotivo, pues muchas personas lo adoraban.
Al entierro acudieron cientos de personas... inclusive del extranjero, pues había muchos que cada vez que visitaban Venecia lo buscaban para requerir de sus servicios y amena compañía.
El sepelio fue muy emotivo, pues muchas personas lo adoraban.
Después de terminados los actos fúnebres, Laura decidió comenzar a trabajar de inmediato y así, en la medida de lo posible divagar su mente, del recuerdo de su padre.
Transitaba por los canales y siempre había clientes esperándola... pues era amable y encantadora como su padre.
Así pasó mucho tiempo, todo era color de rosa, pues recibía muy buenas propinas... por lo que para honrar la memoria de su padre, continúo engalanándola con todo tipo de ornamentación onerosa, gastando fuertes sumas de dinero en ello.
Así pasó mucho tiempo, todo era color de rosa, pues recibía muy buenas propinas... por lo que para honrar la memoria de su padre, continúo engalanándola con todo tipo de ornamentación onerosa, gastando fuertes sumas de dinero en ello.
Además, gustaba limpiarla a diario... acariciando su madera, tal cual si se tratase de una persona... pues la amaba casi de una forma irracional.
Una mañana, después de recoger a una joven pareja, con su pequeña hijita de cinco años... la góndola fue atacada por unos maleantes, quienes mataron a golpes a los turistas y la pequeña.
Laura luchó a muerte contra los vándalos, pero eran demasiados... así que casi nada pudo hacer por ellos.
Uno de los hombres le acertó un golpe, que la hizo caer de espalda, quedando clavada en uno de los puntales, quedando así la góndola llena de sangre. La chica, boca abajo, apenas alcanzó a frotar su mano empapada con sangre en el suelo, exclamando:
¡Observad cómo me han dejado!
Uno de los hombres le acertó un golpe, que la hizo caer de espalda, quedando clavada en uno de los puntales, quedando así la góndola llena de sangre. La chica, boca abajo, apenas alcanzó a frotar su mano empapada con sangre en el suelo, exclamando:
¡Observad cómo me han dejado!
Acto seguido exhaló un último suspiro, y murió con el rostro casi desfigurado por el dolor y con los ojos abiertos.
Los hombres asustados huyeron sin llegar a robar nada.
La góndola siguió a la deriva, hasta que chocó con otra góndola; el dueño de la otra embarcación, al ver lo sucedido, se echó las manos a la cabeza gritando:
¡Dios mío que alguien me ayude! ¡Qué desgracia!
Las autoridades se presentaron inmediatamente y evacuaron a todos de la barca.
A los turistas los repatriaron y a Laura, la enterraron junto a su padre. Toda Venecia lloró su muerte y declararon tres días de luto.
En los días sucesivos, se veía la góndola vagando por los canales, y parándose en cada esquina... como renunciando a relucir su majestuosidad y oro, por todos los canales de Venecia.
La barca continuaba llena de sangre... y para todo aquel que no la conociera... podría suponer esta pintada de rojo.
Los atracadores volvieron a aparecer, y merodeaban el muelle... dispuestos a saltar sobre la góndola par robar todo de ella; y así lo hicieron... más para su horror, la barca parecía tener vida propia, pues se dirigió a medio canal; y allí mismo se dio vuelta completamente... atrapando a los hombres.
Ellos luchaban por su vida, respirando el aire que contenía, él vació de la góndola... y después de angustiantes minutos, de su interior salió un aire fétido... asfixiando a todos en el acto.
Ellos luchaban por su vida, respirando el aire que contenía, él vació de la góndola... y después de angustiantes minutos, de su interior salió un aire fétido... asfixiando a todos en el acto.
Al rato la embarcación, volvió a girar en torno de sí, saliendo a la superficie limpia y reluciente. Los ladrones fueron encontrados hasta el día siguiente, flotando en el canal.
En días sucesivos los niños abordaron la góndola, jugaron con ella y se pasearon por los canales de la ciudad; y cuando cansados se sentían se marchaban a casa... sin maltratar o robar nunca nada.
Sin embargo, lamentablemente no sucedió lo mismo con los adultos... pues muchos de ellos trataron de robarla... y la historia se continuó repitiendo: ¡Los ha vuelto a sumergir a todos!
Esta historia se repitió a lo largo de un año entero... sin importar las diferentes estrategias que muchos bribones, pusieron en práctica a fin de atracar con éxito la nave.
Se cuenta que la góndola desaparece en enero, sin dejar rastro alguno... pero todos los años vuelve en octubre... y permanece hasta finales de diciembre, período de tiempo en el cual navega por los canales, haciendo gala de toda su majestuosidad... y nunca falta quien desee asaltarla; corriendo con la misma suerte que sus antecesores.
Aún hoy en día, muchos afirman que se le ve, paseándose en medio de los canales de Venecia... en búsqueda de eliminar de ese lugar paradisíaco a todo aquel, que busque agenciarse de los bienes ajenos.