creo nuestra galaxia y de hay, un hermoso planeta que fue la tierra,
pero lo que él no creó, fue la vida en este planeta,
pues eso se produjo miles de años después.
Dios solo creaba mundos, galaxias, agujeros negros, cuásares, todo esto,
a partir de las estrellas... pues millones de ellas existen, y quizás hoy en día sigue haciéndolo.
Él nunca descansa, pues el universo es infinito, qué imposible es incluso,
para Él llegar al final.
Dios se alejaría tanto, tanto de nosotros, que jamás volvería a saber de este insignificante planeta, que es la tierra.
El omnipotente Dios ha seguido con su trabajo en los confines de todo el universo.
Hoy por hoy, no podría escucharnos, aun si el mundo entero gritara al unísono; pues solo su Hijo puede comunicarse con Él.
¿Pero qué sucedió?... A Dios le atormenta algo y no sabe que es, algo en su mente le molesta; por lo que un día se paró en un punto del universo, y concentrando su mente, vio que en este planeta, había seres que imploraban por Él, y suplicaban por su ayuda con rezos y demás.
Cuando volvió su mirada hacia nosotros, y nos contempló tan chiquititos como incestos, se preguntó:
¿Pero qué es esto?
Viendo que había gran diversidad de seres en esta tierra, quienes no se comprendían y sufrían mucho... escuchó las súplicas.
Dios no podía intervenir en el ser humano, no estaba preparado para la ternura, el amor, el odio, el cariño, etc., etc. Él es tan grande, que está por encima de todo esto, y si ayudaba a alguien con solo señalar con su dedo podría lastimarle, o incluso destruir la tierra entera.
Por lo tanto, no podía ni fijar la vista en nosotros, pues nos mataría sin querer. Sería como querer partir un piñón, con una superexcavadora... al final no quedaría nada.
Así pues, decidió mandar en su nombre a su hijo Jesús; aunque con menos poderes que Él; pero con la certeza que así ayudaría a los seres de este planeta, y para nuestra buenaventura lo hizo.
Porque de no haber sucedido así, hoy por hoy, Dios no podría escucharnos; aun si el mundo entero gritara al unísono; pues solo su Hijo puede comunicarse con Él.
¿Cómo era Jesús Hijo de Dios, cuando fue enviado a la tierra?
Él era una bellísima persona, que irradiaba luz y no despreciaba a nadie, pues era amigo de todos.
Curaba a los enfermos, como “leprosos”; y daba luz a los“” ciegos; los "cojos" volvían a caminar, desterraba espíritus malignos... y también""resucitaba a los muertos“” ante las súplicas de los familiares.
¿Qué hicimos nosotros, a cambio, por todo el bien recibido?
Lo humillamos, lo traicionamos, golpeamos y ultrajamos hasta asesinarlo de forma brutal y despiadada.
Le proferimos todo el dolor y desprecio que nos vino en gana... y Él ¿Qué hizo a cambio?
Clavado en la cruz, observaba a todos a su alrededor, con su rostro cubierto de sangre, y el corazón contrito de dolor; pues no entendía como al único ser puro en este mundo, Hijo de Dios; se le retribuyera con maldad, todo el bienestar ofrendado.
Jesús, en medio de su angustiosa agonía, no comprendía cómo era posible, que nadie alzara la mano, para interceder por Él... pues Jesús había dado todo por nosotros.
Por lo tanto, no podía ni fijar la vista en nosotros, pues nos mataría sin querer. Sería como querer partir un piñón, con una superexcavadora... al final no quedaría nada.
Así pues, decidió mandar en su nombre a su hijo Jesús; aunque con menos poderes que Él; pero con la certeza que así ayudaría a los seres de este planeta, y para nuestra buenaventura lo hizo.
Porque de no haber sucedido así, hoy por hoy, Dios no podría escucharnos; aun si el mundo entero gritara al unísono; pues solo su Hijo puede comunicarse con Él.
¿Cómo era Jesús Hijo de Dios, cuando fue enviado a la tierra?
Él era una bellísima persona, que irradiaba luz y no despreciaba a nadie, pues era amigo de todos.
Tenía infinidad de poderes; pues a las piedras las convertía en pan; multiplicaba los peces en un río muerto... pero sobre todo pregonaba la palabra de Dios, brindando todo su amor, sin ninguna distinción a todo aquel que se le acercaba.
Curaba a los enfermos, como “leprosos”; y daba luz a los“” ciegos; los "cojos" volvían a caminar, desterraba espíritus malignos... y también""resucitaba a los muertos“” ante las súplicas de los familiares.
¿Qué hicimos nosotros, a cambio, por todo el bien recibido?
Lo humillamos, lo traicionamos, golpeamos y ultrajamos hasta asesinarlo de forma brutal y despiadada.
Le proferimos todo el dolor y desprecio que nos vino en gana... y Él ¿Qué hizo a cambio?
Clavado en la cruz, observaba a todos a su alrededor, con su rostro cubierto de sangre, y el corazón contrito de dolor; pues no entendía como al único ser puro en este mundo, Hijo de Dios; se le retribuyera con maldad, todo el bienestar ofrendado.
Jesús, en medio de su angustiosa agonía, no comprendía cómo era posible, que nadie alzara la mano, para interceder por Él... pues Jesús había dado todo por nosotros.
Con excepción de su Madre y María Magdalena, nadie una lágrima por Él derramó por... Todo lo contrario, no sentimos conmiseración o empatía por su dolor; pues nos mofamos y reímos, como si tuviese gracia, el sufrimiento por el cual estaba atravesando.
Pienso que más, que los latigazos, clavos y humillaciones... nuestro desamor fue lo más que le dolió.
¿Triste y lamentable verdad?
Su madre María entendió que no éramos dignos de tener un Dios; y resignada, aceptó su dolor, y con apenas fuerzas para sostenerse, junto a su Hijo, se quedó, siendo testigo de ese terrible espectáculo, en que la vida de su Hijo poco a poco perdía...
Sufrió toda esta barbarie, por el simple hecho de repartir amor, y ayudar a los más necesitados... pobre todo, aceptar ser sacrificado, para de esta forma concedernos la oportunidad de un día volver a la presencia de Dios.
Antes y después de Jesús, Dios mandó a muchos profetas más, a esta tierra... quienes por diversidad de motivos se fueron difuminando de este mundo.
Pienso que más, que los latigazos, clavos y humillaciones... nuestro desamor fue lo más que le dolió.
¿Triste y lamentable verdad?
Su madre María entendió que no éramos dignos de tener un Dios; y resignada, aceptó su dolor, y con apenas fuerzas para sostenerse, junto a su Hijo, se quedó, siendo testigo de ese terrible espectáculo, en que la vida de su Hijo poco a poco perdía...
Antes y después de Jesús, Dios mandó a muchos profetas más, a esta tierra... quienes por diversidad de motivos se fueron difuminando de este mundo.
Todos sus apóstoles sufrieron persecución, y en su momento los mataron de forma violenta... y ya veis, solo ha quedado en la tierra sus imágenes, las cuales se utilizan para rememorar los sucesos acaecidos, o como recordatorio para quienes creen en Él Hijo de Dios... y en algunos casos, ni eso... pues también su memoria se trató de borrar de la faz de la tierra; destruyendo todo cuanto pudieron, en lo concerniente a la venida del Hijo de Dios.
Es posible que si Jesús hubiera continuado en la tierra, por algunos años más... todo sería diferente; pues Él quizás hubiera tenido descendencia; sus hijos hubieran heredado sus poderes; y con ello habrían ayudado a millones de personas en el mundo.
Ellos no hubieran consentido que nadie acaparará riquezas; mientras otros no tuvieran que comer. Y tal cual lo hacía Jesús, serían quienes viajarán por el mundo entero, difundiendo sus maravillosas enseñanzas.
Todo sería diferente, pues incluso no creo que las grandes guerras que han devastado a países enteros, y a lo largo de los siglos, contra la humanidad... se hubieran llevado a cabo; porque sus herederos las hubieran rechazado.
A través de sus enseñanzas y sus dones, todos seríamos más justos, nobles, sabios... mucho más humanos y conscientes, la importancia de vivir en paz y armonía, ayudando a los menos desafortunados.
Sí, definitivamente gozaríamos del privilegio de vivir en un mundo sano, y no condenados a vivir en uno... que podrido esta; por la falta de amor y carencia de virtudes. Es posible que hoy todos formaríamos parte del reino de Dios, viviendo, desde ya, en un paraíso terrenal, tal cual lo hicieron Adán y Eva.
En fin, lo más increíble de esta historia, es que sin importarnos haberle crucificado... todos hoy en día, a través de nuestros actos; seguimos haciendo sus heridas más significativas; pues olvidamos que cada vez que pecamos... ¡Un clavo más insertamos, en el Hijo de Dios!
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*