El lobo, salía todos los días de su casa, para dirigirse a su trabajo. En ese entonces era un lobo bueno.
Tuvo muchos lobitos, y su esposa, Blanca, reía y bailaba felizmente... todo era de rosas y cantares.
Pero esta mañana, el lobo salió como siempre, tomó su café y se dirigió a su trabajo. Todo iba bien, hasta que encontró las puertas de su trabajo, cerradas a cal y canto.
Un cartel insignificante decía: En el nombre del alcalde estáis todos despedidos, pues el señor alcalde se ha fugado con todos los millones de la ciudadanía.
El lobo no llegó a casa hasta las diez de la noche. Ya iba transformando en un lobo malo, y feroz; Borracho y vociferando, ante todo el que frente a él pasaba.
Su corazón se había envenenado con la inmundicia del gobierno; que buscando la ruina de todo cuanto trabajador tenían en su país.
Muchos lobos feroces ha creado en tan poco tiempo, que ya nadie se siente seguro.
Después de un largo rato, llegó a casa el lobo feroz... con el dedo en el timbre, no dejaba de presionar; Mamá Blanca, preocupada, abrió y viendo al lobo feroz, le preguntó:
¡Qué te pasa lobito bueno... por qué has tocado así!
El lobo contestó:¿Déjame en paz, Blanca estúpida? Acto seguido le proveyó un empujón tirándola contra la esquina del pasillo, causándole una brecha tremenda en la ceja.
El malvado lobo, ni siquiera la miró y mucho menos se disculpó. Con voz ronca ordenó: ¿Sírveme la comida, vieja, estúpida?
Los pequeños lobitos, habiendo presenciado todo cuanto ocurría, asustados, se escondieron por toda la casa... temblando de miedo, por lo sucedido.
La infeliz mamá no entendía nada, estaba atónita ante la inusual conducta de su marido... solamente alcanzó a sentarse en el suelo mareada y llamó a su hijita, la mayor; quien tenía trece años.
Ella aterrada le preguntó: en voz bajita a su mamá
¡Qué pasa mamita!
La madre respondió:
¡No te preocupes... todo está bien, solamente hazme el favor de ponerle la comida a tu padre en silencio, y no le digas nada!
El lobo contestó:¿Déjame en paz, Blanca estúpida? Acto seguido le proveyó un empujón tirándola contra la esquina del pasillo, causándole una brecha tremenda en la ceja.
Los pequeños lobitos, habiendo presenciado todo cuanto ocurría, asustados, se escondieron por toda la casa... temblando de miedo, por lo sucedido.
La infeliz mamá no entendía nada, estaba atónita ante la inusual conducta de su marido... solamente alcanzó a sentarse en el suelo mareada y llamó a su hijita, la mayor; quien tenía trece años.
Ella aterrada le preguntó: en voz bajita a su mamá
¡Qué pasa mamita!
La madre respondió:
¡No te preocupes... todo está bien, solamente hazme el favor de ponerle la comida a tu padre en silencio, y no le digas nada!
La lobita cogió el pan rápidamente y se lo puso en la mesa,
y corrió a curar a su mamá.
Blanca, con lágrimas en los ojos, no entendía ese cambio de actitud y decidió no cuestionarle el porqué de su conducta.
La noche fue intensa... y de allí en más, o menos medida, el miedo y la desolación pasaron a formar parte del estado anímico de todos los miembros de la casa.
y corrió a curar a su mamá.
Blanca, con lágrimas en los ojos, no entendía ese cambio de actitud y decidió no cuestionarle el porqué de su conducta.
La noche fue intensa... y de allí en más, o menos medida, el miedo y la desolación pasaron a formar parte del estado anímico de todos los miembros de la casa.
El malvado lobo, después de llenar su panza, levantaba los brazos y exclamaba: ¿Ahhh que bien he comido...me voy a la cama a descansar, y más les vale, que no escuche ni a una mosca revolotear?
El lobo se marchó hacia sus aposentos.
Mama Blanca quedó triste, sentada a la mesa y le dijo a su hija mayor:
¡Por favor sirve la comida a tus hermanos, que yo estoy muy mal!
La lobita repartió los alimentos, y sin decir palabra alguna; todos los lobitos, se sentaron a cenar amargamente.
Luego Blanca le pidió: a la niña, que ayudara, a acostarse a sus hermanitas, y ella, como siempre, obedeció sin rechistar.
Ya con toda la casa en silencio, Blanca quedó sola en el salón; muy triste por lo ocurrido y sin probar bocado alguno... decidió no ir al dormitorio porque no quería correr el riesgo de volver a enfurecer al lobo feroz.
La lobita repartió los alimentos, y sin decir palabra alguna; todos los lobitos, se sentaron a cenar amargamente.
Luego Blanca le pidió: a la niña, que ayudara, a acostarse a sus hermanitas, y ella, como siempre, obedeció sin rechistar.
Ya con toda la casa en silencio, Blanca quedó sola en el salón; muy triste por lo ocurrido y sin probar bocado alguno... decidió no ir al dormitorio porque no quería correr el riesgo de volver a enfurecer al lobo feroz.
Las horas fueron pasando, hasta que cayó rendida en un sillón.
A la mañana siguiente, el lobo feroz, tomó su café y marcho al trabajo... pensó que todo lo ocurrido había sido solamente un sueño.
Marchó con paso firme... pero cuando llego al trabajo, se convenció de que no era un sueño; todo lo sucedido era real... aquella maldita puerta, seguía con ese horrible letrero.
Se dio la vuelta y se dirigió al bar de la esquina, allí se reunió con varios compañeros de trabajo.
Marchó con paso firme... pero cuando llego al trabajo, se convenció de que no era un sueño; todo lo sucedido era real... aquella maldita puerta, seguía con ese horrible letrero.
Discutían sobre sus corruptos gobernantes, sus destinos y los de sus familias. Con tanta discusión y entre copa y copa, les dieron las once de la noche.
Blanca ya se temía lo peor, su cuerpo temblaba y el miedo ya la estaba acechando una vez más.
Sobre las una de la madrugada, sintió que alguien se acercaba con pasos bruscos y torpes por las escaleras... era el lobo malo quien estaba de vuelta en el hogar.
Blanca ya se temía lo peor, su cuerpo temblaba y el miedo ya la estaba acechando una vez más.
Sobre las una de la madrugada, sintió que alguien se acercaba con pasos bruscos y torpes por las escaleras... era el lobo malo quien estaba de vuelta en el hogar.
Blanca corrió a abrir la puerta antes de que el lobo tocara el timbre y se impacientara... este igual entro con muy malos modos y sin decir nada se sentó en la mesa.
Para esa hora, gracias a Dios, los lobitos ya estaban durmiendo.
Blanca le sirvió la cena, pero en esta oportunidad al lobo no le agradó la comida y lanzó el plato por los aires, el cual se fue revoloteando, rozando así el rostro a Blanca... quien a duras penas alcanzó a lanzarse para atrás, y así evitar que la impactara directamente.
¿Esto; es basura... dijo el lobo?
¿Vaya mierda de cena, Cada día me sirves de menos... eres una inútil y te voy a dar una ostia hasta arrancarte la cara?
Blanca se echó para atrás, sin decir palabra alguna, para así no tentar más al diablo.
Con tanto griterío y alboroto los pequeños se despertaron y los corazoncitos de los lobitos se agitaron tremendamente.
Entre chillidos, la más pequeñita cuestionó a su hermanita:
¡Hermana tengo miedo! ¡Que le está pasando a papá!
No sé cielo, pero no te preocupes porque todo se arreglara.
El lobo se fue a la cama sin cenar... más pasado un rato, llamó a Blanca para que entrara al dormitorio; ella se rehusaba, pero él vociferó amenazante:
Blanca se echó para atrás, sin decir palabra alguna, para así no tentar más al diablo.
Con tanto griterío y alboroto los pequeños se despertaron y los corazoncitos de los lobitos se agitaron tremendamente.
Entre chillidos, la más pequeñita cuestionó a su hermanita:
¡Hermana tengo miedo! ¡Que le está pasando a papá!
No sé cielo, pero no te preocupes porque todo se arreglara.
El lobo se fue a la cama sin cenar... más pasado un rato, llamó a Blanca para que entrara al dormitorio; ella se rehusaba, pero él vociferó amenazante:
¡O entras por las buenas o te meto de una ostia!
Ella, aterrada, accedió ingresar y sin decir más nada; se dejó violar por el lobo que, enfurecido, descargaba en ella todo su odio y frustración.
A la mañana siguiente, Blanca determinó que no podía continuar más; y por la noche, al llegar el lobo se lo informó, él en respuesta la golpeó en el rostro... al punto que sus ojos estaban tan amoratados e hinchados, que no podía ver más allá de su nariz.
Blanca, desconsolada y sin saber qué hacer, llamó a su mamá y le dijo:
¡Mamá, te pido que nos acojas en tu casa, papá lobo se ha vuelto malo, nos trata mal y me ha pegado varias veces!
El abuelo lobo, al enterarse de lo sucedido, se enfureció enormemente, y cogiendo un gran bastón que colgado tenía detrás de la puerta salió.
Con lágrimas en los ojos, abordó su vehículo y se dirigió hacia la casa de su hijita querida; manejaba con una ira tremenda, y cuando llegó al frente de la casa, de un solo pisó los frenos; bajó del vehículo y bastón en mano timbro a la puerta.
¡Papá, qué haces aquí!
¿Coge a los lobitos, recoge algunas cosas que te sean indispensables y súbete al coche? ¡Pero papá! ¿Sin peros, Haz lo que te ordeno?
Blanca salió con todos los niños y se subieron al coche.
El abuelo les dijo:¿Esperen un momento... que vuelvo enseguida Vale?
Papá lobo estaba sentado en la mesa sin atreverse a decir nada; quizás arrepentido de lo ocurrido la noche anterior.
El abuelo puso el bastón en lo alto la mesa y a él se dirigió:
¡Que pasa contigo, Te crees muy hombre maltratando y pegándola a una mujer!
El abuelo les dijo:¿Esperen un momento... que vuelvo enseguida Vale?
Papá lobo estaba sentado en la mesa sin atreverse a decir nada; quizás arrepentido de lo ocurrido la noche anterior.
El abuelo puso el bastón en lo alto la mesa y a él se dirigió:
¡Que pasa contigo, Te crees muy hombre maltratando y pegándola a una mujer!
El lobo apenas quiso pronunciar una palabra cuando el abuelo ya le había metido el bastón en la boca... rompiéndole cuatro dientes. El lobo feroz ya no parecía ser tan valiente, ahora solo se quejaba porque sangraba como un cerdo.
El abuelo lo instaba a responderle: ¿Qué pasa lobo bravucón, Vamos... demuéstramelo que tienes para dar?
El lobo lo miraba con respeto y desconfianza, pues temía le diera otra paliza.
El abuelo le puso el bastón sobre los ojos diciéndole:
¿Si tan solo te atreves a volver a mirar a mi hija o a rozar uno de sus dedos con malos modos, Te juro que te mato cabrón asqueroso?
¿Ella te ha dado todo a lo largo de tu puta vida, y no será así como se lo pagarás? ¿Vil y asqueroso gusano?
Todo esto sucedía mientras el abuelo hundía el bastón sobre su hombro, obligándolo a agacharse cada vez más... hasta tenerlo de rodillas.
¿Ya estás advertido? ¿Si la vuelves a tocar te mato Y si vuelves a beber te mataré por igual... esto lo juro por lo más sagrado de este mundo?
Todo esto sucedía mientras el abuelo hundía el bastón sobre su hombro, obligándolo a agacharse cada vez más... hasta tenerlo de rodillas.
¿Ya estás advertido? ¿Si la vuelves a tocar te mato Y si vuelves a beber te mataré por igual... esto lo juro por lo más sagrado de este mundo?
´¿Ahora le diré a tu familia que entren Todos en la casa?... y pegando un gran bastonazo sobre la mesa que partió una de las esquinas... se marchó.
El abuelo era de complexión pequeña, pero con muy mala ostia cuando le tientan a sus seres amados y mucho más tratándose de forma tan salvaje.
Desde este mismo día, el lobo feroz jamás volvió a mirar a su mujer de forma inapropiada y mucho menos volvió a faltarle al respeto.
Desde este mismo día, el lobo feroz jamás volvió a mirar a su mujer de forma inapropiada y mucho menos volvió a faltarle al respeto.
Después de unos días, el lobo le comentó a Blanca lo ocurrido con su trabajo, y acordaron que ambos trabajaran arduamente para sacar a la familia adelante; y acordaron que todo lo sucedido quedaría en el pasado y continuarían con sus vidas, tal cual lo habían hecho en años pasados.
Con paciencia y el apoyo de su mujer, el lobo volvió a ser bueno; buscó un nuevo empleo y de nuevo reinó la paz en su hogar.
Por las tardes, al regresar a casa, ya nadie tenía miedo, los lobitos esperaban a su padre en la puerta de la casa, llenos de felicidad... y él, en recompensa, les expresaba su amor lamiendo sus mejillas y haciéndoles cosquillas por doquier.