Aquí
en esta casita,
vivía
un humilde granjero de 50 años,
vivía
solo, y con toda clase de animales de granja. 
Él,
era muy feliz aquí, pues lo tenía todo, cuanto podía
desear. Y
por apodo le llamaban Carlos.
Pues
de vez en cuando, se marchaba al pueblo,
a
comer y divertirse en la cantina.
Aunque
últimamente, no se le veía por allí, ya que el pueblo, estaba a 30
Kilómetros de donde vivía. Se dedicó a construir una
preciosa baya que iba pintando en blanco.

Un
día, de agosto, que hacía una calor tremenda. Estaba
liado como de costumbre, alzó su
vista al horizonte,
cuando
vio un busto a lo lejos, desplomándose, en el suelo. lo
vio de re filón, sin fijarse siquiera.
Y
supuso que sería un animal. Pero
cómo tenía mucho tiempo. y ya estaba algo cansado, de
la brocha. Decidió ir a ver que era.
Cuando
se acercó, vio que era una mujer

vestida, de unos 30 años.
La ayudó a
levantarse y la acercó a la casa, pues estaba como perdida y parecía
una momia en su forma de andar. Carlos le dio agua cuando pasó,
un rato, ella abrió los ojos y lo miró, pero
parecía que ni lo viera.
Carlos,
viendo que no respondía, la tumbó en una hamaca que tenía en
el porche.

Allí,
estaría más fresca, así que la dejó descansar.
Él
creyendo, que cuando, se
repusiera, seguiría, en su caminar.
Se
ha echado la noche, y ella sigue allí tumbada. intenta hacerla
reaccionar, haciéndole preguntas, de quién era y
que hacía por allí. Pero ella, como si estuviera
muerta, él le dio agua varias veces,
y ella parecía tranquila,
como drogada o algo así. Él no
podía hacer más por ella, pues no respondía a nada.
Intentó
darle de comer, pero ella no se inmutaba
así
que opto por meterla en una pequeña cama, que tenía en su
salón, y él se marchó a su habitación.

estuvo
toda la noche con la puerta abierta, por si ella se quejaba o algo
así.
Estuvo
hasta las cuatro, de la madrugada viendo la televisión. hasta
quedarse rendido.
a
la mañana siguiente, se levantó, y viendo que la mujer, estaba
sentada en el porche, mirando la salida del sol.
Carlos
le dio un tazón, con leche y galletas, pero ella no hacía nada,
así que se decidió a dárselas con una cuchara.
bueno,
ella abrió la boca y se las fue comiendo, poco a poco, hasta
comerse el tazón entero,
menos
mal dijo; él.
ella,
se levantó y se dirigió al baño, qué ni cómo lo sabía ella.
Hizo
lo que fuera, y salió muy recta y se volvió a sentar.
Carlos
le hablaba, pero ella como si no le oyera.
así
que se fue a su trabajo de diario y allí la dejó.
Llegó,
al mediodía y viendo que seguía sentada, la metió en la casa y la
sentó a la mesa. puso
la televisión, y preparo algo de comer.
Ella, fija en la televisión, como si no estuviera.
Así
hizo una sopita, pero ella por sí sola no comía.
Así
que se la tuvo quedar él, y
ella la comió, como si fuera una niña pequeña.
Ya
han pasado varios días, y lo cierto es que esta mujer tiene que
bañarse, pues sus cabellos, los
tiene, con muchos caíllós, de estos que se enredan tanto en el
pelo.
Carlos
se los está quitando, poco a poco, y le da algún tirón
que otro, sin querer, pero ella ni se queja siquiera.
Él le dice, ¡tienes que bañarte, pues estás muy sucia!
ella solo lo mira
pero no responde,
él
ha llenado la bañera y la ha tenido que desnudar, completamente.

Ella
sigue de pie, sin pestañear, la
ha metido en la bañera, con agua templada y parece que le ha
gustado, pero
Carlos la tiene que enjabonar.
Ya hacía mucho
tiempo, que no veía a una mujer desnuda y no paraba de soplar.
Una
vez la enjabonó, la dejó un buen rato metida en la
bañera, pues hacía una calor

tremenda.
Sobre las siete de la tarde, la sacó de la bañera y la estuvo
secando, con una toalla.
Él
no quería ni mirarla, aunque estaba muy hermosa. le puso una
bata, que tenía, en un armario, era de su madre, ya
muerta hace años.
La
sentó en el salón y le puso un plato de comida, ya parecía que
reaccionara mejor y cogió la cuchara, más con algún
trabajo, se la llevó a la boca.
Carlos,
le preguntó:¡cómo te llamas! Ella lo miró, pero era como si su memoria no la tuviera.
¡bueno
tranquila le dijo.!
Ya
tarde la llevó a la cama, y la acostó, ella sin más se
dejó llevar.

Sobre
las cuatro de la mañana,
se
sentía gemir, con mucha tristeza.
Él
se levantó y se dirigió hacia ella,
se
sentó al lado y le dijo:

¡qué te
pasa.! Ella, como asustada, le puso la cabeza junto a él y cerró sus
ojos, quedándose más tranquila.
Al
rato, Carlos, ya cansado, se marchó a su habitación y hasta la mañana
siguiente.
ya
sobre las seis de la mañana, olía a café.

Carlos,
sorprendido, abrió los ojos y dijo:¡qué raro, que es esto.!
se
puso sus zapatillas y allí en la cocina estaba la mujer, preparando
un buen desayuno a Carlos, ella,
se dio la media vuelta, bien peinada, con un pelo precioso tanto a arriba como abajo. y le
dijo:
¡buenos días, señor, se quiere sentar.!
Él
no sabía que responder, se sentó y ella le puso un
delicioso desayuno, y
le dijo: ¡soy María y tú! ¡Yo Carlos.!
María
le pregunta: ¡que hago en tu casa! Y él le
responde¡hace algunos días, apareciste
en un mal estado.!
¡A, pues no sé, no recuerdo nada.!
¡ni
quien eres! ¡No! ¡Y como que estoy desnuda.! Él se puso colorado
como un tomate, y no sabía como responderla, y titubeando le
dijo:
¡si
es que ayer te tocó tu baño del día jajajá! ¡Perdón!
¡Hay no me habrás mirado verdad.!
¡No...
para nada.!
¡Ni me habrás tocado verdad!
¡No... bueno con la esponja, tenía que quitar todo el
barro que traías.!
¡hay, hay, a saber qué me has hecho tú.!
Ella
sonriendo.
lo
cierto es que la mujer tenía que ser de buena familia, pues tenía un cuerpo, muy bien cuidado.
a
sí hablaron de muchas cosas, menos de su pasado que no
quería recordar.
Ella
le dijo: ¡aquí me siento muy feliz, y me quedaré para
siempre.! ¡Si tú quieres claro.!
¡y
cómo no, iba a querer, si eres una mujer preciosa y hermosa.!
con
el paso del tiempo y poco a poco se fueron enamorando. Y vivieron
muy felices en todos los tiempos, ella jamás recordó nada
de su pasado. Llegaron a tener cinco hijos preciosos.
Fin.
Enrique
Nieto Rubio.
derechos
reservados de autor.
colabora en imagen .
Silvia Regina Cossio Cámara.
DA.D.DOYA.D.OO.98.