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Mi amor, que en un instante a mi lado te encuentras... haciéndome creer que para siempre te has de quedar; más repentinamente impávida me dejas, pues frente a mis ojos como fugaz neblina, inmediatamente y sin dudar, te vuelves a disipar.
Me encuentro en la fría penumbra, musitando tu nombre, como el más bello de los versos; con la vana esperanza que pronto tus pasos, a mi regresarán…esperando en la loca ilusión de escucharte decir que me amas, y que mío para siempre serás.
Quizás no te das cuenta que el tiempo y la distancia, como acérrimos enemigos muy pronto contra nosotros se tornarán; pues el calendario nunca se detiene, y transcurre sin compasión e indiferente...despojándonos de la magia que contiene la vida.
En esta soledad que cala mi alma contrita, mi corazón exhausto una y otra vez se ha vuelto a preguntar: ¿Cuándo llegaré a vislumbrar el bendito día, en que cansado de visitar otros puertos, en el mío te comprometas...y las velas desistas izar?
Terminar con esta impía distancia es mi deseo, que como paupérrimos esclavos, en este infierno, confinados nos ha llegado a retener; y tiempo es lo que a Dios imploro, porque amarte sin medida, en cuerpo y alma es lo que ansío realizar.
Un lustro, paciente he esperado, y mi amor permanece incorrupto; así pues mi bien amado, si el sentimiento que me profesas es verdadero...no distraigas tus pasos; no interrumpas más nuestro encuentro, porque ambos nos vamos a perder.
"Pues el tiempo y la distancia son fieros; y sin que tu repares, nos están robando la vida, y la ilusión"