Entré en el mundo de los sueños
y allí vi, en la cima de la cúpula dorada, una preciosa haditá.
Ella, con sus candiles en sus manos, buscaba a un amado de mil años atrás, pues se prometieron amor del bueno entonces.
En la penumbra de la noche, entre luciérnagas encendidas.
Ella lo buscó y buscó, pero no había nadie, y el lago azul se iluminó.
¿Qué pudo pasar? La Adita se preguntó:y a las luciérnagas a dúo,
se las comió el dragón,
La hadita triste, no pudo hacer más, y seguiría buscando,
por toda la eternidad.
Un ninfa enamorado, que también paso por allí,
buscando a su hermosa ninfa, que creyó nacer allí.
De bruces los dos se dieron, y se rompieron la nariz.
Y terminaron en el suelo, que nada se veía a allí.
¡Coño que tortazo me he pegado! El Ninfa contestó:
mientras el hada se levantaba, y un chupetón que le dio,
¡a que es esto, Dios mío, que de baba me ha llenado!
¿Oye sin insultar que soy una Ninfa enamorada?
¡Me has dado un beso en los labios, que casi me dejas chupado!
¿Hay perdón? Dijo la hadita:¿si es que aquí no se ve nada, he chocado con algo gordo?
¡Oye niña sin insultar, que yo buscaba a una novia!,
y nos íbamos a casar!
¡habría que ver esa boda, con un ninfa barrigón!
así lo mismo está tu novia, gorda como un porrón!
¿Oye hadita, un respeto nada más?
que a saber qué hacías tú aquí,
qué seguro lo fea que serás?
¡ya vale de, des calificaciones!, las luciérnagas con mucho son,
iluminaron todo aquello y ya se vieron los dos.
¿Huy, lo cierto es que no eres fea, y que tipito que tienes?
¡huy, pues barrigón, tú no eres, esos bises de hombretón!
Empezaron con halagos, detrás siguió la pasión,
y al poco empezaron besos, y seguido de un amor.
Que los dos quedaron juntos,
procesándose todo su amor.
Desde entonces cambiaron de rumbo
y vivirían su pasión, en un gran valle de estrellas,
para siempre todo su amor,
y tuvieron ninfos haditos y cantaron la canción,
de la magia en los sueños, para siempre con amor.
Enrique Nieto Rubio.
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