Cuando fuimos a la playa.
Amor purito nos prometimos,
en aquel bello atardecer.
Cuando los dos enamorados,
ilusionados nos besábamos dulcemente.
Luego paseábamos por las calles,
e íbamos siempre abrazados los dos…
¡Cuánto sentimiento, amiga!..
¡Cuánta dicha y amor nos embargaba!
Tu bella siempre,
con tu hermoso cabello rizado,
jugueteando con el viento…
El que a su vez acariciaba mi rostro.
Así todas las tardes, hasta el anochecer.
Un día, subimos al hotel...
Tú, deseosa de mí, y yo frenético por tenerte.
¡Qué noche tan maravillosa!
pasamos haciendo el amor, una y otra vez...
tal parecía que no era suficiente,
¡como si el mundo se nos fuese a terminar!
Recuerdo cielo, esa vez…
Cuando los rayos del sol entraron por la ventana;
aún liados nos encontrábamos en la alcoba,
cuando tu amor mío, me dijiste:
¡Tengo hambre! ¡Siento que desfalleceré!
Eso desató un llanto de risas en los dos,
que al final las lágrimas rodaban,
por nuestros rostros y por las blancas sábanas.
Ese tiempo fue maravilloso,
pues amándonos estuvimos,
el lapso de dos semanas.
¡Cuánta felicidad, amada mía!
Todo fue como en un sueño,
mágico y de fantasía.
Cuando regresamos,
al domingo siguiente;
decidimos dirigirnos al ayuntamiento,
para pedirle al alcalde,
que uniera nuestras,
vidas para siempre...
¡Fue magnífico!
Después, ambos muy felices,
salimos del ayuntamiento,
y dulcemente me susurraste:
Soy infinitamente feliz…
Ahora vete y espérame en la playa...
que no tardo nada
Emocionado me dirigí hacia el lugar indicado...
más con el paso del tiempo,
tú no aparecías;
me senté a la orilla del mar,
con mis pies cansados en el agua...
Diez años han transcurrido,
y estuve día tras día, esperándote.
Más jamás llegaste;
y no puedo dejar de preguntarme:
¿Qué fue lo que sucedió ese día, mi amor?
Desde que de mí te fuiste,
las noches pasan y se vuelven,
en nuevos amaneceres...
pero para mí siempre, todo mi mundo es gris...
se murió el sol, los colores no existen...
y hasta el agua del mar se ha secado.
. Convirtiéndose en una playa de arena gris.
¡Sí! Arena inclementemente sofocadora,
y abrasadora, que marchitó mi cuerpo.
Hoy en que anciano me encuentro,
sin fuerzas y con pocas... muy pocas lágrimas.
Visitó de vez en cuando nuestra playa;
la cual se encuentra vacía, triste y amarga...
cargada solo de recuerdos ingratos,
y de pena... ¡Qué paso, cariño mío, que paso!
Enrique Nieto Rubio.
*Derechos Reservados*
Cerca de aquella playa, un garito que llevaba muchos años cerrado, lo están limpiando para venderlo, y entre la basura ha salido un diario viejo, y en su portada salía de aquellos tiempos. Una chica atropellada al cruzar la calle,
falleciendo en el mismo instante... fin.
Enrique Nieto Rubio.
derechos de autor.
Colabora en imagen,
Silvia Regina Cossio Camara.