miércoles, 25 de diciembre de 2013

..Anécdota triste de Navidad.


Hoy 25 de diciembre del 2013, día en que celebramos Navidad... como es costumbre después de la Nochebuena, celebramos juntos con toda la familia.

¿La hemos pasado estupendamente bien, mi señora ha preparado una espléndida mesa y felices, hemos degustado de todos los exquisitos platillos que acostumbra a preparar... que les puedo decir? Esto se le da de muerte... ¡Ella es una mujer única y especial!

Bueno, pero esta no es la anécdota que en este momento les deseo compartir... y para mi pesar no es buena.


Por la mañana he liberado por el salón a un periquito y a un agapornis; avecillas que hemos criado desde que eran apenas unos pichones... y desde ese entonces las acostumbré a salir, de su jaula... pues debéis de saber que gusto de sacarlas de su encierro, para que vuelen y se diviertan un poco.

Mi chico de trece años estaba superilusionado con las aves, pues de vez en cuando... también gustaba de llevárselas a su habitación, para contemplarlas revoloteando a su alrededor.

Durante las dos primeras horas y como siempre, todo había marchado de maravilla... pero de pronto una de ellas, ha chocado con una pequeña maceta; que mi esposa había colocado como ornamento de Navidad.
No alcanzo a comprender, como una de sus patitas enganchada a un aro quedo; y al intentar remontar su vuelo, cayó abruptamente al suelo, con su patita abierta.
Al observar que no se movía. Con profunda pena he deducido que moría. Mi hijo la recogió y muy triste me pregunto: ¿Qué hago?

-Dámelo le respondí.

Al cogerlo me di cuenta, que se había roto la pata por encima del muslo... y cuando me dispuse a unirla, se le cerraron sus ojitos; y los latidos de su corazón comenzaron a descender, hasta qué pasados escasos minutos dejó de latir.
Así pues, amigos míos...no todo ha sido felicidad, pues esta Navidad, esa pequeña y tan amada avecilla... con su partida; de sumo pesar, embargó nuestro sentir.

Imposible fue esconder la trágica noticia a los demás miembros de la familia... entre ellos a mi nietecita; qué desconsolada lloró...

Pero con el transcurrir de los minutos, entre mimos y besos; por parte de todos los miembros de la familia, pronto volvió a sonreír.
En cuanto a nuestra querida avecilla, nos conforta saber que, a pesar de su trágico final...su sufrimiento no duró más de tres minutos...

¿Que cosas verdad? Nos preparamos para que todo fuese perfecto, creando un ambiente hermoso y lleno de felicidad... y al final el dolor se hizo presente en Navidad.
Gracias a Dios, tal cual ha acontecido en años anteriores, contamos con la bendición de celebrar las fiestas en unión familiar; pues cuando de nuestros seres amados nos encontramos rodeados, toda adversidad es mucho más fácil de sobrellevar.

El mensaje que os deseo transmitir, quizás, es: Que no es buena idea soltar a vuestras aves o mascotas en tiempos de fiesta... y así evitar que un accidente, pueda restarle felicidad a eventos tan especiales...

Pero sobre todo, que valoréis y agradezcáis cada día; por el simple hecho de teneros los unos a los otros... porque en esa bendición; radica la única y verdadera felicidad.

Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
 Silvia Regina Cossio Cámara.

¡Besos y bendiciones para todos!







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