viernes, 3 de agosto de 2012

..El Rey y sus hijos gemelos (Cuentos) de Enricostro.

 Érase una vez, en la ciudad de Antras, en las afueras de la ciudad, en una montaña muy alta.

 un castillo inmensamente grande, allí vivía el Rey, que tenía dos hijos gemelos de dos años.

La madre murió al dar a luz, y los niños fueron creciendo.
 Un día el rey iba en su gran corcel, un caballo blanco hermosísimo, con una brecha negra en la frente.

Iba con sus hijos bajando aquella cuesta empedrada que rodeaba el castillo y toda la montaña.

Esa mañana, sería un día negro para el rey, pues de pronto una gran serpiente de dos cabezas, les salió al paso, su caballo se asustó desbocándose, y cayeron los tres al suelo.

Se dio lugar una gran tormenta de niebla y no se veía nada; por lo que el rey perdió el rumbo hacia palacio.

 
Los criados, al ver que el rey tardaba, alertaron a la guardia real y estos salieron inmediatamente a buscarlos. Pero era imposible porque la visibilidad era casi nula; al cabo de unas horas observaron en la distancia, que se acercaba con dificultad, estaba malherido.

El rey traía en brazos a sus dos hijos, quien se encontraba en condiciones delicadas, el otro, por su parte, apenas tenía unos cuantos moretones y rasguños.

Pasaba el tiempo, pero el niño no mejoraba, el rey tomó al niño y lo llevó a un monasterio que había en el pueblo; los monjes lo examinaron y le encontraron muy enfermo.

El rey lo dejó al cuidado de los frailes, ya que ellos tenían más medios que él para que se curara.

Transcurrió el tiempo y el rey iba todos los días a verlo, hasta que un buen día el monje le dijo:
¡Su hijo quedará incapacitado... será cojo!

El rey respondió:

¡El niño se quedará en el monasterio para siempre, pues no quiero un tullido en el reino!

El rey visitaba al niño, pero solo a escondidas... se situaba detrás de una marquesina enrejada con hiedra, y lo veía en el patio andando cogito y un poco encorvado.


El rey convencido de que era lo mejor para su hijo, les informó a los monjes que el niño permanecería a su amparo, y que todos los meses les pasaría una manutención de nueve mil reales.

Así los dos hermanos fueron separados para siempre, y creciendo sin saber nada uno del otro. Aunado a esto, el rey dio orden de que el niño no supiera nunca que era un príncipe .
El pequeño fue creciendo sin saber que tenía un hermano.
Un día el príncipe, que vivía en el palacio, se convirtió en un gallardo caballero, joven, muy simpático a sus dieciocho años de edad. Él gustaba de dar paseos por la ciudad y un día las campanas del castillo comenzaron a tronar, estrepitosamente... tal acto era cuestión de alarma.

El príncipe al oírla se volvió bruscamente, y con su caballo atropelló a un frailecillo que andaba por la calle; el príncipe a pesar de la urgencia que llevaba... inmediatamente se bajó del caballo y se dirigió hacia el fraile preguntándole:
-¿Cómo estás?

El fraile respondió que se encontraba muy bien, y que no se preocupara.

El príncipe le dijo, que era un alivio... y que lamentaba retirarse de forma inmediata, más su presencia era urgente en el castillo, pues su padre lo necesitaba.

Cuando llegó al castillo, le informaron que su padre había muerto, pues ya era muy mayor .

Se oficiaron los actos fúnebres, y el príncipe lo enterró con profundo dolor, pues no tenía a nadie más en el mundo.

Como dice el refrán..."Muerto el rey... viva el rey"; por lo que a los pocos días, coronaron al joven príncipe, haciéndolo Rey de Antras.

El nuevo rey, desde que atropelló al frailecillo, tenía unos sueños extrañísimos; pues soñaba que jugaba con otro niño cuando era pequeñito.

Una mañana se levantó sobresaltado y sudando, se dirigió hacia el cobertizo, y mirándose en el espejo, recordó que el frailecillo era igual que él. Eso le llamó la atención desde que le vio, y se preguntaba cómo podía suceder algo así.
Un día llamó a su guardia real y salieron en sus caballos; se dirigieron al monasterio en busca del frailecillo; pero esa misma mañana, el joven se había dirigido hacia las montañas.

 Allí había un pueblecito muy pobre, donde los pobladores lo estaban pasando muy mal; así que los frailes habían decidido visitarles para donarles un baúl lleno de monedas de oro y de esta forma, pudiesen paliar la carestía del pueblo. 

El frailecillo. Era muy conocido por los lugareños; siendo que desde los ocho años de edad, ayudaba a los menesterosos; pues en sus aposentos siempre tenía, una caja de madera labrada, con una corona real. y llena de monedas de oro. Desde pequeñito.

 con estas pertenencias, le preguntó a uno de los frailes:
¡hermano, yo puedo hacer lo que desee con ese dinero.!.y este le dijo: que por supuesto, que él podía disponer, como quisiera, de esos bienes, pues son suyos,

El frailecillo emocionado respondió: ¡Gracias hermano mayor, muchas gracias!

Salió a toda prisa, sin que para ello su cojera le impidiera correr, al punto de casi alzar el vuelo; parecía un ángel...

Era una persona muy fácil de querer, pues siempre andaba feliz y corriendo por los alrededores del monasterio;

Razón por la cual, tenía muchos amigos que le querían y aceptaban... inclusive cuando jugaban a la pelota, o practicaban alguna actividad, en donde fuese necesario correr... jamás le hicieron de menos a causa de su incapacidad.

Cuando el chico fue creciendo, se percató de que a veces sus amigos lucían tristes y cansados... así que un día les preguntó:
¿Qué os pasa?
Ellos le comentaron: que en casa no tenemos para comer, y por ello no contaban con el ánimo y fuerzas, ni siquiera para jugar.
-¡Diantre!... Exclamó el frailecillo... esperadme que no tardó más que unos minutos. 

Cuando volvió la plaza estaba llena, y preguntó a todos los presentes, quienes tenían hambre... y todos al unísono levantando la mano... gritaron... Yo... yo... yo.

-Pues bien, les dijo: Deseo que me acompañéis a la panadería.

Cuando llegaron le pidió al tendero.

¿Señor tendero, pan para todos, y ese chorizo que cuelga ahí tan solito, a Y esa morcilla tan negra que nadie la quiere.?
Todos jubilosos reían y hasta cantaban... se sentaron alrededor de una fuente, y tal cual había ordenado el frailecillo, a todos les dieron de comer en abundancia, el pan estaba recién salido del horno y se pusieron hasta las botas...es un decir... porque la mayoría iban descalzos.

Por lo que después de comer y compartir un buen rato; el frailecillo demostró, una vez más, su excelente condición y humanidad;

 aprovechando que llevaba consigo una bolsa llena de dinero, los llevó a la zapatería y les compró calzado a todos. Después de eso, pasaron toda la tarde jugando a la pelota, la cual estaba confeccionada de trapos viejos.
Ya entrada la noche, uno de sus hermanos frailes, salió a la puerta y le dijo:
¿Frailecillo es que no piensas venir nunca o que.
?

Él se despidió de sus amigos, y cuando ingresó a casa, le comentó al hermano mayor: ¿Qué satisfacción más grande, ver las caras de esos niños, les ha vuelto la sonrisa y la alegría?

No sé si me he pasado, y espero que lo juzgues tú... luego le contó lo sucedido. Le dijo que ellos estaban muy necesitados y que hubiese muerto de pena si no les hubiese podido ayudar.

También les he dicho que si sus mamás, no tienen alimento o medicina... que no duden en venir al monasterio. ¿Les vamos a ayudar verdad.?

-¡Bueno, les ayudaremos y trataremos de hacer lo que podamos por ellos!

Siiiiii. ¡Podríamos, con el dinero de mi caja, hacer un listado de alimentos básicos; tal vez comprar pan y huevos, así como legumbres y garbanzos!
 
-¿Será como tú deseas, pero lo haremos todo con un horario establecido, y tú tendrás que estar presente, porque tú lo has ideado, todo vale?
¡Sí... si gracias hermano mayor! ¡Verás qué contentos se ponen todos!

Al día siguiente, el frailecillo salió a jugar, y cuando iba para la plaza, se encontró a una mamá con una pequeña en brazos.

La mujer estaba en la tienda llorando, porque el señor tendero ya no le fiaba más. La mujer tenía hambre, pues llevaba días sin comer; y su hijita estaba muy desnutrida.

El frailecillo se acercó y le preguntó:
Cuéntame... ¿Qué te pasa?
-Ella le contó que se sentía exhausta, porque no había probado alimento en días, y su pequeña por igual.
El frailecillo la animó diciendo:
¡Vente conmigo! Iremos al mercado, y compraremos lo que necesites para ti y tu hijita.

La mujer prosiguió con su relato, comentando que el padre de su hijo, la había abandonado, y aunado a ello el casero la había echado a la calle; razón por la que últimamente estaba durmiendo en el escalón de la puerta.

El frailecillo le dio una manzana, un plátano y dos peras. Ella y su hija, muertos de hambre, se dispusieron con afán a darle bocados a las frutas, hasta terminar con ellas...ni siquiera ha tirado los huesos de las peras. Han comido todo lo que han
 deseado...
El frailecillo volvió al monasterio y le ha dicho al hermano mayor, lo que le había pasado con la mujer.
-¡Oh... has obrado muy bien!

Sabes...es una mujer muy dulce y guapa... haciendo así que al hermano se le subieran los colores al rostro.

-Este respondió: ¿A si?... ¿Muy bien; algo más que contar de tus hazañas frailecillo?

Si una más, pero esta no te va a gustar.
-Venga... di cuenta ya, que me tienes en ascuas.

Como la mamá no tiene a donde ir con su hijita, y no puede trabajar en el campo... pues ha venido conmigo, y está afuera esperándonos.

-No puedo creerlo... al paso que vamos no sé qué haremos, pues no puedes llenar este lugar de personas... ¡Cada día me lo haces más difícil!

Te lo suplico, rogaba el pequeño frailecillo, prometiendo que esa sería la última vez, en que haría algo de esta naturaleza... mientras cruzaba los dedos por la espalda, pues bien sabía que seguiría ayudando a quien lo necesitara.

-Bueno, dijo el hermano mayor... hablaré con la hermana Carina; y después de una corta conversación, esta por supuesto aceptó.

Le prepararon una celda para ella y su hija, y estaban de lo más contentas y agradecidas.

El frailecillo se encontraba un tanto apenado, pues en los últimos días había gastado mucho dinero, pero para su sorpresa, al ingresar a su alcoba encontró que su caja estaba llena de dinero otra vez.

Él jamás se tomó el tiempo para reflexionar de dónde provenía el dinero; al contrario, rápidamente el frailecillo comenzó a hacer planes para el próximo día... y así se sucedían todos los días.

En fin, retomando la visita del joven rey al monasterio, cuando arribó pregunto por el fraile a quien había arrollado días antes con su caballo.

El hermano mayor mandó llamar a todos los frailes que estaban en el lugar... pero el príncipe, replicó:

-¡No...no es ninguno de ellos! ¿No hay alguien más?

El hermano mayor respondió, que en el pueblo de la sierra, esa misma mañana, había salido un padre franciscano con un joven frailecillo, y que estarían en la sierra por espacio de una semana.

El rey le dijo al hermano mayor... que necesitaba hablar con él, pues creía recordar que ese frailecillo tenía su mismo rostro.

Además, agregó que tenía conocimiento, de que su padre le entregaba al monasterio una mensualidad de dieciocho mil reales.

El hermano mayor estaba bastante sorprendido, pues era verdad que eran idénticos...no sabía qué decir, pues lo sucedido no era de su conocimiento... era cosa antigua, y él ni idea del acuerdo a que llegó el rey, con el encargado del monasterio de ese entonces.

El rey se marchó, pero no sin antes ordenar que en cuanto el frailecillo regresara de la sierra, fuese a buscarle a palacio.

El rey, al llegar al palacio, fue llamado por el notario para informarle que su padre había dejado en su testamento; en el cual dejaba ordenado que el dinero destinado al monasterio, debería de ser duplicado.

El hermano mayor, preocupado por la insistencia del rey, comenzó a investigar en papeles antiguos.

Después de mucho indagar, encontró un documento en el cual, el rey había dejado su hijo incapacitado; para que lo adoptaran los frailes. 

Ya enterado de que el frailecillo, era un príncipe, se echó las manos a la cabeza diciendo: ¡Dios mío, qué grandes son tus designios!

Cuando el joven frailecillo volvió de hacer sus obras humanitarias, el hermano mayor... esa misma noche, le envió el aviso al rey; quien no deseo esperar más, por lo que en ese mismo momento, se personó en el monasterio.

Cuando el reloj marcaban las once de la noche, arribó el rey... llamaron a la puerta del monasterio y todos se preguntaban, qué grave situación se presentaría para ser molestados a esa hora.

-Toc, toc ,toc... tocaban sin parar. ¿Quién es?
-Su majestad el rey.

Las puertas se abrieron inmediatamente, y por petición del rey, enviaron a llamar al frailecillo y los presentaron.

Han pasado al recibidor y el frailecillo, desconociendo toda la historia, se ha alegrado mucho de ver al rey.

Su majestad le preguntó si él tenía idea o una explicación de por qué se parecían tanto.

El hermano mayor interrumpió, diciendo:

-Majestad es vuestro hermano; y quiero deciros que yo me he enterado, apenas esta semana.

Su majestad, después de vuestra partida, he investigado en los archivos antiguos, y aunque trabajo me ha costado, encontrar la verdad, por fin logre hacerlo; pues debéis saber que esta información estaba, clasificada como alto secreto.

-¡Ahhh! Ahora todo está muy claro; con razón del parecido y del porqué de la entrega de este pago mensual.

El príncipe, consternado por la noticia, no podía dejar de sentirse tristemente y emocionado, por el infortunio de su hermano.

Luego de conversar por un rato, y de asimilar lo acontecido... un poco más repuesto, el rey expresó que todo estaba claro, diciendo:
¡Eres mi hermano! ¡Ven a mis brazos... que con aprecio y felicidad os recibo en mi corazón y en vuestra casa!...

Porque a partir de este momento os venís a vivir a palacio, y ocupar el lugar que os pertenece.

El joven frailecillo respondió, que era una inmensa alegría saber que tenía un hermano de sangre; agradeció la buena voluntad del rey.

Conversaron casi hasta el amanecer, y cuando el rey le dijo al frailecillo que se preparara para marchar, este le expresó que no era su deseo partir, pues su vida estaba en el monasterio, para ayudar a los más desafortunados.

-¡Ahhhh! Exclamó el rey... ¡Con que tú eres el frailecillo que va, dándole dinero a todo el mundo! Debéis saber que en palacio, no se oye otra conversación, que no se trate del buen hombre que sois.

¡Hermano mío, tenías que ser! Ven, permíteme abrazarte de nuevo, por vuestra loable labor... y déjame decirte que desde hoy trabajaremos los dos; codo con codo, para borrar la miseria, del reino que tanto queremos.
El frailecillo, profundamente emocionado, respondió:

Bueno, mi hermano... por la forma en que me lo planteáis; imposible se me hace negarme a la voluntad del rey... ¡Muchas gracias, será un placer!

- El agradecido soy yo, pues he encontrado a mi hermano, quien es un ser excepcional. Si deseas algo, solo debes pedirlo y vuestros deseos serán concedidos.

Por el momento, solo desearía que acojas a una joven mamá, con su niñito como doncella; y como sé que pronto te casarás, ella os podrá servir; pues es la persona ideal...es muy servicial, y trata con respeto y ternura a todo el mundo.

-¡Vale! Ella también será tratada con aprecio y respeto, y tendrá un lugar especial en el castillo.

Los dos hermanos volvieron a abrazarse, y partieron juntos; haciendo de su reino el más próspero de todo lugar... y fueron felices para siempre.


Enrique Nieto Rubio
*Derechos de Autor.
Colabora en imagenes,
 Silvia Regina Cossio Camara.

sábado, 28 de julio de 2012

..Entre margaritas de Enricostro. en (poemas)


llorando está entre margaritas,
con su tierno corazón destrozado;
por causa de otra dama maldita...
Que a su amor le ha robado,
Llorando está en su jardín
lamentándose y desconsolada.
Pues le ha robado la vida...
una bruja muy malvada.
Llorando entre margaritas,
Hasta el anochecer,
Con un dolor tan inmenso,
Que no se puede contener,


Tirada entre flores está...
mirando al cielo;
ahogando sus penas por su querer,
pues se le fue su amado bandolero.
Él partió en busca de otra mujer,
y ella tirada en el suelo está
con el mundo bajo sus pies, 
se ahogá en su pesar.
¡Ella nada sabe de lo nuevo!
Y nada quiere saber,
si no está su caballero,
 en este suelo moriré
pensando por un te quiero,
que jamás podría ser.

Enrique Nieto Rubio.
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
 Silvia Regina Cosió Cámara.
DV.J.DOIJ.C.OO.98.

miércoles, 25 de julio de 2012

..Entre rejas de Enricostro. (poemas)


 

Hoy me encuentro entre rejas,
 penando por un querer,
Yo la llamo y ella no viene...
Nada de mí, quiere saber.
Veinte años me han echado;
 por un regalo que le entregué... 
un collar de diamantes;
 que para ella yo robé. 

Mira si he sido tonto,
 que por ella yo he pecado, 
Y ahora me siento solo,
solo y desconsolado.
Ella ya se olvidó de mí,
  y con otro se ha casado,
Y yo me encuentro entre rejas, 
hasta pagar su regalo. 

Enrique Nieto Rubio 
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
 Silvia Regina Cossio Cámara.


domingo, 15 de julio de 2012

..La princesa de Sandargar de Enricostro. (cuentos)



Sandarga es un pueblo de la región de Balikesir Ili, está situado a una altura de 866 metros sobre el nivel del mar; allá en los Andes en una hondonada, donde solo había un paso estrecho, pues todo estaba rodeado de montañas llenas de nieve.

En ese lugar existía una aldea hace muchísimos años atrás; este pueblo estaba rodeado de muros altísimos y contaba con solo una entrada. Existía siempre mucha armonía con sus vecinos lejanos, sin embargo este pueblo se moría de hambre .

El rey hizo un pacto con los dioses a cambio de riqueza y comida para su pueblo. Una vez al año se abrían las puertas para el paso de mercaderes que traían ropas y enseres, a cambio de sal; la que recolectaban las mujeres en un profundo pozo en el centro del pueblo...pero las viejas leyendas cuentan que el mismo no había sido creado por persona alguna.

Algunos dicen que fue un rayo que vino del cielo, provocando un espantoso trueno que formó dicho pozo; más los antiguos decían que el viejo rey ofreció a su hija...una princesa en sacrificio; para que con su virginidad calmara la ira de los dioses.

Se cuenta que la princesa tenía dieciséis años; una niña preciosa de cabellos dorados, ojos azules y de piel algo oscura...bella y delicada como las esmeraldas.

Las personas del pueblo, al ver que su padre el rey había hecho ese sacrificio, con el fin de que su pueblo tuviera comida, llegaron a adorarlo como si de un gran padre de todos fuera.

Ellos fueron testigos de cómo la princesa resignada, ataviada con un vestido blanco, posaba encima de aquella roca en forma de cama amarrada, con los brazos en cruz. Hasta su muerte o mejor dicho, hasta que los dioses bajaran por ella; en pocas horas moriría de frío.

El rey con lágrimas en los ojos, se consolaba pensando que todo dolor valdría la pena, pues era para obtener el sustento del pueblo...bueno y así parece que sucedió.

En la noche la princesa ya no estaba, había desaparecido; los dioses la buscaron por todo sitio y al no encontrarla montaron en cólera y provocaron este rayo infernal.

El rey jamás supo de su hija desde entonces, las mujeres necesitaban bajar por sal a este pozo profundo; por lo que con el tiempo, se fueron formando unas escaleras a todo su alrededor.

Un día, conforme iban bajando las mujeres, una de ellas escucho llorar a una chica...y preguntó:

- ¿Quién eres y por qué estás aquí?
Soy la princesa Sasaco...mi padre me ofreció en sacrificio a los dioses.

- ¿Y Por qué lloras?

Mis lágrimas son el producto de la sal que vais a recoger.

Las mujeres se compadecieron, pero igual llenaron sus canastos de esa sal pura y virgen, que provenía del centro de la tierra... Cuando llenaban sus canastos, los posaban en sus cabezas y subían...así durante todo el día hasta el anochecer.

Antes de retirarse la mujer le preguntó a la chica:
- Princesa ¿No vienes con nosotras?

- No puedo los dioses me tendrán aquí para siempre... pero tenéis que prometer que no diréis nada de mi afuera; si se entera el rey, la sal que sustenta el pueblo desaparecerá.



- ¡Ohhh! ¡Lo siento mucho!

- ¿En qué podemos ayudarte?

Si puedes, agradecería que puedas traerme alimentos todos los días...con eso estaré bien.


Pronto entre las mujeres se comenzó a comentar la triste historia...más nada podían hacer, así  que continuaban bajando, una y otra vez por la preciada sal...todo el día

En la noche la luna iluminaba el centro del pozo, y la princesa lloraba y lloraba. A la mañana siguiente, una gran cola de mujeres, se disponían a bajar...pues todas estaban deseando ver a la princesa.
La princesa charlaba entusiasmada con todas las mujeres del pueblo, participa de sus juegos y se reía mucho con ellas durante el día; pero por la noche en su soledad, y con la luna de amiga...lloraba por su tristeza y desolación para así, crear más sal.

Con el tiempo la confianza entre la pequeña princesa y las mujeres se había consolidado, y cada vez que se veían se abrazaban...para luego continuar con la extracción de canastas de sal.

El rey tomaba en sus almacenes toda la sal del pozo, pues toda le pertenecía a él; y cuando se la vendía a los mercaderes, el rey le pagaba a cada mujer el dinero justo por su trabajo.

Los hombres del pueblo también iban vendiendo la sal por otros pueblos, y entregaban al rey el dinero ganado...y luego este también pagaba el salario justo a cada uno de ellos.

Así todo marchaba perfecto...pues lejos estaba de imaginar el rey, que se encontraba montado en riqueza, gracias al dolor y lágrimas de su hija.

Años después muere la reina y una de las chicas que bajaban al pozo se lo contó a la princesa.

- Sasaco tu madre ha muerto...y dicen en palacio que, desde que tu te fuiste no dejo de llorar por ti.
Sasaco exclamó:

¡Pobre madre...era tan buena!
Acto seguido se echó a llorar... la amiga intentó consolarla sin poder conseguirlo. La princesa se metió en una caverna oscura que había en el lugar y no volvió a salir en todo el día.


Las mujeres continuaban bajando en silencio y apenas se alcanzaba a escuchar murmurar a las mujeres diciendo:
- ¡ Lo siento!

Durante todo ese día, el cuchicheo entre las mujeres del pueblo fue inevitable; y un chico de diecisiete años...hermano de una de ellas, de tanto escuchar las historias de la infortunada princesa así como de su carácter tan dulce...se fue enamorando de ella.

Un día este chico, quién tenía una linda relación de complicidad con su hermana pequeña de ocho añitos; y por ende quién lo mantenía al tanto de lo que escuchaba conversar a sus hermanas mayores...le dijo:
- Hermana sabes? Estoy enamorado de Sasaco.
- ¡Ummm!..¿Qué sabes tú de amores y menos de Sasaco?
- ¡Ah! Pues todo lo que necesito saber... y quisiera conocerla.
- Pues tú no puedes bajar al pozo de sal; para los hombres está prohibido y tu los sabes.
-Bueno...y si le dices, que yo la quiero?
- No sé...ya veré si le digo.
La pequeña después de pensarlo mucho, decidió bajar con su hermana mayor al pozo y ya en su interior la llamó:
- ¿Sasaco dónde estás?

Sasaco al escuchar una voz nueva y de alguien tan pequeña, salió de las sombras y preguntó:
- ¿Quién eres?
-Me llamo Sasa.


-¡Ahhh! ¿Qué quieres?- He venido con mi hermana, pues quería conocerte.
- ¡Que dulce de tu parte! Ven siéntate a aquí conmigo y cuéntame el por qué de tu interés.

- Pues sabes, mi hermano está enamorado de ti.

-Ajájájáj! Es imposible...¿De dónde me conoce?

-Bueno creo que de oírnos a mí y a mis hermana, porque él se escondía para escuchar todo cuanto decíamos de ti.
La princesa preocupada respondió: ¡Os dije que nadie debería enterarse de este secreto!

- ¡Lo siento! Más no debes preocuparte...mi hermano no dirá nada...y te dejo, porque se hace tarde y nos tenemos que marchar ¡Hasta pronto Sasaco!

- ¡Adiós pequeña Sasa!

Desde ese día Sasaco empezó a pensar en el chico, soñaba incluso con él y se estaba enamorando; pues la hermanita todos los días le hablaba de él...y luego le comentaba al hermano todo cuanto había compartido con la princesa.

Era como un amor platónico, ya que sin conocerse... parecía que se conocían de toda la vida.
La princesa se cansó de solo soñar con el...deseaba salir y no podía...así que su corazón lloraba por el.
Un día el rey quién ya era un anciano y apenas podía caminar...se enteró de que su hija estaba en el pozo, y se enfadó muchísimo.

Mientras tanto en un pueblo vecino, la gente pasaba hambre... y decidieron robar la sal de Sandargar, y para ello enviaron un ejército de hombres.

Entraron al palacio por la noche para robar, llenando infinidad de sacos con sal... el rey al escuchar ruido salió; y una flecha maldita le alcanzó de lleno. El rey cayó al suelo y como pudo bajó las escaleras de la torre, y arrastrándose logró salir del palacio....así llegó hasta la entrada del pozo y decidió bajar.

El ruido de las piedras que caían al fondo del pozo despertaron a Sasaco...está sobresaltada se levantó y preguntó:

- ¿Quién anda allí?
- A lo lejos se escucho una voz de hombre que sollozaba:

-¡Hija, hija! ¡Hija mía! ¿Donde estas?
Sasaco se incorporó rápidamente y caminó hasta media profundidad..luego llamó a su padre.
- ¿Padre?
- Si hija...¡Aquí estoy!
- ¿Padre que os ha pasado?

Hija me han herido de muerte...y necesitaba decirte que lamento haberte entregado en sacrificio...¡Jamás imaginé al suplicio que te estaba condenando!

-¡Por favor perdóname!

La princesa no tuvo tiempo de contestar...pues de pronto su padre se desplomó y cayó rodando hasta el fondo del pozo"ya  muerto."


-Ella con el corazón roto y enfurecida, pidió venganza a los dioses y estos le dijeron:
-Tú puedes salir, pero el rey se quedará aquí para siempre.

La princesa trató  de salir de día...más no pudo, ya que la luz del sol cegaba sus ojos...así pues espero hasta entrada la noche.
Se dirigió a una de las primeras casas y llamó a la puerta.

-Alguien preguntó:

-¿Quién sois?

¡Soy Sasaco! Abridme por favor!

Abrieron la puerta....-¿ Sasaco Qué hacéis aquí ? preguntó una mujer.

¡Mi padre ha muerto! Lo han matado para robar la sal, y yo no puedo salir de día; porque la luz me daña la vista.

En ese momento se levantó otro miembro de la familia...quien por casualidad era el chico de sus sueños.

Tomando su mano...preguntó:

- Sasaco ...¿Eres tú?
- ¡Sí! ...¿Eres tú, el hermano de Sasa?

- ¡Si yo soy! Seguidamente la abrazó y reconfortó.
El chico llamó a su pequeña hermanita:
-¡Sasa! ¡Ven! ¡Mira quién está aquí!

Sasa se levantó restregándose los ojos...pero cuando escuchó de quién se trataba salió corriendo y al ver a Sasaco la recibió feliz y con un fuerte abrazo.

Sasaco, explico a toda la familia lo ocurrido; y dieron la alarma en todo el pueblo.

A la mañana siguiente, mandó a tocar las campanas de la iglesia para una reunión, general de todo el pueblo.

En la plaza Sasaco se presentó con una venda en los ojos, y se pronunció ante todo su pueblo diciendo:
- Todas las mujeres me conocéis, y para los que no me conozcáis... les diré que yo soy Sasaco; la princesa y ahora su reina.

-¡Han invadido el palacio para robar la sal, y el rey mi padre así como, los de la guardia real han sido asesinados!



Os hago un llamado para convocaros a la lucha; pues sé que volverán para robar el pan de todos.
¡Si estáis de acuerdo les tendremos una emboscada hoy por la noche!

- Todos estaban indignados y alzaron la mano pidiendo venganza...y vitoreaban a su nueva reina.
-¡Por la reina!
-¡Viva la reina!

Cogieron las armas y al anochecer se escondieron.

Los invasores habían hecho un agujero en el muro y por allí entrarían, pero esta vez los estarían esperando. Y así fue, tan pronto ingresaron, se les echaron encima...matándolos a todos como miserables pulgas.

Fue suficiente una batalla para ganar la guerra...noticia que rápidamente corrió por los alrededores; al punto que nunca más nadie se atrevió a robarles y atacarles de nuevo.

Los jóvenes compartieron hermosas tardes de romances y amor, hasta que se llegaron a conocer muy bien.

Semanas más tarde, Sasaco bajó al pozo; y le pidió a los dioses permiso para casarse con el chico.
Ellos respondieron:

- Si puedes y necesitas casarte con este chico; porque así este pueblo seguirá teniendo un reino.

Os casareis frente a la boca de este pozo, y así tendrás nuestra bendición.

-Si, si...así lo haremos. ¡Gracias Dios mío!

Sasaco corrió hasta el palacio para prepararlo todo. En la casa de su amado, se abrazaron, celebraron y besaron todos.
La reina Sasaco le explicó a todos en el pueblo, lo que se iba a hacer. Y el chico al enterarse de que sería posible unir sus vidas, la beso con tal pasión, que cualquiera en su lugar hubiese quedado en cinta.

Se casaron y fueron felices para la eternidad. El pozo nunca dejó de dar millones de quintales en sal; siendo este reino el más rico de toda la comarca.

La reina en su sentido de humildad, viajó hasta los pueblos más pobres; para fomentar las relaciones y dar bienestar a sus ciudadanos...hasta crear unos de los imperios más grandes y de riqueza sin igual.



- Fin -
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados* 
Colabora en imagenes,
 Silvia Regina Cossio Camara.