El día de hoy quien les compartirá un pequeño, pero importante mensaje, es mi esposa... quién es mi vida entera.
Siempre fui cuidadosa en todo lo concerniente a mi salud; así pues, todos los años me hacía mis controles y revisiones médicas; sin embargo, esto no fue suficiente, porque un mal día me informaron que el examen de la simetría era anormal.
Me hicieron un pequeño seguimiento y luego me dieron de alta. Pasado un tiempo contacté al hospital, y me dijeron que mi próxima revisión sería hasta cumplir los cincuenta años.
Así lo hice... llamé una y otra vez, pero nadie contestaba el teléfono. En esos días me enteré por mis hermanas y otras conocidas que, las pruebas se estaban realizando también por los barrios.
Llamé de nuevo al hospital, y tomaron mi llamada; acto seguido les expliqué que a mí no me habían notificado para mi próximo examen... tomaron nota, y por fin pude conseguir la tan ansiada cita para finales de noviembre.
Cuando llegó el día, expliqué cuál había sido mi problema, que estuve en "control" por unos días, y que luego me dieron de alta... En fin, para no hacer larga la historia, para el primero de diciembre me dieron la mala noticia: Usted tiene un cáncer pequeño en el pezón y acontece la misma situación en el otro pecho. ¡Va es pequeñito!... me dijeron.
Me realizaron más pruebas y para mediados de diciembre, nos informaron que el cáncer era maligno; y que debían de quitar uno de mis pechos. Uffff! Las lágrimas fueron imposibles de contener.
Mi esposo al ver mi rostro de tristeza y consternación... también sus ojos inundo de lágrimas, ya que siempre estuvo atento para que cuidara de mi salud.
Él se lamentaba diciendo que siempre me había cuidado para que no pasara dolor... y ahora se sentía impotente ante tan adversa situación... el alma se nos rompió en pedazos de forma literal.
Me sentía mal por mi esposo, porque yo sabía que la perfección de mi cuerpo, era parte importante en su sentir... así pues, el sufrimiento fue más intenso.
Ese frío mes de diciembre, nunca lo olvidaré... fue angustioso en demasía y apenas nos atrevíamos a tocar el tema; tan solo nos mirábamos con gestos de resignación.
Un mes más tarde, el cirujano notificó que debía extirpar todo el pecho... objetamos diciendo: ¡Pero habéis dicho que era muy pequeñito!
El cirujano explicó: Efectivamente, es pequeño, pues es tan solo de un centímetro, pero como tiene raíz... tendríamos que hacer dos agujeros en el pecho, y al final por estética os recomiendo removerlo por completo... caso contrario creerme que se vería horrible.
Por lo tanto, no nos quedó otra que aceptar tan nefasta noticia. Al mes me ingresaron, informando que la cirugía tardaría cuatro horas aproximadamente... al final se entendieron por dos horas más.
Como podrán comprender, el alma la teníamos en vilo; el nerviosismo era nuestro aliado y la incertidumbre fue nuestro dolor.
Me dejaron en observación y me subieron a la planta hasta cuando, ya me encontraba rehabilitada.
Yo deseaba que mi esposo Enrique se retirara a descansar a casa; pero mi amor sote bello dijo: ¡Contigo ingresé a este lugar... y sin ti, no pienso partir!
Una semana entera estuvimos en el hospital. ¡De vuelta en casa, mi esposo se dedicó a hacer de doctor, se entregó en cuerpo y alma para atender la más mínima de mis quejas y cumplir todos mis deseos... al punto que hubiese sido la envidia, de cualquier princesa o reina en este planeta!
Todo ha sido irreal... como un mal sueño, del que gracias a Dios hemos despertado; pues estamos en febrero del 2013... y como por arte de magia, toda esa pesadilla es cosa del pasado.
¡Hoy estamos más unidos que nunca; pues si bien es cierto, mi marido siempre ha sido un hombre muy sensacional; a través de esta prueba, me he sentido más que bendecida por tenerle a mi lado; y está por demás expresar que sin importar la pérdida de mi seno... él me sigue haciendo sentir que soy la mujer más bella del universo!
Todo el tiempo cuidó de mí; sin importar si era de día o de noche a mi lado lo encontraba; a pesar de mis momentos en que la frustración hacía presa de mí, haciendo que aflorara mi mal humor... jamás me sentí sola o incomprendida, pues me apoyó tanto física como emocionalmente, en todo cuanto necesite. ¡Lo único malo es que, también me, mal consintió en demasía y ahora deseo que me siga cumpliendo todos mis caprichos! ¡Ajájájá!
En fin, el mensaje que deseaba compartir, es que si la vida os enfrenta a esta dura prueba; por favor apoyen a sus parejas, madres, hermanas o amigas en todo momento; brinden palabras de consuelo, pero sobre todo sean positivos; embárguenlas con todo su amor y comprensión... porque esta es la única forma de salir adelante.
Y por último, ¡no olviden de realizarse su chequeo médico a tiempo, porque todas creemos que situaciones así; le acontecen solamente a las demás... y ese es un gran error!
En lo personal, si bien es cierto, perdí un pecho... ¡No perdí la vida! Todo lo contrario, me siento rejuvenecida y abrumada por tantas muestras de amor y consideración y con deseos de vivir cada minuto del día al máximo.
Mi agradecimiento total a mi amado esposo; y mi gratitud infinita a Nuestro Padre Celestial, quien me ha brindado una nueva oportunidad... porque hoy por hoy; puedo seguir gozando de todo lo maravilloso que la vida tiene para ofrecer al lado de mi familia en general.