En un valle de lágrimas,
que tu madre extendía,
cuando a ti te posaban,
en la cruz... ella contigo moría.
Con su manto empapado...
a su hijo recogía;
después de haberlo matado,
esas almas perdidas.
¡Cuanto dolor han dejado!
en esta tierra tan mía!
Hoy por fin, el Hijo de Dios,
descansa en paz y armonía.
Porque al lado del Padre está...
con la esperanza partida,
al ver que con su sacrificio,
no ha logrado nada en esta vida.
Yo levanto esta plegaria,
para quien la quiera entender;
los ricos más miserables,
y la miseria a sus pies.
La avaricia es el plato,
que los ricos, quieren comer;
mientras el mundo se muere,
ante sus ojos y bajo sus pies.
Que Dios los tenga en su gloria,
a todo el que no tengan que comer,
pues solo cometieron un pecado
ser pobres y ser fiel.
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.