martes, 6 de mayo de 2014

..La muerte enamorada de Enricostro.


Hoy, cara a cara, he conocido a la muerte...
¡A la muerte enamorada!
Con besos de pasión, me ha dicho...
que me espera, en mi caja engalanada.



Ella me dice que me ama...
más pregunta si quiero ir con ella;
para en la eterna oscuridad,
 siempre juntos gozar del amor.
Me invita a robarles la pasión,
 a aquellos que tanta tienen;
 contribuyendo a
acrecentar el gran amor,
 de jóvenes ilusionados,
 para luego partirles el corazón,
arrebatándole la vida a uno de ellos.
He declinado su invitación,
 pues con tanta macabridad,
 no podría mi corazón.
Prefiero vivir sin amor y sufriendo; 
que morir para robarles la pasión.
Pues una muerte eterna,
 nunca será más grande,
 que un vasto amor.

Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imagen,
 Silvia Regina Cossio Cámara.


domingo, 20 de abril de 2014

..La rosa de los misterios de Enricostro. cuentos.


Enrique era un muchacho de esta ciudad; estudiante excelente y muy modesto. Romántico pero muy cortado con las chicas. Pues en la Universidad nunca se atrevió a relacionarse con nadie. 

Un día, a principios de primavera, le otorgaron un premio al mejor en los exámenes, y este premio fue un maravilloso viaje a China, pues él dominaba el idioma a la perfección. 
Se montó en su avión y allá marchó.

Estuvo en una gira por toda China, solo eran quince días pero fueron maravillosos. 

En la última semana, vio una preciosa muchacha, de refilón, entre los jardines del parque. 
Aquello fue un flechazo tremendo, corrió a verla de más cerca, pero le fue imposible, solo quedó un hermoso aroma en el aire que lo dejo superenamorado. 
La buscó por todos sitios en aquel barrio, pero todo le olía a ese aroma tan especial. Enrique no podía dormir por las noches obsesionado con aquella hermosa muchacha. 
Una noche hacía un calor tremendo, y decidió salir del hotel a dar un paseo por esas casas modestas pero con un encanto especial.
Pasaba por una calle cuando le vino otra vez ese aroma que hasta se les aflojaban las piernas, así como los conejos olfateando, llegó a una ventana semi obscura, pues de allí salía ese olor tan divino. 

Con las cortinas no conseguía ver nada, pero esta vez fue atrevido y con los nudillos tocó el marco de la ventana, una voz suave y cálida respondió: 
¿Quién es, quién llama.? 
Él se asustó al oír esa voz, pero ya no había marcha atrás y dijo: 
¡¡Soy yo, por favor no se asuste!! 
Solo es su aroma que me disloca. Conocí ayer una señorita en el parque y es el mismo aroma que el que ella llevaba y no he podido resistirme. 
Ella, asomada entre la cortina para no enseñar nada, miró a este chico y le dijo: 
¡Sí!! Supongo que era yo la de ayer... ¿qué deseas? 
¡¡Me dejaste enamorado y la verdad es que no me quiero ir a mi tierra, sin antes conocerte!! 
¡Eres muy atrevido tú! 
¡¡Ni creas... que soy bien cortado!!, pero esta noche, de luna llena, me está eclipsando. 
¿Así? Qué bien... a ver mírame. 
Ella asomó más su cabeza por la ventana, y su gran mata de pelo negro descolgó sobre ella, él se acercó y viendo su gran belleza le dijo:

Si eres tú, estoy enamorado de ti desde que te vi, eres la mujer más preciosa de este mundo. 

Ella movió la cabeza un poco diciendo: 
¿Así? ¡¡no me digas!! 
Y en ese mismo instante su pelo acarició el rostro de Enrique, quedando tan embobado que ya no fue capaz de expresar una sola palabra más y se sentó en mitad de la calle. 
Así quedó el resto de la noche, tumbado en el suelo y mirando a la luna. 
Ella, echada detrás del quicio de la ventana, quedó enamorada, al ver que él quedó allí en el suelo tumbado y sin expresar palabra alguna. Así que decidió tumbarse en su cama hasta el amanecer. 

Al día siguiente Enrique no sabía bien qué ventana era la de su amada y volvió a perderse, así en sus últimos días en su salida con el grupo, esta vez, entró a la floristería de un señor muy mayor y este le dijo: 
¡Tú eres el chico enamorado! ¿Verdad? 
¡¡A, pues sí soy yo!! Y ¿usted cómo lo sabe? 
Amigo, pues lo sabemos todos en esta ciudad, qué piensas... este lugar es pequeño y aquí se sabe todo.

Tú lo que necesitas es la Rosa de los Misterios, no es una rosa cualquiera, es mágica. ¿Sabes? Si la cuidas bien, tu amor será eterno; pero si la descuidas, tu vida será triste y amarga... así que tú mi amigo decides. 
¡Sí, si por favor deme una!! La cuidaré con todo mi amor. 
Así debes de hacer, pero recuerda de regarla de vez en cuando, si no morirá como tu amor.

Enrique salió de lo más de contento, pues de allí salían todas sus ilusiones. 

Nada más salir de la puerta de esa misteriosa tienda, la rosa empezó a abrir sus pétalos soltando ese aroma que a él tanto le enamoraba, cuando de pronto mirando esa flor, tropezó con esa hermosa muchacha que él tanto adoraba. 
¡¡Oh perdón, señorita, fue sin querer!!
¡¡Aj sí!! Dijo ella... ¿ya no me conoces?
¡¡Sí eres tú!! ¿Quieres que te acompañe? 
¡¡Si vale!! Voy a realizar solo unas compras. 

El chico se sentía profundamente enamorado e imposible le era quitarle la vista de encima. Le preguntó: 
¿Cómo te llamas? 
¡¡Me llamó Louchin!! 
¿Y tú, cómo te llamas? 
¡¡Enrique!! Y estoy superenamorado de ti... ¿no tendrás novio, verdad? ¡¡Si es así, me matas.!! 
¡¡Ja, ja, ja!! No tengo novio... ¿qué vas a hacer tú? 
¿Yo? Que más podría hacer, que pedirte que seas mi novia... estoy por ti, y no me marcharé de aquí sin ti. 

¡¡Bueno chico!! Apenas nos conocemos, no crees que ¿estás corriendo demasiado? 
¡¡Lo sé muchacha!! Pero para mí, es como si te conociera de toda la vida. Tu dulce aroma, tu pelo tan precioso, tus ojos hermosos, tu boca color carmesí... ¡¡todo de ti!! Me tiene muy enamorado. 

Me quedaré aquí, hasta que tú me digas que sí. 
¡¡Vale!! Te digo que sí... y ahora ¿qué? Ja, ja, ja. 
Luego la chica con una coqueta sonrisa se despidió... salió corriendo y se metió en su casa. 
Enrique quedó fuera en la calle y allí se tiró toda la mañana... hasta que decidió volverla a llamar.

Llamó a la puerta y en esta oportunidad salió una anciana. 
¿Qué quiere usted? 
¿Yo, yo? Tartalilleando. 
¡Quiero a la princesa de esta casa! 
Pues la princesa de esta casa, ¡¡solo soy yo!!, ¿me quieres a mí? 
El chico no supo cómo reaccionar y guardó silencio, a lo que la anciana agregó: 
¿Cómo se atreve?... ¡¡márchese!! Porque en este lugar nada se le ha perdido a usted. 

Louchin, detrás de la puerta, junto con su abuela, se reían a más no poder ¡Ja, ja, ja, ja!, pues ya se lo había contado todo. 
Enrique quedó cortado sin saber qué hacer, y cuando se disponía a darse la vuelta para marchar, la abuela abrió la puerta y siseando lo llamó, ish ish ish. Con el dedo le hizo una seña invitándolo a ingresar. 
Louchin saltaba de la alegría y se abrazó a él. Desde entonces ya no se separarían jamás, y para no dejar sola a la anciana, que era la única familia de la chica, se quedó a vivir en China para siempre. 

En los veranos, viajaban de vacaciones a Córdoba, España, y Enrique siempre se llevaba la rosa de los misterios, junto con ellos. 

Se casaron y fueron inmensamente felices, y la Rosa de los Milagros le permitió vivir mil años... o quizás un poco más... ni se sabe siquiera. 
Enrique Nieto Rubio.
*Derechos Reservados*


viernes, 18 de abril de 2014

..En la sierra de Córdoba de Enricostro.(novela)



Esta mañana he salido a pasear con mi coche. Yo vivo en Córdoba, Andalucía, sí de España.

Y me gusta irme por la sierra, que se sube por una carretera estrecha y con muchas curvas; a unos diez kilómetros se sale por otra carretera, bordeando la falda de la sierra.

Iba subiendo por dicha carretera, hacia la ermita de Córdoba. Es un monasterio precioso, con muchos cuadros antiguos y mucha historia, es muy bonito.

El caso que al dar una curva hacia la hondonada, vi una chica corriendo hacia el próximo montículo, al que yo pasaría en varios segundos. Pare el vehículo para ver qué pasaba; pero detrás de ella, a unos trescientos metros, la seguían dos tipos.

Entonces me apresuré y la esperé en este montículo. Me he bajado del coche, pues es muy difícil subir por aquí, ya que hay una parrilla de un metro más o menos. Me he asomado, y está llegando.

Pero Dios, si está desnuda completamente, joder, ¡qué problema!

Le he alargado la mano, para subirla y me la ha dado; sin pensar, la he subido al coche y he salido pitando, para que no vean el coche. Dos kilómetros más adelante, he parado, la chica está toda llena de heridas y con muchos golpes, y está sangrando mucho.


Tiene un corte en el costado, madre la que me ha caído, tiene unos dieciséis o diecisiete años, le he dicho.:

¡Te llevaré al hospital!

¡¡No por favor si lo haces, me encontrarán y me matarán.!!

Está llorando un montón, tiene sangre en la boca, me ha dicho.

¡Hace un año que me han secuestrado y soy de china!

Mi padre es ruso, y vivo en Rusia y me he escapado de esos tipos, tiene una casucha escondida entre las montañas.

Cuando me escapaba, me iban a violar los dos a la vez, mientras me pegaban me la metió en la boca, y seguían pegándome en la espalda con una goma de regar, no podía más... ellos se reían estaban drogados.



Cuando el otro me la iba a meter por detrás, le he metido una mordida en sus partes... creo que la tiene casi cortada. Como me pillen me matan. ¡Por favor escóndeme, por lo que más quieras!
Joder, joder, joder, ¡vaya lío.!

He cogido un impermeable de mi trabajo, se lo he puesto, la llevaré a casa. Son las doce del medio día, yo vivo solo, estoy separado.

La verdad es que no tengo muchas ganas de líos, pero la verdad es que esta chica hay que curarla. El corte del costado parece superficial, la he subido a casa.

Te prepararé un baño de agua calentita, ¿vale pues?, estás sucia y las heridas se pueden infectar.

¡Vale si estoy muerta!, ¡me duele hasta el alma, gracias por ayudarme.!

La he metido en la bañera, pues está sin fuerzas. La verdad es que en la espalda tiene cada latigazo... tremendo. Está muy mal, veremos si no me meto en un buen lío.

Le estoy dando con la esponja suavemente, ella no se puede ni mover, y cuando se relaje, va a ser peor... seguro. Efectivamente, no se puede ni levantar. Es una niña preciosa, pero preciosa y tiene un tipo perfecto, si muy bonito, bonito.


La he cogido en brazos y la he llevado a mi cama, pues solo tengo esta. A ver que voy a hacer, la he tumbado, pues ella está agotada del todo.
la verdad es que aquella montaña era un taco de alta, y muchos matorrales y jaras, que les han producido muchas heridas en sus piernas y muslos. La he secado con la toalla, poco a poco todo su cuerpo, ella se ha dejado hacer todo lo que yo le he pedido.

La estoy curando, con mercurio, sodio o micro mina da igual. En cada arañazo una raya de micro mina.

Vaya tarde tiene un montón de rajas, la del costado Husss esta es un poco mayor, pero bueno saldrá de esta, se la he cerrado con esparadrapo, y no podrá moverse mucho.

Lástima de niña, lo que ha pasado con esos cerdos, espero un rato para que el yodo se seque y no se pegue en las sábanas. La verdad, cuerpo bonito, el que tiene.

Ya la he tapado, suerte que es viernes y no trabajo hasta el lunes. Tengo una televisión en mi dormitorio; así pues, me he sentado al lado de ella, en la cama, con la televisión bajita. Ya se está durmiendo y no quiero molestarla.


No quiero dejarla sola, pues ha pasado mucho. ¡uf está ardiendo en fiebre!, y parece que tiene pesadillas, pues no para de mover la cabeza de un lado hacia el otro. Estoy un poco asustado.
Más de cuatro veces, he llenado la bañera de agua fría, la tengo que enfriar; como sea la he cogido en brazos y la he metido en el agua, le estoy dando con la esponja en la frente, esperando que la fiebre ceda.

Parece que me ha dado resultado, la llevaré a la cama otra vez. Ahora está tiritando, la he arropado y la tengo abrazada a mí; parece que está tranquila, pero no se me despega. Bueno, me quedo echado con ella, ya está relajada y dormida, está mucho mejor. Le he dado un antiinflamatorio para la fiebre.

He bajado a la farmacia de guardia, que por casualidad, es la de mi esquina; y le he pedido algún antibiótico para la fiebre y para las heridas; y me han dado varios botes de pastillas.

Ya es de noche, le haré un caldito calentito a ver cómo le va, la he sentado y le he dado el caldito y una pastilla; son cada ocho horas... se lo ha tomado todo, eso es bueno.

Le he puesto una camisa mía, me ha mirado alargando la mano, agarrándome la camisa, me ha dado un beso en la cara; y se ha tumbado otra vez... se ha echado a dormir, aunque tiene mala cara.




Ya no despertará hasta mañana. Me he ido al salón a comer y estoy viendo la tele un rato más.
Ella está muy tranquila. Me he ido a la cama, pues estoy cansado también. Me he acostado al lado de ella sin molestarla. Me ha abrazado, yo no me atrevo a moverme. Y nos hemos quedado dormidos.

Ha pasado una noche tranquila, ya es sábado, me he levantado y sigue durmiendo.

Se ha despertado, son las once de la mañana; ha salido de la cama con las sábanas liada alrededor del cuerpo.

¿Hola quieres café?
¡¡Sí.!!
¿Cómo estás?
¡¡Bien.!! ¡¡Haciendo gestos con la mano meneándola en forma de abanico.!!
¿Siéntate vale?

Le he puesto su cafecito, le he sacado el pelo para atrás, y me ha subido la cara para arriba... me ha dado otro beso.

¡¡Gracias por todo.!!

Le he acariciado la cara... tiene una piel fina y muy suave, huele muy bien.


¿Quieres algo más?
¡Si quisiera saber de mi mamá!
Márcame tú el número, me duelen los dedos mucho.

He marcado y ha contestado una señora con la voz muy juvenil.




¿Hola es usted la madre de Rosaura?

¡¡Sí, si yo soy.!!
¿Bueno, le pongo con su hija?
¿Quién es usted.?
Yo me he identificado, pero cree que yo soy el malo, ¡más problemas!



Ella me ha dicho:
En la casa hay otra chica secuestrada.

He llamado a la policía y le he dicho el sitio donde está la casa. Pero la policía dice que no sabe dónde es; y preguntan que donde me esperan, para llevarme hasta ese sitio.


En la puerta, le he dado mi dirección y ya han llegado.

Tú, te acuestas ahora vale, hasta que yo vuelva, ¡me espera una buena por haber dicho el sitio!

Hemos ido desde donde la chica subió, y se ve a lo hondo una pequeña casa que apenas se divisa desde la carretera; la policía con prismáticos y un par de perros adiestrados se acercan a la casa.


Yo me he quedado arriba mirando con otra pareja de policías, han entrado de pronto y los han cogido, estaban abusando de la otra chica a lo bestia. Los han esposado a los dos, y sacan a la chica en brazos; han pedido una camilla y un helicóptero, pues al parecer la han golpeado mucho.

Ya se la han llevado al hospital. Yo he tenido que testificar, llevo toda la noche aquí en el cuartel, pues creo que me tienen como sospechoso.

Les he dicho: Tengo la otra chica en casa malherida, es la que se ha escapado de ellos, pero ahora está mejor, recuperándose en cama.

La policía me ha llevado a la casa, pero cuando subía ... me estaban esperando en la puerta los de la policía secreta; para detenerme por cómplice.

Me registraron el teléfono cuando llame a su madre, y la policía se ha puesto en contacto con la de aquí; ya que me bajaban esposado, al verme los otros policías, les han aclarado el tema a los compañeros, y se han marchado.






Todos hemos subido al piso, al abrir la puerta la chica me ha abrazado; estaba muy asustada, por el jaleo que afuera se ha armado conmigo.

Se ha acostado otra vez, después de que la policía le hiciera algunas preguntas y de que por fin se hubiesen marchado.

Ha sonado el teléfono, es la policía de allá.

Me preguntan. ¿dónde está la chica y, cómo está?
¡¡Está bien, no se preocupen.!!,

La madre va para España, a recoger a su hija, ¿vale?, ¿cuál es tu domicilio?

No me fiaba, así que les he dicho que hablen con la policía de aquí... pues yo no les daría ninguna dirección o señas.

Y me han dicho¡va!, cuide bien a la chica, que es de una familia importante.

Le dije:
¡Ohh Dios!
Me ordenaron: ¡No te separes de ella bajo ningún concepto! Llama a tu trabajo, y dices que no puedes ir por fuerza mayor nada más. ¿vale?, no digas nada más, repito.

Le he preguntado a la chica ¿Quién eres?
¿Yo?, ¿yo?



Bueno, no me lo digas si no quieres vale, tranquila.
La he estrechado entre mis brazos y la he tranquilizado diciéndole: Tu madre viene para España en unos días.

Ella me mira con carita de pena, me dice:
Si no es por ti, me hubieran matado seguro.

Me he asomado por la ventana, se oye mucho jaleo y hay policías por las esquinas de la calle.

¡Joder niña quién eres, ¿qué está la calle llena de policías?

¡Es por mi madre! Soy la hija del emperador de china.

Con razón tanto despliegue de policías, venga a la cama, es tarde. La he acostado, ahora no me atrevo a meterme en la cama; me he sentado en el salón otra vez. Estoy, acojonado.

Ella de nuevo me ha llamado.
¿Qué quieres?

Me ha apartado las sábanas para que me meta en la cama, yo tan solo con un movimiento de la cabeza me he negado, pero ella con otro movimiento me dice que sí.

Parecemos mimos, bueno, pues vamos allá, me he metido en la cama; y ni corta ni perezosa me ha echado el pie por lo alto... me ha agarrado del cuello, y ha metido su cabecita debajo de mi barbilla; así nos hemos quedado.


Ha amanecido y sigue abrazada a mí, pero está completamente desnuda, ¡joder con la niña! Vaya pechos los que tenía... casi en mi boca. Me he levantado y la he arropado, la miro y que bonita que es; me quedaba con ella para toda la vida.
Es un ángel, ya hasta la quiero... es un sueño inalcanzable tener una niña así, sería como coger la luna con las manos; más solo las joyas son para los ricos, y esta chica es un
diamante de los grandes.

Me llama y me dice:

¡Ven que es muy temprano, acurrúcate aquí conmigo!
¡No, no, no le he dicho!
Ella dice:
¡Sí, Sí!

¡Vale! Me he metido y me ha agarrado con los pies, y se me ha quedado dormida otra vez, con solo un roce de su piel, se me eriza hasta el pelo.

Al rato nos hemos levantado, Rosaura tiene hambre.

¿Qué quieres comer patatas y huevos?
¡Sí, sí.!

¡Cómo me mira!, ha pasado por mi lado para ir al baño, acariciándome el rostro.

¡¡Jou que niña más mala es.!! Se ha metido en la ducha.

¡La comida está lista en la mesa!
¡¡ya voy.!!

Si no vivo contigo me moriré de pena.


Ella me dice: ¡Yo también quisiera estar contigo para siempre!, ¡yo te quiero, mucho muchísimo!

De pronto otra vez es escuchó un jaleo en la calle tremendo. Sirenas por todos los sitios. Era la policía, tres coches se han parado en la puerta.

La gente de todo el barrio se ha agolpado frente a casa, ¡madre la que se ha liado!, está hasta el gobernador de Córdoba, con las banderas en el coche y todo; da hasta escalofríos, ¡vaya semana completa!

Ha bajado el gobernador del coche con la mamá de Rosaura... la chica ha bajado despacito.

Le he dicho: ve despacio, no vayas a hacerte daño, así que ha bajado agarradita a mi brazo.

Se ha abrazado a su mamá... yo me he quedado en el portal. La policía ha rodeado todo el perímetro de seguridad, la madre con el gobernador se han dirigido hacia mí.

La señora me ha dicho:
Pide lo que quieras y te lo concederé.
¿Lo que quiera?
¡Sí, sí!
¡¡Vale!! Quiero vivir con su hija.
¿Con ella?, ¡imposible! Pídeme otra cosa.
¡No gracias, la quiero a ella.!!


La madre se ha vuelto para el coche, y la niña se ha subido detrás; y alejándose con los ojos lloroso le ha dicho a su madre:
Madre, le quiero, le quiero mucho.
¡No te preocupes cielo!, vendremos por él más adelante.

- Fin -

Enrique Nieto Rubio
Derechos Reservados

lunes, 14 de abril de 2014

..Una niña vagabunda.


Se llamaba Arminia, vivía en el casco viejo de Londres, en los años 30, entre tiendas y rincones... por esas calles empedradas. 


La niña solo tenía cinco añitos, cuando con su madre Ámbar huyó del pueblo, donde vivían en casa de su abuelita muy anciana y con el marido borracho y vulgar, quien constantemente le propinaba palizas tremendas... más un día no soportó más, y decidió partir.

Pues un día este malvado hombre golpeaba a la joven madre, mientras la pobre abuela sostenía en brazos a Arminia... más le pegó tan fuerte, que la empujo contra la anciana y la niña; abriéndole una herida en la frente que llegaba hasta la nariz... cicatriz que le quedaría por siempre.

A los pocos días de sucedido este suceso, la abuelita murió; y Ámbar tomó a Arminia de la manita y salieron corriendo de casa, sin nunca volver la vista atrás.


Llegada la noche, llegaron a los portales de la plaza, lugar donde se cobijaron... gozando así de su primera noche en paz... más temerosas y tristes por el futuro incierto que les esperaba; así vagaron por muchos años, trabajando unos días en un sitio y luego en otro lado.

Una noche Ámbar se quejó de un dolor agudo y se retiraron a descansar más temprano de lo usual, buscando cobijo en el portal... Arminia, para ofrecerle algo de confort, la cubrió con cartones y cuando escuchó que su madre dejó de quejarse, muy cansada, terminó por quedarse dormida también.


A la mañana siguiente, Arminia se levantó del lado de su madre y caminando, llegó hasta un mercado, y frente a un puesto de carne, levantó la mano... el tendero, al ver esa carita tan sufrida, le dio un bocadillo estupendo.

Arminia agradeció y pronta salió corriendo para dárselo a su madre, pero cuando llego ya no estaba... Se sentó allí mismo y se dispuso a comer, pues estaba muerta de hambre.


De pronto, de una de las casas allí ubicadas, salió una mujer, a quien Arminia preguntó:
¿Has visto a mi madre?
-¡Lo siento cielo! Pero tu madre ha muerto y las autoridades correspondientes se la han llevado al cementerio.
La pobrecilla comenzó a llorar desconsolada y al cabo de las horas se quedó profundamente dormida.

Al día siguiente, echó a andar y comenzó a pedir... estaba de suerte, pues todos le brindaban algo; ella lo guardaba todo en un bolso, que era casi más grande que ella.

Entrada la noche, hacía un frío tremendo, y se acercó a una anciana que estaba al lado de una candela; le tomó la mano y mirando hacia arriba, le preguntó:

¿Quieres ser tú mi abuelita?
La anciana la miró detenidamente y luego dulcemente y bañada en llanto por la emoción, le respondió:
-¡Si hijita, claro que sí! Yo seré tu abuelita. ¿Sabes? Yo he llorado toda la vida, pues nunca familia se me concedió tener; y por muchos años a Dios imploré; y sé que tú eres ese ángel, a quien prometo con amor cuidaré.

Ahora
... ven a mi lado,  caliéntate y estarás mejor.



Arminia acto seguido le preguntó:
Abuelita, ¿Tienes hambre?
-Lo cierto es que sí, y mucha, pues no he comido nada.
Pues toma abuelita comete este bocadillo que está riquísimo.
-¡Oh, gracias cielo! Pues con la barriga llena se duerme mejor. ¿Verdad?
Si abuelita.

Seguidamente, la abuelita se fue con Arminia a una cabaña que en un descampado había. 
Allí Vivían más indigentes y todos se llevaban muy bien... la niña 

se acostó junto a la abuelita y le comentó:
¿Sabes abuelita? Una noche, mi mamá me relató el cuento de una princesa, que vivía en un castillo... debes saber que si yo fuera una princesa, tendrías una cama de oro para que durmieras bien.
A los pocos minutos, se quedó dormida junto a la abuela, quien la arropó como si fuera su alma.

Esa noche soñó de lo más lindo de este mundo; se vio como una princesa hermosísima, que bailaba con un príncipe y era de lo más feliz de este mundo.

Por la mañana Arminia se levantó de lo más contenta, pues para ella, la chabola era como un palacio; salió a la puerta y con una escoba se puso a barrer todo el descampado, despertando a todos los vecinos. No se detuvo, hasta dejar todo muy limpio. 
Con el tiempo todos llegaron a quererla muchísimo, pues era una niña muy educada, trabajadora y simpática.

A pocos metros de allí, había una casa muy grande y siniestra; con unas rejas grandísimas y una parrilla altísima, que solo se divisaba a lo lejos entre los jardines que la rodeaban.

Un día, estando Arminia detrás de las rejas, vio un joven de su edad, más o menos, jugando junto a la casa. El chico se dirigió a la reja y le preguntó:
¿Cómo te llamas?
-Arminia, ¿Y tú?
Yo me llamo Yosert. ¿Dónde vives?
-En el llano con mi abuelita.
¡Ah! Enfrente... ¿Quieres jugar conmigo a la pelota?
-¡Claro que sí!



Yosert abrió la verja y Arminia entro al patio, el cual era tan grande, que hasta un campo de fútbol tenía... estuvieron jugando toda la tarde.
Como a las seis la criada lo llamo.
-Yosert a merendar.
¡Voy!... ¿Quieres merendar?
-Sí que quiero.
¡Pues ven conmigo!

La llevó por la puerta de la cocina y le ordenó a la criada, que preparara una merienda para Arminia; esta no objeto nada, preparo la merienda... pero antes de dársela les dijo:

-Tenéis que lavaros las manos.
Si está bien... ¡Ven, vamos!
Se lavaron las manos, merendaron y jugaron por el resto de la tarde.
Ya cuando iba a anochecer, Arminia le exclamó:
¿¡Oh! Se ha hecho muy tarde... gracias por todo, ahora debo de partir.

Yosert rápidamente cuestionó:
¿Vendrás mañana?
-Si tú quieres sí.
Vale jugaremos.
-Adiós Yosert.
Adiós Arminia

La niña se marchó y cuando llego a la chabola, la abuelita le pregunto:
¿Dónde has estado?
-Abuela, no te lo vas a creer, he estado en la casa grande y he merendado allí.
Uuups... ¿No me digas?
-Si abuelita hay un niño como yo de grande, y hemos estado jugando, y me ha dicho que mañana vaya también.
¡Ah! Bueno... eso está bien cielo, así será mucho mejor para ti.



Cuando Yosert, ingresó a su casa, la madre, quien había estado toda la tarde viendo como jugaba con la niña, pregunto:




Yosert ¿Quién es esa chica?
-Mamá, ella es una niña que vive en el llano de enfrente con su abuelita.
-Bien... ¿Me la presentarás?
¡Si mamá! Le he dicho que venga mañana. ¿Tú no te enfadas verdad?

-No, hijo... ¿Cómo me voy a enfadar?


Al día siguiente llegó Arminia a jugar con él, su ropa estaba muy vieja y sucia, además la pequeña tenía muchos churretes en la cara; pero igual era preciosa y un encanto de niña.

Yosert se la presentó a su madre, y esta le preguntó: ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Arminia
Ah, ¿Qué edad tienes?
-¡Auuu!, No sé, mi abuela no me lo ha dicho.
No te preocupes, imagino que tendrás doce años más o menos como Yosert.
El niño interrumpe y dice:
-Mamá nos vamos a jugar ¿Vale?
Bueno, tengan mucho cuidado.

La madre de Yosert se quedó pensativa, y decidió comprar ropa nueva para la niña... pero antes decidió ir a hablar con la abuelita.

Llamo a la puerta, pero no respondía nadie... empujó la puerta y en una cama algo sucia y rota, había una anciana casi moribunda que apenas hablaba.
La mujer sintió temor y cuando se disponía a retirarse, escucho un siseo... se volvió, y observó que la anciana le hacía señas con la mano para que se acercara... y cuando lo hizo, está apenas susurrando, le dijo:
Le suplico, por favor, quédese con la niña, que yo me estoy muriendo.

La señora sintió gran compasión... cogió la mano de la anciana y le respondió.
- No tiene nada de que preocuparse, pues cuando usted no esté más, la niña se quedará conmigo.

¡Gracias, buena mujer!


Así vivieron los siguientes meses... más una mañana al despertar, cuando la niña se acercó a su abuela... está respiraba con dificultad... Envió a la niña, a llamar a la buena señora, y luego de entregarle a Arminia en sus manos, su rostro se apagó.


La madre de Yosert, dio aviso a las autoridades y estos la recogieron para darle santo entierro.
Desde ese mismo día, la mujer bañó y vistió a Arminia, quien con el paso del tiempo se fue convirtiendo en una princesa hermosa, cumpliéndose así sus sueños, en una bella realidad.

¡Colorín colorado!, este sueño de una niña vagabunda... felizmente ha terminado!



Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imagen,
 Silvia Regina Cosió Cámara.