Hoy, me levanté a las cinco de la mañana, sudando a chorros; estaba lloviendo y hacía un frío estremecedor... más mi corazón estaba encendido por la llama del amor y la pasión, porque soñé contigo.
En nuestra relación ha sido color de rosa... el sentimiento que nos une es fuerte; y sé que será un amor eterno y de locura... el cual siempre soñamos algún día poder concretar.
Mi amor sabes que son años tratándonos por la red. Hemos compartido infinidad de confidencias, fotografías, chismes, sensaciones... hemos conversado también de amor, de sexo y pasiones.
Sin embargo, hoy mi sueño fue revelado, por fin veo todo con claridad... ahora sé que ese día ha llegado, y debo ir a tu encuentro.
He renunciado a mi trabajo, y casi todo el dinero que tenía, lo he gastado para irme contigo.
Deseo sorprenderte, así que no te comentaré acerca de mi llegada; pues con los datos que me brindaste, en cuánto, a que vivías cerca del aeropuerto, en una casa grande con singulares características... sé que será fácil ubicarte y cuando frente a ti me encuentre, seguro estoy que desfallecerás de alegría.
¡Así que sin pensarlo dos veces, me he comprado el boleto; he empacado algunas pocas posesiones... qué más da! Con mis ilusiones es más que suficiente; solo a tu lado deseo estar, y ansioso estoy por nuestro inminente encuentro.
Estoy a bordo del avión y las horas parecieran ser eternas; no hago otra cosa que pensar en todos los momentos maravillosos qué juntos viviremos.
Por fin hemos aterrizado, y me dirijo directamente a tu casa; y tal como imaginé...no ha sido difícil ubicar tu residencia.
Sintiendo que el corazón se me salé del pecho por la emoción; he tocado a la puerta de tu casa. Después de esperar unos segundos, salió una chica... y con ese acento vuestro, que tanto me encanta; a mí se ha dirigido:
-Buenas tardes, señor... ¿A quién busca?
Nervioso pregunté... ¿Está la señora?
-En este momento le informaré, solo dígame... ¿De parte de quién?
Por favor, dígale que es Ernesto...de España.
Los minutos comenzaron a transcurrir, así que poco a poco, la emoción se convirtió en pena... pues no se necesita ser muy inteligente, como para entender cuando alguien no desea recibirlo.
Allí mismo me quedé, dispuesto a morir, si fuera preciso. Me senté en la entrada por más de dos horas. Trataba de ser positivo pensando en que, quizás, estabas buscando un lindo vestido para así lucir preciosa... o quizás estabas en shock por mi repentina llegada.
De reojo podía observar, que en momentos te acercabas a la ventana, para así controlar si seguía esperándote.
Para mis adentros me decía, que debía de continuar esperando... Además, que más podía hacer, me encontraba en otro país, a miles de kilómetros de casa. Así pues, solo podía esperar, esperar y esperar... y con suerte que todo fuese para bien.
Cuando por fin te presentaste en el portal, me puse de pie... y en tu mirada se reflejaba tristeza, por lo que te pregunté:
¿Qué sucede?
¡Respondiste con una vocecita muy tenue...!No esperaba tu llegada!
Solo pude lamentar lo que escuchaba... y te expresé que creí te sentirías muy feliz al verme...
Esta vez no hubo respuesta alguna... solo un silencio devastador.
Por lo que pasados unos segundos, contrariado te pregunte: ¿Qué fueron de las palabras de amor y ternura que me dijiste, apenas ayer?
Nuevamente estabas sin palabras... y sin atreverte a levantar la mirada, me invitaste a ingresar; y nos sentamos a conversar.
Estabas preciosa, mucho más que en fotografías; tu piel suave como el terciopelo, tus ojos chispeantes llenos de vida... y tus labios, pidiendo ser besados... más no por mí, porque yo me iría sin tan siquiera haberlos acariciado.
¡No sé, pero por algunos momentos, esbozabas una sonrisa, medio triste o medio alegre... que sé yo!
No obstante, por tu forma de actuar... sabía cuál sería el desenlace de mi historia de amor... Sentí que el mundo se hundía a mis pies y me inundó un profundo dolor y temor.
No podía creer que después de renunciar a todo en mi tierra, me dejaras con tremendo palmo de narices, en tierra extraña... Para ese momento no sabía qué más decir, o hacer, y mucho menos a donde ir.
Al término de nuestra conversación, tal cual presentía, de tus labios escuché: Lo siento Ernesto...no puedo y no es mi deseo estar contigo.
Imposible fue contestar en ese preciso momento, pues sentía un nudo en la garganta... imposible se me hacía respirar, y solo alcancé a mirarte por unos segundos de frente <para cerciorarme que todo era realidad>... Con mis ojos anegados en lágrimas; no supe qué más agregar.
Sin embargo, mi alma un grito ahogado guardaba... puedo decir que en mi corazón y en cada poro de mi piel, sentía el infame dolor de mil agujas atravesando mi ser.
No cruzamos más palabras... Tú permaneciste sentada e incómoda, inclinaste tu rostro, mientras una lágrima rodaba por tu mejilla... Yo tembloroso me levanté, y salí de tu casa como lo que era..."Un extraño, en un paraíso perdido""
Me pasé todo el día en un banco de la plaza, que allí cerca quedaba... recriminándome una y otra vez, lo estúpidamente iluso que fui; pues renuncié a mi familia, mi casa, mis ahorros... todo por una mujer que no me amaba; pues para ella... todo era simplemente vana fantasía.
Solo Dios sabe cuánto deseaba morir... pero ni eso podía darme el lujo de hacer; pues me encontraba en tierra de nadie.
Revise mi billetera y tenía justo lo necesario para comprar mi boleto de regreso; porque he de confesaros que ni siquiera para una taza de café me alcanzaba.
Os prometo que si me hubieran dado de ostias, eso hubiese sido una tontería... con el dolor que esta desventura me causó.
En este momento he subido al avión... mis ojos no se pueden controlar, pues constantemente amenazan con estallar, empañan mi visión... y mi corazón se niega, aún, a aceptar la realidad.
¡Mil interrogantes vienen y van, algunas acerca de ella, otras en cuanto a qué haré a volver; y la verdad es que nada me importa; porque morirme ahora mismo es lo que anhelo; pues nada me importa ya!
Enrique Nieto Rubio
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