Cuánto más ausente estás,
más aún te quiero todavía...
pues no concibo vida mía,
que no me quieras ni mirar.
Tú no me haces sufrir... ¡No, no!
Sí, te llevo en mis pensamientos;
porque tú me respondes con amor,
siempre que te digo que "te quiero".
Tú sabes que vivo, solamente para ti,
te llevo muy adentro de mi corazón...
Y lamentas mi sentir, porque sabes
que te deseo, con toda la pasión.
Porque si tanto pienso en ti,
no puede ser mi bella flor...
que tú a mí no me quieras;
como yo a ti... mi dulce amor.
Siendo así, imposible sería,
que mi necio entendimiento...
y el sentir de esta alma mía,
no rocen por igual tus deseos.
Sé que nunca me podrás olvidar,
pues mientras tú estés presente...
en cada partícula de mi existencia,
nunca jamás te dejaré marchar.
¿De qué te quejas, con mamá?
Sé que esto no es a causa mía,
pues esto sería una tontería...
aunque no me quieras mirar.
Si algún día, te dice, a aquel vecino
que quiere ostentar tu amor...
que yo te he dejado de querer;
que venga él mismo y me lo diga,
¡Qué encantado le responderé... a él!
Que si fuisteis una linda mariposa...
es porque con amor, te pegue las alas
para que tú, otra vez, pudieses volar.
Y no volveré a consentir una vez más,
que él pretenda volverlas a cortar.
Ese vecino que siempre te acecha,
seguro estoy, es un infame ladrón;
que gusta vivir muy cerquita de ti,
solamente, para robarme, tu amor.
Pero no te preocupes amor, porque
él nunca se saldrá con la suya...
mientras tú guardes mis promesas.
igual preservaré las tuyas, en mi corazón.
Porque las promesas que se hacen...
ante Dios, Nuestro Padre Celestial,
no es permitido... nunca violar;
pues estas son como un contrato,
de un hermoso amor imperecedero
que nunca jamás morirá.
*Enrique Nieto Rubio*
Derechos Reservados.
Colabora en imagen,
Silvia Regina Cossio Cámara.