Por allá, en el año novecientos treinta y seis, unos piratas del Norte de África; en su gran nave rodearon el estrecho de Gibraltar.
Decidieron ingresar en una noche de luna llena, para servirse de la luz que está emitía; con el propósito de sorprender y robar; a unos pescadores que se encontraban lanzando sus redes al agua, con la esperanza de una buena pesca obtener.
Justo en el momento, cuando se disponían a atracar a los pesqueros; divisaron que una sirena saltaba delante del barco... protegiendo a las pequeñas embarcaciones pesqueras.
Los bucaneros, de inmediato, decidieron apresar a la sirena; y sin mucho esfuerzo, con éxito lograron su misión.
Mientras se dirigían al muelle de Cádiz, algunos de sus tripulantes compararon a la sirena con una mujer; y para ellos la presencia en el barco de una chica era como un amuleto de mala suerte; por lo que al llegar a su destino, decidieron venderla a muy buen precio... a unos mercaderes del lugar.
Los comerciantes se dirigían hacia Córdoba; sin embargo, en este lugar se estaban librando grandes batallas entre unos y otros; así pues, pronto se vieron envueltos en estos enfrentamientos.
Cuando decidieron huir, determinaron que lo mejor sería abandonar a la sirena; dejándola libre en el Río Guadalquivir, cerca del puente.
Cuando llegó al poder Al-Hakam II, el Califato cordobés se encontraba consolidado en el norte de la Península; con los reinos cristianos bajo vasallaje, así como en el Magreb occidental, controlado por el Califato cordobés... bien mediante sus propias tropas, o por medio de tribus aliadas o sometidas.
A su muerte, Al-Hakam II dejó el trono cordobés a un muchacho de once años, Hisham quien, por su corta edad, carecía de experiencia política.
No obstante, este joven califa, contaba con el apoyo de su madre, la concubina Subh de Navarra; y el ministro Al-Musafi; además de la de un hombre llamado Abi Amir Muhammad, futuro al-Mansur Almanzor... Mientras esto sucedía, los conflictos continuaban por toda la región.
Allí, en el río Guadalquivir, se encontraba la Torre de Calahorra, lugar donde vivía el Príncipe Hisham.
A su muerte, Al-Hakam II dejó el trono cordobés a un muchacho de once años, Hisham quien, por su corta edad, carecía de experiencia política.
No obstante, este joven califa, contaba con el apoyo de su madre, la concubina Subh de Navarra; y el ministro Al-Musafi; además de la de un hombre llamado Abi Amir Muhammad, futuro al-Mansur Almanzor... Mientras esto sucedía, los conflictos continuaban por toda la región.
Allí, en el río Guadalquivir, se encontraba la Torre de Calahorra, lugar donde vivía el Príncipe Hisham.
Un buen día, cuando Hisham se encontraba en lo alto de la torre; divisó lo que parecía ser un enorme pez... esto llamó su atención, pues en el lugar nunca había observado uno de gran tamaño.
El pez se encontraba nadando muy cerca de la torre de la Calahorra; así que sin pensarlo dos veces, bajó corriendo hasta los sótanos... pues allí estaba dispuesta una entrada, que llegaba hasta la orilla del río.
Hisham pronto se percató que no era un gran pez el que había avistado... sino, una linda sirena.
En ese momento estaba poniéndose el sol, y la hermosa sirena, sin demostrar temor alguno, ante la presencia de Hisham; sentándose en una roca que se encontraba junto al molino... comenzó a entonar dulces melodías.
El pez se encontraba nadando muy cerca de la torre de la Calahorra; así que sin pensarlo dos veces, bajó corriendo hasta los sótanos... pues allí estaba dispuesta una entrada, que llegaba hasta la orilla del río.
Hisham pronto se percató que no era un gran pez el que había avistado... sino, una linda sirena.
En ese momento estaba poniéndose el sol, y la hermosa sirena, sin demostrar temor alguno, ante la presencia de Hisham; sentándose en una roca que se encontraba junto al molino... comenzó a entonar dulces melodías.
Al principio Hisham, para no asustarla... se ocultó detrás de algún arbusto; gustaba de contemplar la gracia y delicadeza, con la cual, la sirena en el agua feliz se desplazaba.
Con infinita paciencia, su confianza fue ganando; y sus visitas se volvieron rutina. Cada atardecer, el joven príncipe Hisham, llegaba a la orilla del río... para escucharla embelesado, hasta altas horas de la noche.
El cabello de la sirena era dorado, como finas hebras de oro; con el cual la sirena casi siempre, a medias, su rostro escondía... pues era muy tímida.
Con infinita paciencia, su confianza fue ganando; y sus visitas se volvieron rutina. Cada atardecer, el joven príncipe Hisham, llegaba a la orilla del río... para escucharla embelesado, hasta altas horas de la noche.
El cabello de la sirena era dorado, como finas hebras de oro; con el cual la sirena casi siempre, a medias, su rostro escondía... pues era muy tímida.
Sin embargo; de vez en cuando de valor se armaba, y hacia él volteaba... pues del príncipe se había enamorado; y cuando sus miradas se encontraban, ella sonrojada... coqueta le sonreía.
Los encuentros se volvieron rutina, pues Hisham siempre y después de terminar con sus estudios; se dirigía hacia los molinos, y en el río con la sirena se reunía, para juntos en el agua jugar.
Ambos se tomaban de la mano, y se regocijaban nadando por la superficie del agua. Con el tiempo, se aventuraban mucho más, pues el príncipe delicadamente la tomaba por la cintura; y por breves instantes el fondo del río se aventuraban a explorar...
Hisham constantemente perdía la noción del tiempo; así que cuando se hacía muy tarde, su madre desde la torre lo llamaba... y él, un tanto apesadumbrado, la mano levantaba; despidiéndose de la bella sireníta.
Así transcurrieron los años... y el joven príncipe, también de la sirena, se enamoró; más nunca a su amada se lo confesó.
Hisham estaba consciente que ambos procedían de dos mundos completamente diferentes, y por ende nunca un hogar podrían formar... y aunque esto era causa de dolor; sus hábitos nunca cambiaron; pues todo su tiempo libre, con ella compartía.
Un día por la mañana, muy temprano, mientras Hisham se desperezaba en la torre, observó cuando río abajo, en una barca... cautiva, llevaban a su amada sirena.
Los encuentros se volvieron rutina, pues Hisham siempre y después de terminar con sus estudios; se dirigía hacia los molinos, y en el río con la sirena se reunía, para juntos en el agua jugar.
Ambos se tomaban de la mano, y se regocijaban nadando por la superficie del agua. Con el tiempo, se aventuraban mucho más, pues el príncipe delicadamente la tomaba por la cintura; y por breves instantes el fondo del río se aventuraban a explorar...
Hisham constantemente perdía la noción del tiempo; así que cuando se hacía muy tarde, su madre desde la torre lo llamaba... y él, un tanto apesadumbrado, la mano levantaba; despidiéndose de la bella sireníta.
Así transcurrieron los años... y el joven príncipe, también de la sirena, se enamoró; más nunca a su amada se lo confesó.
Hisham estaba consciente que ambos procedían de dos mundos completamente diferentes, y por ende nunca un hogar podrían formar... y aunque esto era causa de dolor; sus hábitos nunca cambiaron; pues todo su tiempo libre, con ella compartía.
Un día por la mañana, muy temprano, mientras Hisham se desperezaba en la torre, observó cuando río abajo, en una barca... cautiva, llevaban a su amada sirena.
Hisham presuroso salió corriendo escaleras abajo, alertando a la guardia de lo que estaba sucediendo... Más era demasiado tarde; pues la barca, rápidamente, en el horizonte desapareció.
Hisham inmediatamente, en la Mezquita, convocó a todo el pleno; para que se iniciara una búsqueda minuciosa, hasta encontrar a la sirena.
Pasaron algunas semanas, y todos los esfuerzos resultaron infructuosos; nadie daba razón de su paradero
Los raptores la estaban utilizando para realizar presentaciones en las ferias... La sirena sumisa obedecía a todo cuanto le pedían; a cambio de alimentación.
Hisham inmediatamente, en la Mezquita, convocó a todo el pleno; para que se iniciara una búsqueda minuciosa, hasta encontrar a la sirena.
Pasaron algunas semanas, y todos los esfuerzos resultaron infructuosos; nadie daba razón de su paradero
Los raptores la estaban utilizando para realizar presentaciones en las ferias... La sirena sumisa obedecía a todo cuanto le pedían; a cambio de alimentación.
Adultos y niños, se aglomeraban para ingresar al estanque donde se presentaba la sirena... todos la querían conocer y escuchar su voz angelical.
Como nunca antes se había capturado a un espécimen tan singular, la exhibición de la sirena fue todo un éxito; obteniendo que sus raptores, muy pronto, de plata llenaran los bolsillos.
Así pues, los rufianes pronto comenzaron a viajar por toda España, visitando cada poblado donde hacían acto de presencia las ferias; por lo que el contenedor de agua, que resguardaba a la sirenita se contaminó.
Los captores de la sirena ignoraban, que el vital líquido debía de mantenerse en perfecto estado... razón por la cual, el estado de salud, de la sirenita se deterioró.
Mientras tanto, Hisham se encontraba desolado; negándose a continuar con sus estudios y actividades diarias.
Se encerró en la torre, e incluso allí dormía... oponiéndose a bajar del lugar; indicando que estaría confinado, hasta que encontraran a la sireníta.
Un día la madre recibió una misiva, proveniente del norte de España; en la cual se informaba del lugar, donde unos feriantes mantenían retenida a la sirena.
Asimismo, aconsejaban que debían de apresurarse con el rescate, pues la sirena se encontraba confinada y moribunda en un estanque abandonado.
La madre inmediatamente subió a la torre, para poner al tanto de la situación a su hijo... y el joven príncipe, saltando de la emoción, sintió que por fin de nuevo a su lado estaría; y presuroso dispuso lo necesario para acudir en su auxilio.
Se encerró en la torre, e incluso allí dormía... oponiéndose a bajar del lugar; indicando que estaría confinado, hasta que encontraran a la sireníta.
Un día la madre recibió una misiva, proveniente del norte de España; en la cual se informaba del lugar, donde unos feriantes mantenían retenida a la sirena.
Asimismo, aconsejaban que debían de apresurarse con el rescate, pues la sirena se encontraba confinada y moribunda en un estanque abandonado.
La madre inmediatamente subió a la torre, para poner al tanto de la situación a su hijo... y el joven príncipe, saltando de la emoción, sintió que por fin de nuevo a su lado estaría; y presuroso dispuso lo necesario para acudir en su auxilio.
Hashim quien había compartido, mucho tiempo al lado de la sirena; era un experto en cuanto a las necesidades y el cuidado de su amada; así que de forma inmediata ordenó a los artesanos de lugar, construir un contenedor lo suficientemente grande, para albergar cómodamente a la sireníta.
De la misma forma, se construyó un enorme carruaje, el cual sería jalado por los caballos más fuertes del reino; sobre el cual cuidadosamente se acomodó el contenedor lleno de agua purificada. Estas labores se realizaron en tiempo récord.
Hashim acompañado de los primeros rayos de sol, al día siguiente, rumbo al norte con su ejército, marchó.
Para ese entonces, España estaba toda dividida por reinos; así que para llegar a su destino debía ir solicitando salvoconductos... por todo reino donde transitaban, incluyendo aquellos con los cuales no mantenían buenas relaciones.
Para tratar de evitar mayores retrasos o inconvenientes, el príncipe decidió que viajaría con el menor grupo de guardias posible, y la travesía la harían bajo el amparo de las noches.
No obstante, no lograban avanzar con la rapidez deseada, pues mientras iban pasando los meses, la paciencia del joven se terminaba; por lo que determinó que viajarían durante la noche y el día... y tomarían solamente unas cuantas horas para descansar.
La buena fortuna estuvo de su lado, porque durante todo el trayecto, no necesitaron enfrentar mayores inconvenientes; ya que se había corrido la triste noticia, de lo que acontecía con la desdichada sirena.
Sin embargo, cuando arribó al lugar donde se encontraba la sirena; observó que su estado era calamitoso; el torso de su cuerpo y su cola, se encontraban en total deterioro...
La pobrecita estaba al borde de la muerte, reposando en medio de un estanque casi seco y nauseabundo.
El príncipe, sin poder el dolor contener, la tomó entre sus brazos... por instantes tan solo le hablaba, y cuando esta no reaccionaba la sacudía... tratando de estimularla; pero ella apenas tenía fuerzas para respirar.
El príncipe, sin poder el dolor contener, la tomó entre sus brazos... por instantes tan solo le hablaba, y cuando esta no reaccionaba la sacudía... tratando de estimularla; pero ella apenas tenía fuerzas para respirar.
El príncipe Hisham ordenó a sus guardias, que se volvieran de espaldas; se mantuvieran atentos y vigilantes... mientras él rápidamente se dispuso a tratar las lesiones, que había adquirido a causa de la inmundicia y del tiempo que había transcurrido sin movimiento y cuidado alguno.
Hisham se sentía abatido y sumido en la desesperanza; más no se dejó vencer.
Con suma delicadeza comenzó a limpiar su piel; la cual se encontraba amoratada y llena de llagas. Su estado era deplorable; pues escamas, en grandes áreas de su cola, habían desaparecido completamente, por falta de lubricación.
Después la subieron al carruaje, y la posó con sumo cuidado en el tanque de agua cristalina... pero se encontraba tan débil, que imposible le era, mantenerse a flote.
El príncipe ordenó al cochero que guiará el carruaje de forma gentil, y a sus guardias que evitarán cualquier tipo de confrontación.
Las instrucciones de Hisham fueron, que en caso fuese necesario... estaría dispuesto incluso a entregar su reino, a cambio del bienestar de su amada.
La caravana comenzó su recorrido de vuelta a casa; mientras el príncipe en el contenedor de agua viajaba, con la sireníta en brazos... a quien con pañuelos de seda sus heridas diligentemente cuidaba.
Mientras curaba su lacerado cuerpo, los lienzos se infestaban con partículas de piel y escamas, los cuales Hisham iba tirando por el trayecto del recorrido; dejando detrás de la caravana, un sendero de paños; "Senda construida con residuos...de las heridas de su amada; y lágrimas de sangre... vertidas por un hombre completamente destrozado".
Al viento volaban cientos de pañuelos, provenientes de Persia; de exclusiva seda, y colores hermosos... Motivo por el cual, en su momento, los guardias temieron, serían presa fácil de encontrar, por parte de sus enemigos.
Cuando por fin llegaron a Andalucía, todos se sintieron más seguros; más el príncipe aliviado respiró, hasta el instante en qué... frente al puente, el carruaje, su jornada concluyó.
No obstante, aún no había cabida para la felicidad, pues la sirena parecía que terminaría dándose rendida. Hisham junto a ella, cerca de los molinos, permaneció; curando y cuidando de sus infectadas heridas...
Con el tiempo el joven príncipe, hasta la vergüenza, perdió; pues aunque sabía, no poseía el don para cantar... en varias ocasiones bajo el puente, tristes melodías se le escuchaba entonar; en las cuales, a su amor, imploraba no dejar de luchar.
Cuando Hashimí vislumbraba un pequeño avance en su amada, de sus brazos la liberaba... y a los pocos segundos su cuerpo hacia el fondo del río iba a parar... Todo aquel quien pudiese observar ese espectáculo, el corazón en pedazos, le partía.
Al viento volaban cientos de pañuelos, provenientes de Persia; de exclusiva seda, y colores hermosos... Motivo por el cual, en su momento, los guardias temieron, serían presa fácil de encontrar, por parte de sus enemigos.
Cuando por fin llegaron a Andalucía, todos se sintieron más seguros; más el príncipe aliviado respiró, hasta el instante en qué... frente al puente, el carruaje, su jornada concluyó.
No obstante, aún no había cabida para la felicidad, pues la sirena parecía que terminaría dándose rendida. Hisham junto a ella, cerca de los molinos, permaneció; curando y cuidando de sus infectadas heridas...
Con el tiempo el joven príncipe, hasta la vergüenza, perdió; pues aunque sabía, no poseía el don para cantar... en varias ocasiones bajo el puente, tristes melodías se le escuchaba entonar; en las cuales, a su amor, imploraba no dejar de luchar.
Cuando Hashimí vislumbraba un pequeño avance en su amada, de sus brazos la liberaba... y a los pocos segundos su cuerpo hacia el fondo del río iba a parar... Todo aquel quien pudiese observar ese espectáculo, el corazón en pedazos, le partía.
En otras oportunidades, cuando el príncipe creía percibir una dulce sonrisa... a los segundos en sus brazos, volvía a desfallecer.
La preocupación por la sirena, se sumó al temor de que el príncipe enfermaría también; pues su piel comenzó a agrietarse, por el exceso de tiempo que permanecía sumergido en el agua.
Su madre sufría, y con ella, todo el pueblo en general; ya que Hashim se rehusaba a que alguien más, al menos por escasas horas, ocupará su lugar... para ayudar a continuar con tan titánica labor.
Sin importar si era de noche o de día... él a su lado permanecía. El amor que demostraba por la sirena... poco a poco, a todo el mundo contagió. Pues los habitantes de la región dejaron atrás sus diferencias de raza o religión; y se unieron en oración, compartiendo el pesar y preocupación por la salud de la pareja.
El joven jamás se rindió... y con el paso de los días; por fin con certeza observó, que las heridas muy lentamente... pero con seguridad iban sanando. La misma rutina, el príncipe vivió día con día.a veces acompañado por su madre o consejeros; y en muchas ocasiones más, solamente por la luna, silente, testigo de largas y frías noches de dolor y agonía.
Cuando contaba con la luna, como única compañía... esta se reflejaba en el río y a sus pies; a quien el joven príncipe, le suplicaba:
¡Concédeme la salud de mi amada, porque sin ella... la vida misma no podré concebir!
Hashim pasaba las horas observándola descansar, con la cabeza de la sirena sobre su pecho; mientras que él tiernamente... en sus brazos la arrullaba, susurrándole tiernas palabras de amor.
Una noche, mientras el príncipe conversaba con la luna...de pronto las aguas se comenzaron a enturbiar; y con ello el reflejo de la luna se iba desvaneciendo. Así pues, sin compañía alguna y casi en completa penumbra; Hashim rendido por el cansancio... por escasos minutos dormido se quedó.
Algún ruido del ambiente, su sueño interrumpió, y al no sentir el peso de su amada sobre su pecho; se percató que no tenía a la sireníta en brazos... Aterrado abruptamente, se levantó; pensando que la corriente del río, una vez más, se la había arrebatado.
Cuando se disponía a gritar por ayuda... escuchó unas pisadas en el agua; cuando fijó la mirada del lugar donde provenían los pasos, vio a su sirena amada... convertida en una preciosa mujer.
Ella lucía rozagante y llena de vida; quien un tanto tímida, de frente y luego de espaldas, a su amado le lució.
El príncipe hacia ella corrió, se abrazaron y luego tomados de las manos; ambos, aun chorreando y salpicando agua por doquier, salieron del río...
Una noche, mientras el príncipe conversaba con la luna...de pronto las aguas se comenzaron a enturbiar; y con ello el reflejo de la luna se iba desvaneciendo. Así pues, sin compañía alguna y casi en completa penumbra; Hashim rendido por el cansancio... por escasos minutos dormido se quedó.
Algún ruido del ambiente, su sueño interrumpió, y al no sentir el peso de su amada sobre su pecho; se percató que no tenía a la sireníta en brazos... Aterrado abruptamente, se levantó; pensando que la corriente del río, una vez más, se la había arrebatado.
Cuando se disponía a gritar por ayuda... escuchó unas pisadas en el agua; cuando fijó la mirada del lugar donde provenían los pasos, vio a su sirena amada... convertida en una preciosa mujer.
Ella lucía rozagante y llena de vida; quien un tanto tímida, de frente y luego de espaldas, a su amado le lució.
El príncipe hacia ella corrió, se abrazaron y luego tomados de las manos; ambos, aun chorreando y salpicando agua por doquier, salieron del río...
Y tal cual solían hacer en el pasado; solo que ahora, en tierra firme, giraban y giraban... desbordantes de júbilo y vitalidad; agradeciendo a la luna, por el deseo concedido.
Luego Hisham, la tomó en brazos y a sus aposentos la llevó... y tal cual se hace con un niño; él tiernamente entre las sábanas de seda la acomodo.
Acto seguido su cabeza levantó, para ubicar su hermosa cabellera dorada sobre la almohada... la chica de inmediato plácidamente dormida quedó.
Acto seguido su cabeza levantó, para ubicar su hermosa cabellera dorada sobre la almohada... la chica de inmediato plácidamente dormida quedó.
El joven príncipe, embelesado, no podía apartar la mirada de su dulce rostro... así como, de abstenerse a acariciar su sedosa cabellera; mientras tanto Hisham para sus adentros pensaba: Amada mía, eres la mujer más bella y tierna de toda Andalucía.
Toda la población había estado pendiente del estado de salud de la sirena, y sumamente consternados por la de Hisham... por lo tanto, al día siguiente; a todos el príncipe anunció la nueva buena... y el pueblo de regocijo se llenó.
Acto seguido, el príncipe invitó a la chica para que se uniera a él, en el balcón... proclamando:
-Les presento a mi amada sirena, hoy gracias a la luna... convertida en toda una mujer.
La sirena agradeció a todos los presentes por su apoyo, aceptación y muestras de consideración. Todos quedaron maravillados con su singular belleza... pero sobre todo, por la dulzura que se destacaba en la joven doncella.
Toda la población había estado pendiente del estado de salud de la sirena, y sumamente consternados por la de Hisham... por lo tanto, al día siguiente; a todos el príncipe anunció la nueva buena... y el pueblo de regocijo se llenó.
Acto seguido, el príncipe invitó a la chica para que se uniera a él, en el balcón... proclamando:
-Les presento a mi amada sirena, hoy gracias a la luna... convertida en toda una mujer.
La sirena agradeció a todos los presentes por su apoyo, aceptación y muestras de consideración. Todos quedaron maravillados con su singular belleza... pero sobre todo, por la dulzura que se destacaba en la joven doncella.
En un breve lapso de tiempo, la boda se celebró; ya que esta no requirió de grandes preparativos.
Los jóvenes desearon, como único ornamento, unir sus vidas bajo el amparo que luz de la luna; quien ese día, más brillante que nunca, se presentó... haciéndose acompañar de infinitas estrellas alrededor.
A este evento, todo aquel que deseara acompañarlos, fue gratamente bienvenido; pues los jóvenes príncipes, sabían que su pueblo... así como personas de tierras lejanas, a su lado, estuvieron, en los momentos de mayor aflicción.
Los jóvenes desearon, como único ornamento, unir sus vidas bajo el amparo que luz de la luna; quien ese día, más brillante que nunca, se presentó... haciéndose acompañar de infinitas estrellas alrededor.
A este evento, todo aquel que deseara acompañarlos, fue gratamente bienvenido; pues los jóvenes príncipes, sabían que su pueblo... así como personas de tierras lejanas, a su lado, estuvieron, en los momentos de mayor aflicción.
Bueno, mis amigos, este cuento de amor y fantasía ha llegado a su fin; espero haya sido de su agrado.
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