domingo, 5 de enero de 2020

.Te conozco de Enricostro.

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Te conozco,
y sabiendo que en tu corazón,
viven nuestros sentimientos.

Arañas, tu sentir,
para que vivas en mi universo.

Pateas, así con dureza, así como, golpeas,
un amor en soledad,
 Para así vivir la felicidad completa.

aplastas, los malos espíritus,
 para proteger un amor verdadero.

Atropellas, los sentimientos ocultos,
para un nuevo renacer.

Matar, las arañas del olvido,
para limpiar un sentimiento desconocido.

Escupes, el veneno de esa sin razón,
 por conservar un amor prohibido.

Señalar, las rosas de tu jardín,
 que cubrirá tu amor de ilusión.

Muerdes, la media noche,
 ¡para proteger un nuevo día, que provocas!
Cantares de ilusiones deseadas,
 y saludas, al destino,
enseñándole un buen camino.

finges, ese sentimiento,
para engañar al destino.

Tomas el pelo, a la desesperanza,
¡y juegas con los sentimientos!
Amargos de tú, corazón,
 que llora ese sin sentir no cambias.
Los sueños amargos del pasado.

No entiendes, que ese dolor fingido,
al final es dolor verdadero.

No aprendes, que si la vida se va,
es por un sentimiento fallido, 
 más no perdonas.

Como la vida no perdona,
los juegos prohibidos.

Más, no amas, lo que siempre has querido,
y ahora, ya no me quieres,
Tú, el corazón desvalido.

Que rodeándote,
 de infieles sentimientos, desconocidos.
 
Siempre arañas, las vivencia,
 de aquel amor perdido,
jamás sonríes, a esos besos de amigo.

 Que rodeándote de flores,
¡nunca acaricias!, a ese destino.

Que sin quererlo mi cielo,
simplemente es el destino.

 Ahora, cambias de opinión,
 enterrando el destino.
¡Estrategia!, de un corazón,
que ya fue malherido.
  Más tú ¿sabes por qué?
se rompen los sueños de amigos.

Más siempre serás,
perdedora, de los amores queridos.

Tú, siempre en los deseos del amigo,
 ¡más siempre ella!
será la razón de este destino.

y siempre, te quedarán,
 los llantos de tu destino,
¡siempre tú!, amada mía,
 por los sueños que vivimos.

Siempre amigo, en esta vida,
y los deseos compartidos,
¡siempre enemigo! Y enemigos del tiempo,
que nos roba ese brío.

Te conozco, más amigo,
 ¡tú eres, el tiempo, que en este, loco mundo!
nos deshacemos lo vivido,
Y sé de este destierro, de errores que he vivido.

Tu maldad, no tiene precio,
 por cuanto dolor vivido.

Tu indiferencia es el precio,
 de ese amor tan querido.
¡Tu envidia lo hace aún más grande!
¡Y de tu hipocresía! Nadá se ha escrito. 

Enrique Nieto Rubio. 
Derechos de autor. 

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