Juan a su novia le prometió la luna,
pero no la podía alcanzar.
Sus amores se descomponían,
pues ella no paraba de llorar.
Así su amor se fue apagando,
pues todo se le perdía,
más viendo que su amor lo abandonaba,
y él dijo: porque le prometería.
Ella sin su luna no es feliz,
pues en ella se reflejaba,
la belleza de ese sentir,
que a su amor le procesaba.
Esta mañana él salió,
dispuesto a conseguirlo,
con su coche él partió al campo,
para cumplir su cometido,
y escondiéndose entre ramajes,
a la luna la esperó,
mientras ella subía,
para verse con el sol.
La cogió de un gran salto,
mientras la luna se resistía,
y metiéndola a empujones,
en su coche entraría.
Ya por fin lo consiguió,
la luna para su amada,
que ella con todo su amor,
la tomó en su morada.
Y la puso de lamparita,
para los dos vivir, buenas veladas.
Enrique Nieto Rubio,
derechos reservad
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