sábado, 4 de enero de 2025

..Graciela y su esposo, de Enricostro.

 Graciela y su esposo, de Enricostro.

Graciela era una libertina muy descarada; le llevaba diez años menos que su esposo y hacía lo que le daba la gana.
Él trabajaba muchas horas, pues estaba en un restaurante; mientras ella, además de gastar todo el dinero que él tenía, y puteaba con todo el que quería.
Se llevaban a muerte los dos, y día sí y día no, se pegaban a medias hasta hacerse bastantes heridas.
Los dos vivían en una casa bastante grande.
Él vivía arriba y ella vivía abajo, pero el salón que estaba abajo solían compartirlo, aunque apenas si se hablaban.
En estas Navidades ella se vistió de mamá Noel, con un traje rojo y demasiado cortito.
Y con el tanga, un tanga que se le veía todo.
Cuando salió de su habitación, él le dijo.
Putón, y ella le respondió: "Cabrón, tú" al salir por la puerta, ella se agachó y todo el totò se le salía por los lados del tanga.
Él la miró y se llenó de rabia y de odio.
Así él quedó sentado y mirando la televisión, maldiciéndola e imaginando lo que les harían sus amigos así vestida.
Sobre las cinco de la madrugada, ella entraba sigilosa con un chico que venía con ella. Todo excitado se metieron en su dormitorio y este chico se puso guarrito con ella, y sobre las siete de la mañana él se marchó.
Su marido se había quedado dormido viendo la televisión, cosa que no le impidió verlos de refilón.
Pero él, ¿qué iba a hacer, nada...? Así, al día siguiente, vino con otro y muchas veces más.
El marido estaba tan quemado que ya no pudo más.
Una noche él compró cinco litros de gasolina en una garrafa y decidió acabar con ella.
Una noche, ella no salió, quizás por la regla, qué sé yo.
El caso es que, sobre las cuatro de la madrugada, él espació la gasolina por su dormitorio mientras dormía y prendió fuego...
Se dio la vuelta y se marchó de la casa.
Él se dejó unas barbas largas y se vistió de mendigo. uffff nadie lo conocía así.
A la mañana siguiente, compró el diario y lo leyó, y vio que ella sobrevivió del incendio apenas sin quemaduras.
Pocos días después, él estaba en busca y captura por la policía.
A él le gustaba el reto, después de haber vivido ese infierno con ella.
Se paseaba casi todos los días frente a la policía, incluso hizo amistad con algún agente.
A ella, el seguro no se sabe cómo, pero le pagaron todo lo asidentado.
Así que su rabia era mucho más grande.
Se pasaba junto a su puerta y se ponía pidiendo con un platillo en la puerta. Ella seguía viniendo con hombres a su casa, él les pedía limosna y les daban; ella no podía reconocerlo.
Así durante muchos días.
Ya ella lo veía como algo normal, un mendigo pidiendo sin más.
Una noche cualquiera, el mendigo la esperaba y, mientras el amante o novio aparcaba, ella se marchó para la casa y, al llegar, el mendigo, sentado en los escalones, se levantó y, cuando ella puso el pie en el primer escalón, sacó un cuchillo de grandes dimensiones, apuñalándola varias veces seguidas.
Ella se desplomó en sus brazos mientras él le decía putón, putón; ella cerraba los ojos para siempre.
La soltó en el descansillo y se marchó por aquel callejón oscuro y siniestro.
Acabando así esta pesadilla que a él tanto le atormentaba.
Cuando llegó su amante, la encontró en un inmenso charco de sangre.
Llamó a la policía que en pocos minutos llegaron con una ambulancia...
De él jamás lo encontraron, solo que pocos días más tarde encontraron a este mendigo muerto junto a la comisaría, pero nadie lo relacionó y fue enterrado como al mendigo.
Enrique Nieto Rubio.
Derechos reservados.
Un relato corto.

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