Trece, trece años tenía,
más bonita que un sol,
más bonita que un sol,
en una noche muy turbia,
se peleó con su amor.
se peleó con su amor.
Corriendo desesperada,
lleva roto el corazón,
lleva roto el corazón,
por estas calles oscuras,
llenas de desolación.
llenas de desolación.
Ya se vio en el olvido,
y llorando de dolor;
y llorando de dolor;
parándose en una esquina,
ha perdido la razón.
ha perdido la razón.
Ya se encuentra perdida,
ya no sabe dónde ir,
ya no sabe dónde ir,
por esas calles siniestras,
ella se quiere morir.
ella se quiere morir.
En la inmensa oscuridad,
y encogida en un rincón,
y encogida en un rincón,
ya el terror se apodera,
de su propio corazón.
de su propio corazón.
Con la mirada perdida,
mirando hacia otro rincón,
mirando hacia otro rincón,
pues aquel rincón está peor y más solito,
pues en este estoy yo.
pues en este estoy yo.
Ha dado otra carrerita,
el miedo ya la acorrala,
el miedo ya la acorrala,
ya no existen las casitas;
está en medio de la nada.
está en medio de la nada.
En un bosque profundo,
mirando al cielo se ha quedado,
mirando al cielo se ha quedado,
con millones de estrellas,
que su Dios le ha entregado.
que su Dios le ha entregado.
Ella se siente segura,
y no, no sabe por qué,
y no, no sabe por qué,
pues está la luna con ella,
más dándole su querer.
más dándole su querer.
Un lucero ha caído,
muy cerca casi junto a sus pies,
muy cerca casi junto a sus pies,
más la niña se ha agachado,
para poderlo coger.
para poderlo coger.
O lucero cielo mío,
qué has venido por mí,
qué has venido por mí,
yo que me muero de frío,
y tú que te mueres por mí.
y tú que te mueres por mí.
Con las manos cerradas,
aquel lucero brillaba,
aquel lucero brillaba,
mientras sus manos se encendían,
y todo el bosque iluminaba.
y todo el bosque iluminaba.
Y la luna le decía,
ya no le temerás a nada,
ya no le temerás a nada,
con un resplandor muy fuerte,
su rostro iluminaba.
su rostro iluminaba.
Va Saliendo ya del bosque,
y en el pueblo se ha adentrado,
y en el pueblo se ha adentrado,
su novio que la buscaba,
para pedirle perdón.
para pedirle perdón.
Corría despavorido,
sin sentido y sin razón,
sin sentido y sin razón,
él la llamaba Cintia,
ella nunca le escuchó.
ella nunca le escuchó.
Más él la seguía buscando,
corriendo y con tesón
corriendo y con tesón
él le pregunta por ella,
y le contesta un rincón.
y le contesta un rincón.
En aquel rincón la vi,
pues en este solo estaba yo...
pues en este solo estaba yo...
El chico salió corriendo,
y al otro rincón se fue.
y al otro rincón se fue.
Y de nuevo preguntaba,
si ha visto su querer,
si ha visto su querer,
este le ha contestado,
aquí estuvo una vez,
aquí estuvo una vez,
Por donde se ha ido,
dímelo por favor,
dímelo por favor,
En busca de una estrella,
que le ha regalado el sol.
que le ha regalado el sol.
él mira para todos lados,
y él se quiere morir,
y él se quiere morir,
pues si le pasara algo,
ya no querrá el vivir.
ya no querrá el vivir.
Un resplandor luminoso,
allá a lo lejos se ve,
allá a lo lejos se ve,
Él le llamaba Cintia, a ella,
y se acercaba también.
y se acercaba también.
El joven la seguía encantado,
corriendo y a paso fijo,
corriendo y a paso fijo,
Ella se acerca hacia él........
¡Él con ella chocará!
¡Él con ella chocará!
Si alguien no lo remedia,
ya pegados quedarán,
ya pegados quedarán,
y siempre estarán juntos,
para toda la eternidad.
para toda la eternidad.
-Fin-
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imagen,
Silvia Regina Cossio Cámara.