todos tus sentimientos,
tus risas y sonrisas,
y aun tus cantares...
también con tu dolor
y tantas lágrimas vertidas a mi lado;
que yo infructuosamente,
quise secar con mis palabras.
Incluso he llegado a parar,
ese río de penas junto a ti.
Tu mi amor, me has hecho grande,
en espíritu y alma ¡Sí!
Jamás un ser como tú;
puro en sentimientos,
llegará hasta mí sentir.
Pues cielo, el tren; solo pasa una vez en la vida.
Y tú eres mi expresó,
que está ya a punto de sobrepasar mi estación;
sin ninguna remota oportunidad,
que tú puedas detenerte en ella.
Y cielo mío, la pena es tan grande,
que los sentimientos que por ti siento;
afloran como grandes manantiales,
de sumo dolor dentro de mí.
Rambo nunca fui,
más sí, creador de sueños;
tierno y franco en mí sentir;
y sé que, ni buscando una estrella,
que me impregne con su amor;
existirá otra tan grande y bella...
como el sentir de tu corazón.
Ya te veo partir,
lejos de mi estación,
y siento que solo me voy quedando...
Solo y sin tu amor.
mi corazón está llorando,
Silvia, de mi pasión.
Así pues, le preguntaré a los Dioses,
si han visto un querer pasar,
y les diré que ese querer es solo mío...
que lo he perdido en este lugar.
Asimismo, preguntaré,
a los ángeles del cielo,
si han visto un lucero azul;
pues es un lucero mío,
el que guiaba mi cansado,
caminar con su luz.
Incluso con valor y esmero,
te buscaré en el infierno, si es preciso...
y al mismo demonio preguntaré;
si ha visto un cielo perdido,
que pagó un precio muy alto,
por "ese"... que la dejo, en este sitio;
penando por su querer,
sin importarle,
que nunca le dio su cariño.
Así imagino se me pasará la vida,
y también pasará el tiempo,
en que la luz de la estrella,
que llevo dentro, se apagará por fin;
y quizás entonces...
el cariño que llevo clavado dentro;
termine de morir.
En el mundo de los sueños,
siempre se nos concede un deseo...
Yo pediría un cálido abrazo tuyo,
que fuera tan fuerte y apretado,
sin importar morir después;
porque para mí,
no sería ningún suplicio;
y viajaría inmediatamente,
a buscarte al mundo de los espíritus.
Te amo... mi amiga hermosa,
la flor más preciada de mi jardín;
en rosa te has convertido,
y dentro de ellas; eres... el cariño de mi vivir.
Que Dios te tenga en su gloria,
el día en el que, por fin, vayas a allí...
que yo estaré esperando, con ansias...
a que un día, tú vuelvas a mí.
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imagen,
Silvia Regina Cossio Camara.