martes, 28 de enero de 2014

.Que los ángeles de este mundo te protejan.



Mi niña...
¡Que los ángeles de este mundo!
 a ti te protejan! 

Pues parece que los del otro mundo,
 desean alejarte de mí... 
Ya que tú, amada mía;
 has impregnado,
 mi alma con tus deseos, 
todos tus sentimientos, 
tus risas y sonrisas,
 y aun tus cantares... 
también con tu dolor 
y tantas lágrimas vertidas a mi lado; 
que yo infructuosamente,
 quise secar con mis palabras. 
Incluso he llegado a parar,
  ese río de penas junto a ti. 

Tu mi amor, me has hecho grande,
 en espíritu y alma ¡Sí! 
Jamás un ser como tú;
 puro en sentimientos,
 llegará hasta mí sentir. 
Pues cielo, el tren; solo pasa una vez en la vida. 
Y tú eres mi expresó,
 que está ya a punto de sobrepasar mi estación;  
sin ninguna remota oportunidad,
 que tú puedas detenerte en ella. 
Y cielo mío, la pena es tan grande,
 que los sentimientos que por ti siento; 
afloran como grandes manantiales,
 de sumo dolor dentro de mí. 

Rambo nunca fui, 
más sí, creador de sueños;
 tierno y franco en mí sentir;  
y sé que, ni buscando una estrella,
 que me impregne con su amor; 
existirá otra tan grande y bella...
como el sentir de tu corazón. 
Ya te veo partir,
 lejos de mi estación,
 y siento que solo me voy quedando... 
Solo y sin tu amor.

mi corazón está llorando,
 Silvia, de mi pasión. 
Así pues, le preguntaré a los dioses,
 sí han visto un querer pasar, 
y les diré que ese querer es solo mío...
que lo he perdido en este lugar. 

Asimismo, preguntaré,
 a los ángeles del cielo,
 si han visto un lucero azul; 
pues es un lucero mío,
 el que guiaba mi cansado,
 caminar con su luz. 

Incluso con valor y esmero,
 te buscaré en el infierno, si es preciso... 
y al mismo demonio preguntaré;
 si ha visto un cielo perdido, 
que pagó un precio muy alto,
 por "ese"... que la dejo, en este sitio; 
penando por su querer,
 sin importarle,
 que nunca le dio su cariño. 
Así imagino se me pasará la vida,
 y también pasará el tiempo, 
en que la luz de la estrella,
 que llevo dentro, se apagará por fin; 
y quizás entonces...
el cariño que llevo clavado dentro;
 termine de morir. 

En el mundo de los sueños,
 siempre se nos concede un deseo... 
Yo pediría un cálido abrazo tuyo,
 que fuera tan fuerte y apretado, 
sin importar morir después;
 porque para mí,
 no sería ningún suplicio; 
y viajaría inmediatamente,
 a buscarte al mundo de los espíritus. 

Te amo... mi amiga hermosa,
 la flor más preciada de mi jardín; 
 en rosa te has convertido, 
y dentro de ellas; eres... el cariño de mi vivir. 
Que Dios te tenga en su gloria,
 el día en el que, por fin, vayas a allí... 
que yo estaré esperando, con ansias...
a que un día, tú vuelvas a mí. 
Enrique Nieto Rubio 
*Derechos Reservados*





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