Año mil novecientos sesenta y tres.
La jardinera.
Una linda muchachita de ocho hermanos y ella era la mayor, entonces tenía dieciséis años. Bueno, yo aún era un par de años más pequeño, pero ya me fijaba en todo, y hacía lo que los mayores asían como mi padre, y mi abuelo, y además todos los vecinos varones de esta comunidad.
A las diez de la mañana, esta muchacha iba a nuestra vecindad, era jardinera y muy ligera de ropa, apenas cogía la azada, enseñaba todo el culo, y además de no tener braguitas, todos la disfrutaban de vista.
Las ventanas se llenaban a escondidas, de ojos mirones y sádicos.
bueno yo no entendía nada de eso, y muchas veces me asomaba y hablaba con ella.
: ¿Hola Chari, como estas esta mañana?
¡aaaa ya lo ve Enrique muy bien!
¿si eso dice mi abuelo jajajá? ¡Si lo creo!
Ella se agachaba muchas veces y cogía monedas de 25 pesetas, cincuenta pesetas y hasta de veinte duros, y cuando daban las una charlábamos, y ella me explicaba que antes de
que ella llegara, todos los hombres les echaban monedas allí donde ellos les pudieran ver, a escondidas de sus esposas. Si me contó que lo hacía desde hace tres años, pero que a ella no le importaba, pues en casa había muchas bocas por alimentar, y eso le hacía un triple sueldo,
bueno yo siempre le guardé el secreto,
cuando se iba a marchar a las cuatro de la tarde, nos metíamos en la leñera, donde ella guardaba todas las herramientas, y se sentaba delante de mí, se habría las piernas enseñándomelo todo, y además me dejaba tocarla por todos lados y la besaba.
así fuimos pasando los días, y un día lo hicimos y al otro y al otro, así mucho tiempo, madre mía, era maravillosa.
Pero algo dentro de ella, empezó a engordar y engordar ufff se armó una buena, cuando se enteraron todos bueno los mayores lo vieron normal por como iba ella, y sus padres la echaron de casa.
Yo hablé con mis padres y les dije que había dejado a una chica embarazada, y entonces, mis papás la acogieron rechina dientes.
la pusieron en mi dormitorio con la intención de casarnos pronto y eso hicimos.
Poco después, mi papá me buscó un oficio de mecánico, y allí se fue formando mi vida, y la de ella,
tuvimos un niño guapísimo, y ella dejó la jardinería para sembrar conmigo zanahorias, por las noches. y lo mejor es que fuimos muy felices siempre.
Todos cuando me veían y se imaginaban a ella desnuda y ami sembrándola. saludos.
Enrique Nieto Rubio.
lo cierto es que tenía un conejo tremendo de gordo de y sabroso. en su gallinero.
Enrique Nieto Rubio.
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