En una época, cuando la creación comenzó,
y los ángeles emigraban a los cielos...
un cóctel de amor y esperanza comenzó a brotar...
Eran tiempos de magia y sobre todo de amor.
Dios decidió que cada raza encontrará su pareja,
y en una armonía absoluta se empezaron a formar.
Con el tiempo todos los seres habitantes de este mundo
se fueron esparciendo sobre la faz de la tierra.
Pero de entre todos ellos... Dios se enamoró,
de una pareja en demasía, especial y maravillosa;
a quienes observó se abrazaban con mucho cariño...
despertando de esta forma en Él, toda su atención.
En ese tiempo Dios decidió que esta pareja
dominaría el mundo... y así mismo aconteció.
La tierra se iluminó de singular belleza...
y todos vivieron en el paraíso terrenal.
En ese entonces... esa gracia era para todo el mundo;
pero para ello... Dios impuso algunas normas que,
deberían ser cumplidas por todos los hombres y mujeres.
Sin embargo, un fatal día desobedecieron sus mandatos.
Dios con sumo pesar y lágrimas en los ojos
se sintió tan desilusionado... que terminó por llorar tanto,
y tanto... que la tierra se nubló y así llovió por muchos años...
Al final, el Creador, decidió romper el trato con ellos.
Desterró el paraíso de la tierra, para siempre...
Así pues, por la falta de los hombres... animales y personas
se enfrentaban y terminaban matándose los unos a los otros;
sucedía sin importar raza, credo o religión... nadie estaba a salvo.
Desde ese entonces, la pobreza, el terror y la desolación,
se volcaron sobre todos los seres que habitaban el planeta;
pues la destrucción gobernó y la sangre envolvió la tierra...
Y para infortunio de todos, esto prevalece hasta el día de hoy.
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imagen,
Silvia Regina Cossio Cámara.
<Dedicado a mi querida amiga y poetisa Trina Mercedes>
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