En la feria de Córdoba, me encontré con unos amigos, una tarde, aunque yo solía ser un lobo solitario, me relacionaba poco con mis amigos, pues yo soy más bien cortado, bastante cortado y muy canijo.
Cuando salíamos algunos domingos, y me aburría, me iba sin decir adiós siquiera.
Esta tarde, había unos globos de estos grandes y se subía la gente para ver la feria desde el cielo.
me fuy con mis amigos, había una de las chicas que había ido sin su pareja, y se quería subir en el globo; la verdad es que yo ni muerto deseaba subirme allí.
Pero esta chica me insistió mucho, puesto que, quería ver donde estaba la casa de su novio. Así pues, nos subimos y al principio todo fue fenomenal, pero por accidente el globo se soltó cuando estaba en lo más alto. La verdad es que casi nos morimos del miedo, yo no me atrevía a mirar siquiera para abajo; estaba amilanado y además de estar sufriendo vértigos tremendos; me senté en el fondo de la canasta, y clave las uñas en el suelo.
El globo subió altísimo, tan alto que la feria ya no estaba allí; la chica estaba con un fuerte ataque de nervios. Nos abrazamos los dos, hasta que Córdoba había desaparecido por completo. Me fui asomando despacito, para ese entonces ya era de noche y estaba todo oscuro; abajo no se veía nada, solo algunas luces dispersas... ¡Era horroroso! Parecía que de esta no saldríamos, por lo seguro.
La chica seguía llorando, a mí lo que más me afectaba era el hambre, así que como no podíamos hacer nada; inyectamos un poco más de gas, tratando de atenuar nuestro frío... y así acurrucados nos fuimos quedando dormidos.
Al amanecer era maravilloso como se iba iluminando toda la tierra; era preciosa la vista hacia abajo, pues estábamos sobre la mar y a lo lejos se veía una isla, la cual seguro pasaríamos de largo, para morir más allá en las profundidades del mar.
Fui bajando el gas, pero se apagó del todo; lo malo es que tampoco teníamos cerillas, ni mecheros, pues no fumábamos ninguno de los dos.
La chica me dijo de todo, estaba furiosa... incluso me expresó que yo tenía la culpa de todo. Yo hubiese querido dejarla allí, y partir... porque como en las últimas horas casi imposible me era soportarla.
El globo empezó a bajar más rápido de lo normal, íbamos a pique; en ese momento estábamos pasando la isla que no era tan chica, y cuando íbamos a salirnos de ella, nos quedamos enganchados de una rama de un árbol muy alto, que había allí, quedando atorados y volcados.
¡Madre mía! Qué alto estaba ese árbol... ahora tendríamos que buscar la manera de bajar de allí. La chica decía que no se movería porque la canasta se estaba volcando.
Yo le dije que me iría y ella replicó: ¡Eso! Tú veté como siempre...
Yo le dije que iría a buscar ayuda y no la abandonaría.
Ella se acercó para darme un beso en la mejilla, y como yo nunca me comía una rosca; decidí hacerla enfadar un poco mas; así que voltee el rostro rápidamente y en lugar de besar mi rostro, termino de estamparme un beso en los labios.
Ella, como de costumbre, hizo una rabieta y me grito: ¡Guarro... marrano!
Me volví bruscamente, me coloqué detrás de ella, sosteniendo sus brazos y la canasta, giro también por completo, y la chica se resbaló... apenas alcancé a sostenerla del pecho. Mientras ella gritaba.
La blusa, debido al peso de la chica, comenzó a desgarrarse... y como se me escurría como agua en las manos, no me quedo otra que tomarla del sujetador; más su desgracia y mi fortuna, este también comenzó a ceder... quedándose al final en cueros de la cintura para arriba. ¡Todo era adrenalina pura!
Decidí alzarla por la cintura, solamente pensaba que estaba loca, pues si no se mantenía quieta terminaríamos por caer los dos... después de ardua lucha, y ante el temor de perder la vida, terminé por cabreárme, le grite:
¡Coño te estás quieta! ¿Oqué? ¡Me tienes harto!
Por fin se quedó tranquilita... y en ese momento, sin querer miré sus pechitos y me dijo: ¡¡No me mires pervertido!!
-¡Vaya niña, no sabía que estabas tan hermosa!
Ella me hizo burla balbuceando.
-Le dije: Échame la máno por lo alto, y ella para no perder la costumbre gritando me decía:
- ¡Eso! ¿Y te doy con los pechos en la cara?
- Venga que no voy a mirar... ¿Vale!?
Seguimos bajando... pero la preocupación de ella, era taparse con las manos y no se agarraba de nada. Al prever que nos íbamos a caer... le dije:
-¡Mira, olvídate de tus pechos o nos caemos!
Entre tantos recovecos para bajar, la verdad es que tuve sus pechos por toda la cara y mucho más; pero tenía que disimular, caso contrario estaba seguro de que me tiraría del árbol. Ya estábamos sobre 5 metros de altura, y el tronco tenía lo menos un metro de grosor... y como no podíamos abarcar el diámetro del árbol; no podíamos seguir bajando.
Ella tenía toda la cara negra, pues se le había corrido la máscara para pestañas y era de esas niñas que se maquillaba en exceso utilizando colores oscuros.
Para asegurarnos mejor, se me ocurrió sacarme los pantalones y los puse alrededor del árbol; pero la longitud no alcanzaba para rodearlo; así que ella tendría que quitárselos también. Por demás está por comentarles, que a ella no le gustó para nada la idea.
-Refunfuñaba diciendo: ¡Me quieres violar! ¡Eres un sádico!
¡Joder niña! Tú verás... ¡No bajamos! O ¡Nos tiramos!
¡Y si nos partimos las piernas, nos moriremos abajo igualmente! Ouch!
Llorando se quitó el pantalón... quedando únicamente con su pataleta... la pobre estaba casi desnuda y yo gozando como un enano. Tenía un tanga rosa; y como no podía cerrar sus piernas, dejaba entrever su intimidad... Yo disimulaba, pero estaba un poquito excitado; pues en mi vida había visto una chica desnuda, y tan cerquita... ¡Y lo bien que olía!
Ya en ese momento ansiaba dejarme querer por ella. Tuve que amarrar un pantalón y el otro lo utilicé para darle vuelta y resistiera más... y así no se rajaria por la mitad.
El problema es que teníamos que bajar los dos a la vez, y como esta niña es muy patosa, no me fiaba de ella...
- ¿Cómo se me iba a agarrar sin que se cayera?
¡Porque sí, se me cae, me muero!
Así pues, le he explicado el tema.
-Mira lo haremos así: Si te cuelgas de mis hombros bajaras mas segura.
Más ella no quería subirse sobre mis hombros, porque como estaba desnuda, no quería rozar su cuerpo con el mío. Estuvimos casi todo el día allí en lo alto, y cuando por fin ya me harté, le dije:
Mira Rosita, falta poco para anochecer, si no bajamos volveremos a dormir aquí, y es posible que terminemos por caer.
-¡Venga... ¡Déjate de tonterías! ¡Que esto no es un juego, no va a pasar nada! ¿Vale?... Esto quedará entre tú y yo.
-¡¡Valee!!: respondió.
Ya convencida le indiqué:
¿Te tomaré bien de las manos con la correa, pues esto será lo mejor para no caerte... vale?
Otra vez refunfuñando, pero aceptando, nos pusimos manos a la obra. Así pues, le he amarrado las muñecas bien fuerte, pues solo va a haber una oportunidad y no puede salir mal; si falla nos caeremos y no es el plan.Le he pasado las manos entre mi cuello, he agarrado cada lado del pantalón; ella no pesa mucho porque es delgadita. Mientras bajábamos muy despacito, ella no paraba de moverse para los lados, por lo que le advertí:
-No te muevas tanto, que me estás destrozando todo el pecho, contra el árbol.
Cuando se dio cuenta, chillo y no volvió a moverse. Yo me reía, pues era muy inocentona; porque de todas maneras sentía todo su cuerpo, contra mi cuerpo... era suavecita y muy fresquita.
- Me estás ahogando, le dije:
-¿Y qué hago, no puedo moverme? contesto.
-Gatea un poco por mi espalda. Le dije.
La niña se me subió un poco más arriba, tenía sus pechos sobre mis hombros y yo alucinaba. Me estuve recreando todo lo que pude, y movía la cara para los lados, rozando su pecho con mis labios.
Ella tenía tanto miedo que no se percataba del tema ¡Ufff qué piel tersa y deliciosa!
Cuando baje... se acabaría todo. Pero ya se hacía de noche y había que bajar. La verdad es que yo sí me estaba desollando todo el pecho contra el árbol.
Hemos bajado, y estoy sangrando, tenía las manos amoratadas de soportar nuestro peso.
Cuando me vio lastimado, se ha angustiado mucho.
Le he dicho: Venga, ¡no pasa nada!
He ido hacia el agua, porque allí había una playa muy buena, y la luna estaba muy hermosa. Me he dado un chapuzón en el agua, para lavarme la sangre. La temperatura del agua estaba calentita, con diferencia de afuera; pero con la sal del mar siento que me quema todo el cuerpo. Casi no se puede ver... pues la luz de luna es muy tenue.
Ambos tenemos frío, ella no tiene blusa y tan solo hemos logrado desatar los pantalones a tientas. Ella se ha recostado, muy pegadita a mí, pues todo está muy siniestro, y solo se ven sombras por todo el lugar... el viento no ayuda para nada... pues sopla con intensidad.
El ruido de las ramas es intimidante, no nos atrevemos ni a movernos: Ella se ha puesto el pantalón y se lo he abrochado, pues tiene muchísimo frío y la he metido dentro de mi camisa; con su pecho frente a mí. El calor de su cuerpo aliviaba mis arañazos... yo la aprieto contra mí.
Abrazándola haré que tenga el menor frío posible; nos hemos echado mi pantalón por encima de los dos, y así nos hemos quedado; con la luna reflejándose en el agua, hasta que nos hemos quedado dormidos.
A la mañana siguiente ella me tenía una mano metida dentro de la camisa, detrás de la espalda: y la otra mano dentro de mi pecho... claro así las tenía bien calentitas, cuando despertamos.
Le he ofrecido mi camisa y se la ha puesto; pues la suya quedó en la cima del árbol. Nos adentramos en el bosque, para buscar algo que comer, y estamos mordiendo todo lo que pillamos. Hemos encontrado una cueva de un metro más o menos, le hemos puesto algunas hojas para crear una especie de choza, a la que le hemos hecho un té chito y una especie de puerta, para resguardarnos de la noche que una vez más se aproxima.
Intentaré bajar el globo antes del anochecer, para cobijarnos con la canasta y la tela, haremos una buena tienda de campaña seguro y estaremos calentitos.
Mientras yo subía, ella ha traído unos cocos que hay por allí y algunos plátanos, fresas y moras. ¡Joder ha traído de todo!
He bajado el globo... es muy calentita la tela y está anocheciendo.
Nos hemos comido todo, pero la verdad es que a media noche hemos enfermado del estómago. Después de unas visitas "al baño"; nos hemos quedado retozando; y al final nos hemos quedado durmiendo, abrazados, como dos buenos hermanos.
Ya ha amanecido y ella no está aquí; he mirado por una rendija y no la veo. He salido de la cueva y está bañándose en la playa.
Ella me grita:
¡Hey... ¡Ven... ven, que el agua está riquísima!
Ella tiene toda su ropa en la orilla, pues puedo observar su pantalón, las braguitas y mi camiseta; así que yo me lo he quitado todo también y he corrido hacia ella.
Ella ha empezado a chillar y hecharme agua, me he dado un revolcón... Estamos jugando y nos hemos abrazado: No sé lo que ella quiere, pero me dejo guiar por ella.
Le acaricio el cabello y me dice:
¿Que pasara con nosotros?
-¡No lo sé niña! Pero pase lo que pase, ¡no estarás sola! ¿Vale?
Con el roce de nuestros cuerpos, ella ha notado lo emocionado que me encuentro, hemos empezado con él tonteo y la he pillado... No se ha resistido, pues la verdad es que también a ella le ha gustado... pero no hemos pasado a más.
Ella me confiesa:
¿Sabes? Ya no creo que seas tan feo, tal cual le comentaba a mis amigas.
-!Ahhhh! ¡Conque chismeando de mí... te voy a comer!
Lo hemos pasado de muerte, pero ahora intentaremos pescar algo; gracias a Dios lo hemos conseguido y también tenemos candela.
El globo tenía un botón para encender el gas, y nos ha venido de requeté chupete; hoy por fin dormiremos como ángeles... comidos y bien arropados.
Así se nos han pasado dos semanas... cuando de pronto vislumbramos que se acerca un barco pesquero; hemos hecho un fuego grande con ramas verdes, el cual ha creado mucho humo y nos han visto.
-¡Gracias, gracias!--------¡Barcoooooo a la vistaaaa!
Se han acercado unos hombres que venían en la barca...
- ¿Qué hacéis aquí? ¡Pues no ha naufragado ningún barco... de ser así, nos hubiéramos enterado!
-¡No! Ustedes están en lo correcto... ha sido en un globo, que se soltó en la feria de Córdoba.
- Ahhhh sí! Ha salido en las noticias y en comunicados de la policía... Están buscando rastros del globo por doquier; pero nadie imaginaría que han llegado hasta este lugar.
Nos han invitado a subir y nos han dado un camarote, alimentos y bebidas.
Me han dado una camisa del capitán, todos son muy amables y están felices por habernos encontrado.
Pero se han disculpado, pues todavía no van para tierra... estarán un mes más.
Han comunicado a la policía nuestro paradero, y se lo han informado a nuestros padres, diciéndoles que nos encontramos en perfecto estado y sin ninguna complicación.
Estamos ayudando en el barco a pescar y a limpiar; es superdivertido, aunque estamos todo el día al pie del cañón.
Por la noche el capitán le ha preguntado a Rosita:
-¿Quiere un camarote para usted sola?
Ella ha dicho que es mi novia y que estaremos juntos, así que... dormimos juntitos y estamos una vez más abrazados.
Le he preguntado:
-¿Que va a pasar cuando lleguemos?
Me ha besado en los labios y me ha dicho:
- ¡Te quiero con toda el alma y estaré siempre contigo... eres maravilloso y te deseo tanto, tanto!
-Otra vez nos hemos despojado de nuestra indumentaria y nos amamos intensamente.
Estoy en el paraíso terrenal, pues soy muy feliz, ya que la quiero a morir.
¡Esa mujer gruñona y que tan molesta me pareció al inicio es el amor de mi vida!
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados.
Colabora en imagen,
Silvia Regina Cossio Camara.
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