Allí está el coche todavía, pues no vale la pena subirlo de tan hondo como está.
De allí salieron todos muertos. Menos nuestra querida Lucilia. Ella, desde entonces, está en una cama, pues está parapléjica.
Tiene la mirada perdida, en el horizonte. Siempre está mirando, por una ventana; en una bonita casa en el campo. Cerca del Campo Bosco... en la Sierra de Córdoba.
Hoy he decidido sacarla a la calle. Claro que aquí no hay muchos metros para pasear, pues esta casa, está construida en una de las montañas más altas, de la sierra... Pero los paisajes son de lo más hermosos, de este mundo.
Yo me llamo Guadalupe y soy de México; me vine con mis padres a España. Tenía entonces 14 años, ahora tengo 21 años, y desde hace 5 años estoy en esta casa. Duermo, como y vivo aquí siempre. Me tratan maravillosamente.
Y cuando llegó Lucilia, mi vida cambió por completo; desde ese día. Ella ha sido mi muñequita, la quiero como si fuera mi hermana.
Como os he dicho. La tengo fuera de la casa. He sentido reírse a carcajadas y se está mirando el brazo. Tiene una luciérnaga revoloteando a su alrededor, y se le posa en cada vuelta en su brazo... Ella ríe, con locura, hasta se le ha posado en su nariz. ¡Está loca de contenta.!
¿Qué te pasa Lucilia, por qué te ríes tanto?
¡Hay Guada, es un hada, me ha visitado, y me ha dicho; que me llevará un día volando, por todo el campo.!
¡Si Guada es un hada preciosa, tiene sus alitas de oro y su cuerpo de plata, es muy bonita, estoy muy contenta.!
¿Bueno quieres que te meta en casa ya.?
¡No por favor déjame un poco más, el sol me calienta mucho, y me siento muy a gustito, Guada te quiero mucho.!
¿Yo también mi tesoro.?
¿Si me necesitas me llamas, vale... esto de que hables es maravilloso? ¿Estaré en la casa.?
Al ratíllo unas risas tremendas salían de su boca, yo me fui a la ventana del baño que daba enfrente de ella, así le veía la carita y lo que hacía.
Lucilia les pregunta:
¿De veras que sois hadas?
Ellas parecen responder:
¡Claro que sí! Hemos venido a llevarte a dar una vuelta.
¿Me llevaréis en serio?
¡Claro que sí!
He seguido con lo mío, pero hace unos minutos que no la oigo, he creído que se había quedado dormida. He salido, porque me he asustado mucho.
Esto parece una pesadilla, he cogido el teléfono, para llamar a los tíos, y de pronto se me ha parado encima del teléfono, un bi chillo.
¡Venga! No me lo puedo creer, cómo es posible.
¿Pues ya lo ves, las hadas hemos existido siempre, solo hay que creer.?
Me he sentado en una silla, me he quedado flojita.
¿Me dejas que te coja.?
¡Bueno, si así te sientes mejor.!
La he cogido en la palma de mi mano, es divina, dulce y delicada... me la he pegado a la cara y me hace cosquillas con sus alas.
Su olor es parecido al de la vainilla, unununun es para comérsela; la estoy besando muchísimo.
¿Quieres venir conmigo, te llevaré al reino de las hadas y estarás con Lucilia.?
¡Sí, sí, por favor... lo deseo tanto!
Así que de pronto he desaparecido, y al instante me he encontrado en el país de las hadas.
Millones de estrellas en las que las hadas revolotean de una en una, y hacen soplar a las galaxias, para que sigan girando; mundos preciosos de flores que vuelan, y mares de olas gigantes y hermosas.
La llamo:
¡Lucilia, Lucilia!
Mi niña me miró, con una cara de felicidad.
¡Guada mira! ¡Estoy andando.!
Mi lucilia corría por encima del agua. Llevaba un camisoncíto de encaje blanco, y sus piernecitas corrían tremendamente... el agua salpicaba y daba vuelta y vueltas con sus brazos en cruz.
Yo me deslicé por el aire y le agarré de su mano, y bailamos las dos durante muchísimas horas. Éramos muy felices las dos.
Y cuando yo miraba para el pasado, veía a Lucilia en su sillita de ruedas. Mis lágrimas brotaron y no quisimos volver jamás.
Así que, ambas decidimos estar en el país de las hadas para siempre. Nos quedamos abrazadas y dando vueltas por el aire... las hadas regocijadas, nos rodeaban dando vueltas a nuestro alrededor.
Aquí en este mundo, nunca anochece y nunca existe la tristeza, todo es amor y alegría... siempre se está jugando y cantando.
Todo es real, si tú lo quieres, pronto nos convertiremos como ellas... ¡seremos hadas para siempre jamás!
Solo tienes que cerrar los ojos, puedes imaginar mundos insólitos colmados de todo lo más maravilloso... y volar, reír, cantar y ser eternamente feliz.
Y colorín, colorado... este hermoso relato de haditas, ha terminado.