jueves, 24 de septiembre de 2020

.. En el país de las hadas de Enricostro.(cuentos)

 


Lucilia se llama, es una niña. Tiene 11 añitos. En un accidente de coche. Una mañana de agosto, su coche, con sus papás y su hermana mayor. Se desbocó, por un terraplén, aquí en, despeña perros. Que es un paso de montaña, bastante peligroso. Esto fue hace un añito.

Allí está el coche todavía, pues no vale la pena subirlo de tan hondo como está.
De allí salieron todos muertos. Menos nuestra querida Lucilia. Ella, desde entonces, está en una cama, pues está parapléjica.

Tiene la mirada perdida, en el horizonte. Siempre está mirando, por una ventana; en una bonita casa en el campo. Cerca del Campo Bosco... en la Sierra de Córdoba.


Yo soy su cuidadora y siempre estoy con ella. Nunca desde el accidente ha hablado. pero estos días de primavera, ella se siente más despierta y juguetona. Los ojillos quieren ir más lejos, pero el poyete de su ventana, no le deja ver más allá. 


Sus tíos vienen poco por aquí.

Hoy he decidido sacarla a la calle. Claro que aquí no hay muchos metros para pasear, pues esta casa, está construida en una de las montañas más altas, de la sierra... Pero los paisajes son de lo más hermosos, de este mundo. 

Aquí en su sillita el sol reflejándose en sus hermosos cabellos. parece resplandecer de belleza.

Lucilia es una niña de cabellos rubios, piel muy blanca, chatita, vamos es preciosa. Su sonrisa la hace aún más hermosa. La he dejado en el porche, cerca de un muro, que rodea toda la finca. 

He entrado a hacer algunas cosas, pues la vigilo por la ventana en todo momento.

Yo me llamo Guadalupe y soy de México; me vine con mis padres a España. Tenía entonces 14 años, ahora tengo 21 años, y desde hace 5 años estoy en esta casa. Duermo, como y vivo aquí siempre. Me tratan maravillosamente.

Y cuando llegó Lucilia, mi vida cambió por completo; desde ese día. Ella ha sido mi muñequita, la quiero como si fuera mi hermana.
Moriría por ella, en cualquier momento. Es el reflejo de mi vida, y me llama Guada desde entonces.

Como os he dicho. La tengo fuera de la casa. He sentido reírse a carcajadas y se está mirando el brazo. Tiene una luciérnaga revoloteando a su alrededor, y se le posa en cada vuelta en su brazo... Ella ríe, con locura, hasta se le ha posado en su nariz. ¡Está loca de contenta.! 

He salido y le he preguntado:
¿Qué te pasa Lucilia, por qué te ríes tanto?

¡Hay Guada, es un hada, me ha visitado, y me ha dicho; que me llevará un día volando, por todo el campo.!


¡Ah sí! Yo me alegro mucho, ¿ya tienes otra amiguita?

¡Si Guada es un hada preciosa, tiene sus alitas de oro y su cuerpo de plata, es muy bonita, estoy muy contenta.!

¿Bueno quieres que te meta en casa ya.?

¡No por favor déjame un poco más, el sol me calienta mucho, y me siento muy a gustito, Guada te quiero mucho.!

¿Yo también mi tesoro.?

¿Si me necesitas me llamas, vale... esto de que hables es maravilloso? ¿Estaré en la casa.?

Al ratíllo unas risas tremendas salían de su boca, yo me fui a la ventana del baño que daba enfrente de ella, así le veía la carita y lo que hacía.

Tenía en su mano una santa Teresita, pero me ha sorprendido mucho... está hablando con ella, y Lucilia le está contestando. Yo siento un sonido bajito, que salé del bichillo este y también... mueve la cabeza, ¡parece que es cierto! Que habla con ellos.

Lucilia les pregunta:
¿De veras que sois hadas?
Ellas parecen responder:
¡Claro que sí! Hemos venido a llevarte a dar una vuelta.

¿Me llevaréis en serio?
¡Claro que sí!

He seguido con lo mío, pero hace unos minutos que no la oigo, he creído que se había quedado dormida. He salido, porque me he asustado mucho. 

Su silla está vacía, los temblores se han apoderado de mí. Estoy mirando por todos sitios, pero no veo a mi niña, no sé qué hacer...  estoy mirando por los acantilados estos, pero no se ve nada. 

Esto parece una pesadilla, he cogido el teléfono, para llamar a los tíos, y de pronto se me ha parado encima del teléfono, un bi chillo. 

Si es como una libélula, ¡pero no es! Es un hada preciosa y me ha dicho:

¿No busques a Lucilia, pues está con nosotros, visitando el reino de las hadas.?

¡Venga! No me lo puedo creer, cómo es posible.

¿Pues ya lo ves, las hadas hemos existido siempre, solo hay que creer.?

Me he sentado en una silla, me he quedado flojita.

¿Me dejas que te coja.?
¡Bueno, si así te sientes mejor.!

La he cogido en la palma de mi mano, es divina, dulce y delicada... me la he pegado a la cara y me hace cosquillas con sus alas.

Su olor es parecido al de la vainilla, unununun es para comérsela; la estoy besando muchísimo.
El hadita me ha dicho:

¿Quieres venir conmigo, te llevaré al reino de las hadas y estarás con Lucilia.?

¡Sí, sí, por favor... lo deseo tanto!

Así que de pronto he desaparecido, y al instante me he encontrado en el país de las hadas. 

El lugar es como el de los cuentos de fantasía, con unas cascadas de agua de colores. Maravillosos valles llenos de flores preciosas, millones de hadas revoloteando, por todos sitios.

Hay un inmenso palacio de cristal, subido en una cúpula inmensa de grande, rodeada de raíces gigantes enroscadas todas echas de color esmeralda.
Millones de estrellas en las que las hadas revolotean de una en una, y hacen soplar a las galaxias, para que sigan girando; mundos preciosos de flores que vuelan, y mares de olas gigantes y hermosas.

Las pequeñas haditas corren y vuelan por toda la superficie, entonando lindas melodías.

Es lo más bonito jamás visto por mis ojos... allí mi Lucilia sonreía feliz.

La llamo:
¡Lucilia, Lucilia!
Mi niña me miró, con una cara de felicidad.
¡Guada mira! ¡Estoy andando.!


Mi lucilia corría por encima del agua. Llevaba un camisoncíto de encaje blanco, y sus piernecitas corrían tremendamente... el agua salpicaba y daba vuelta y vueltas con sus brazos en cruz. 
¡Estaba sana y más llena de felicidad que nunca!

Yo me deslicé por el aire y le agarré de su mano, y bailamos las dos durante muchísimas horas. Éramos muy felices las dos.

Y cuando yo miraba para el pasado, veía a Lucilia en su sillita de ruedas. Mis lágrimas brotaron y no quisimos volver jamás.

Así que, ambas decidimos estar en el país de las hadas para siempre. Nos quedamos abrazadas y dando vueltas por el aire... las hadas regocijadas, nos rodeaban dando vueltas a nuestro alrededor.

Aquí en este mundo, nunca anochece y nunca existe la tristeza, todo es amor y alegría...  siempre se está jugando y cantando.

Todo es real, si tú lo quieres, pronto nos convertiremos como ellas... ¡seremos hadas para siempre jamás!

Solo tienes que cerrar los ojos, puedes imaginar mundos insólitos colmados de todo lo más maravilloso... y volar, reír, cantar y ser eternamente feliz.

Y colorín, colorado... este hermoso relato de haditas, ha terminado.


- Fin -


Enrique Nieto Rubio
Derechos Reservados 



lunes, 21 de septiembre de 2020

..Cuando todo va mal, de Enricostro.

  


Cuando todo va mal,
quisiéramos huir de todo,
evadirnos del mundo.

Huir, a donde el destino no nos recuerde,
donde las penas no lleguen.
hacia la niebla,
 para que nada nos alcance.

Ese dolor que nos ahoga,
 que nos asfixia,
ese dolor que no nos deja,
 llorar siquiera.

Cuando todo va mal,
 las alegrías se convierten en penas,
los gestos en lágrimas,
 y ellas te ahogan en uno.

Es cuando todo va mal,
 te hace sentir como un trapo viejo,
quieres huir del tiempo,
 y no mirar hacia atrás,
pero el tiempo se pasa,
 y mientras mueres en tu soñar.

Ya el tiempo se fue,
 nada quieres recordar,
y los años también,
 de que te sirvió llorar.

Ahora todo pasó, 
y la vida también,
recordando todo lo bueno,
 que pudiste, y que no fue.

Ahora recuerdas eso,
 y lo que se dejó ayer,
pero solo cae una lágrima,
 y quisieras volver.

Pero ya no se puede,
 y te preguntas por qué,
si cambiarlo no quisiste,
 y ahora lo quieres hacer.

Mejor es no recordar,
 lo que dejamos ayer,
eso que fue un soñar,
 y que ahora nada lo es.

Pues ya el tiempo pasó,
 y el mundo se fue con él.

Los años ya te atraparon, 
sin escaparte, pues,
y solo te queda ese haciento, 
y nada puedes hacer.

Solo lloras en silencio,
 de lo que pudo y nunca fue.

Enrique Nieto Rubio.
derechos de autor.
p,dy,doodo,y,co

martes, 15 de septiembre de 2020

..En el parque ( cuentos.)

  En el parque, cercano al zoológico, un anciano no de muchos años, descansaba de su corto paseo.

 él se levantó feliz esa mañana, pues vendrían sus hijos, y nietos a almorzar este día. 


Y él, un poco cansado, se sentó como de costumbre en su banco favorito, pues tenía una fuente cercana y escuchaba el agua caer.

Él pensaba en voz baja, lo feliz que había sido siempre.

 Con su esposa en casa y esa familia maravillosa que Dios le ha regalado.


Era muy sensible y soñador. 

 En un banco.

Haya frente, a el de pronto alzo la vista al frente y en aquel banco del otro lado del paseo, una preciosa niñita, de unos catorce años, lloraba amargamente,



 él la miró y su mundo de felicidad, se derrumbó en ese instante, él no podía contener sus lágrimas, al verla llorar, mientras su cara se entristecía, lloraba tanto, que era imposible no darse cuenta.


Ya no pudieron más, los dos, se miraban y lloraban, había entre los dos una pared imaginaria, que les impedían ver lo demás.

 Ella se levantó y se acercó a él, diciéndole:¿por qué lloráis, señor? Él levantó la vista y diciéndole:¡si yo era el hombre más feliz hace unos segundos, y ahora ya lo ves, soy lo más infeliz del!

 mundo.!

:¿pero por qué señor?

¡por vos mi querida niñita por vos!


¿si lo mío no es nada, pues solo fue una pelea con mi novio, pues es un cretino, y mal educado, y así bajito, buen hombre, le diré que cortamos por qué me negué a tener sexo con él, el muy capullo, y solo por eso lloramos dijo la chica.?

¿A la mierda que se vaya? Y este hombre dio una carcajada mientras la chica le besaba en la cara.

Ya se sentaron los dos juntos y estuvieron charlando de todo y se lo pasaron tan bien, que decidieron verse todos los días, aquí en estos bancos del parque.

La chica de los consejos que él le dio, se fue muy contenta, y él también.

Ya él se marchó a casa y le dijo: a su mujer que había conocido a una chica en el parque, y que ahora son amigos, pero no sufras que aún no somos novios, solo tiene catorce años ja, ja, ja.


Ella le respondió; ¡y qué ton-tito que eres! Y le dio un arrechucho en esos mofletes que él tenía.

Así que llego su adorada familia y se besaron y lo pasaron maravillosamente, hasta llegada la tarde que se marcharon muy contentos.   


Al día siguiente, llego y allí estaba la chica, él la vio y aligero un poco más el paso, y se besaron en la cara como dos buenos amigos,

ella le preguntó: ¿que como fue ayer? Él contestó:¡si fue maravilloso, pues sabes tengo una de mis nietas que tiene tu edad! ¿:no me digas?, ¡pues si y tú como te va con tu novio:!

¿bueno, ayer vino a casa pidiéndome perdón, y que no pasaría más?

¿Pero abuelo, me pasa lo mismo que a ti, que soy muy sensible, y entre tú y yo, no me pude resistir, a su ternura y me gano en el amor, pero no te creas, tome precauciones, sabes?


El hombre tanto como lloró aquel día de antes, no paro de reír, jajajajajajaj ajajajajajaj le dio tal ataque de risa, que terminó levantándose y marcho para su casa, eso sí, sin antes darle un gran beso a esa niñita.

Ella se levantó gritándole adiós, abuelo, adiós.  Ja, ja, ja. 

¿Hasta mañana...................?

Así pasaron muchas semanas, hasta que un día ella le comentó: ¿abuelo Antonio, me voy a casar, quieres ser mi padrino de boda?

¡Si claro como no voy a serlo, si eres una chica maravillosa!

¿Gracias Antonio, y tu mujer que está invitada también, que tengo muchas ganas de conocerla, que tiene que ser maravillosa como tú, te quiero abuelo Antonio, nos vemos sí?



Así fue como se hicieron como de la familia, que quedaron para todo en esta vida, a y después vinieron los niños, que él los bautizó también.




Bueno, hoy ya pasean las dos familias por el parque, y con ese precioso niñito que también se juntaron los hijos de ellos, para andar todos los días. FIN. 

Enrique Nieto Rubio.

Derechos reservados de autor.  

miércoles, 2 de septiembre de 2020

..Cuando sin querer yo, de Enricostro.

 


Cuando sin querer te leía
la esencia de aquel ayer,
las lágrimas se me caían,
al recordarte mujer.

Qué cosa paso aquel día,
cuando marchaste de mí,
seguro y no fue tontería,
pues jamás supe de ti.

Una rosa te entregaba,
eso seguro fue así,
Pudo ser esa espiníta,
la que te alejo de mí.

Hoy tú me recordaste,
lo hermoso que fue vivir,
rodeado de tus besos,
que siguen pegados en mí.

Pero sabes que aún te quiero,
aunque estés lejos de mí.

Enrique Nieto Rubio.
Derechos reservados.