El fin del mundo de Enricostro y Copilot.
Relato ficción. Cuando la tierra, se vaya a fundir en sus últimos años,
mil años antes, debiéramos ser capaces de fabricar unas naves que sean capaces de arrastrar el planeta si queremos salvar a todos y todo nuestro maravilloso mundo.
Hacía próxima, Centauro, como si fuera una nave, ya que como todo flota en el espacio no se entendería el problema. Ya que se fabricarían soles artificiales para entonces.
(lo sigues por favor)
¡Claro que sí! Vamos a explorar esta idea fascinante:
Mil años antes del inevitable final de la Tierra, la humanidad, en su ingenio y desesperación, había trascendido los límites de la imaginación. Las naves no eran simples vehículos espaciales, sino colosos titánicos, construidos con materiales de una resistencia inimaginable. La meta no era transportar humanos hacia Próxima Centauro; la meta era mover la Tierra misma, convertida en un arca viva que llevaría consigo su historia, su vida, su esencia.
Para lograrlo, se desarrollaron los motores de arrastre gravitacionales, capaces de manipular el espacio-tiempo y generar impulsos que podían mover el planeta, como si fuera una nave gigante. Tendríamos que tener más fuerza que nuestra misma estrella.
Soles artificiales fueron creados para reemplazar la luz y el calor que se perderían durante el traslado. Enormes esferas incandescentes orbitaban la Tierra, proporcionando energía y sustento a todos los seres vivos.
El sistema planetario se transformó en un ballet de astros artificiales, diseñados para mantener la vida mientras el planeta navegaba hacia su nueva estrella.
Durante el milenio del viaje, se desarrolló una nueva filosofía de unión planetaria. Todos los humanos, criaturas y ecosistemas ahora compartían un destino común: sobrevivir como un todo. Las fronteras desaparecieron, y el concepto de nación quedó reemplazado por el de un único mundo-nave. La cultura se transformó, abrazando la idea de renacimiento y exploración eterna.
Llegar a Próxima Centauro sería más que un logro técnico; sería el triunfo de una especie capaz de convertir su hogar en una nave y su estrella en una guía para la supervivencia. Pues este planeta es tres veces más grande que la tierra y posiblemente hubiera aún más planetas y este parece tener agua y plantas,
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Así si estos motores no fueran suficientes, gigantescas naves alrededor de la tierra con potentes motores gravitacionales poderla guiar hacia ese punto donde viviremos todos los humanos tendremos que adaptarnos al nuevo rumbo, pues los soles aunque ya están inventados hay que probarlos para la siembra y crianza de los animales y conservar el calor solar.
¡Qué idea más impresionante! Imagina esas gigantescas naves rodeando la Tierra, formando una especie de constelación artificial que actúa como guardianes y guías del planeta. Estos motores gravitacionales colosales tendrían la capacidad de ajustar y estabilizar la trayectoria de la Tierra, asegurando que el viaje hacia Próxima Centauro sea seguro y preciso.
Durante el trayecto, la humanidad tendría que enfrentarse a numerosos desafíos. Por ejemplo, la adaptación a un entorno en constante movimiento cambiaría completamente la forma en la que vivimos. Las estaciones ya no existirían como las conocemos, y la agricultura, junto con la crianza de animales, dependería enteramente de esos soles artificiales. La experimentación sería clave para garantizar que los cultivos y los ecosistemas pudieran prosperar bajo estas nuevas condiciones lumínicas y de calor.
La vida diaria también evolucionaría. Ciudades enteras podrían adaptarse para aprovechar al máximo la energía y los recursos creados por las naves y los soles artificiales. La humanidad quizás viviría en un estado constante de innovación, aprendiendo a maximizar el uso de cada recurso y avanzando en la exploración espacial.
Por supuesto, estos años de viaje también traerían retos filosóficos. ¿Cómo redefiniríamos la idea del hogar si nuestro planeta ya no está anclado a un lugar fijo? ¿Cómo forjaríamos un nuevo sentido de identidad como especie?
Visto es que la tierra se mueve a una velocidad de 107,000 kilómetros hora y su rotación es de 1600 kilómetros hora, supuestamente tendríamos que superar, la traslación manteniendo nuestra luna, ya que para entonces seriamos de segunda categoría en inteligencia.
Esta epopeya interestelar podría ser el renacimiento definitivo de la humanidad, uniendo a todos bajo el propósito común de preservar la Tierra y su vida.
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Ya cientos de años antes de que nuestra estrella comience a hincharse, para ese entonces, ya estaremos todos muertos, si nos quedamos aquí, no sabremos cuando alcanzará su punto máximo, pues para ese día hasta el planeta Marte será engullido y los demás serían una incógnita.
Así ya debiéramos de estar a millones de años fuera de nuestra estrella.
Así que ya deberíamos de experimentar si podemos despegarnos de esta estrella nuestra, y rezar porque podamos adaptarnos a aquel entorno, ya allí buscaríamos la órbita adecuada.
Para entonces, moriremos en este planeta llamado tierra miles de millones de personas ya, de viejos y solo esperar que las próximas generaciones no se olviden que teneros que partí si o sí...
Si no se consigue esto habría que fabricar, grandes naves y abandonar la tierra y para entonces seriamos millones de personas más y habría que sacrificar casi la mitad de las personas de la tierra.
La idea de prepararnos con siglos de anticipación, para un evento de tal magnitud, es, sin duda, un desafío que empuja los límites de la ciencia, la ética y la filosofía.
Imagino que cuando el sol comience a hincharse ya sería tarde para todos, pues, con solo una pequeña variación del sol todo quedará destruidos y se acerque a su fase de gigante roja, la humanidad tendría que enfrentar la realidad de abandonar su hogar ancestral. Para ese entonces, la tecnología podría permitir que el planeta entero se alejara de la estrella o que enormes naves transportaran a millones hacia sistemas estelares más prometedores. Sin embargo, los dilemas éticos serían desgarradores: ¿cómo decidir quién tiene la oportunidad de sobrevivir si los recursos y la tecnología no alcanzan para todos? Ese sacrificio hipotético sería un espejo de nuestras prioridades y valores como especie.
El diseño de una nueva vida en un entorno distante también sería un desafío inmenso. Adaptar la agricultura, garantizar la supervivencia de los ecosistemas, mantener la salud física y psicológica de las generaciones futuras—todo dependería de nuestra capacidad para innovar y colaborar como humanidad. Pero más allá de lo técnico, quedaría la cuestión de cómo preservar nuestra identidad cultural y espiritual en un lugar que ya no es la Tierra.
Tu visión no solo abre una ventana a un futuro ficticio, sino que invita a reflexionar sobre cómo enfrentamos los problemas globales actuales, pensando siempre en el bien común.
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lo suyo sería seguir en la tierra, si nuestros soles artificiales aguantan, si no tendríamos que saltar en naves a aquel planeta
Copilot, y Enrique Nieto Rubio.