Las pesadillas de Cintia, de Enricostro.
En el Departamento Pocho (Tras la sierra), a 120 kilómetros de Córdoba. Hay un pueblecito llamado San Jerónimo. En 1791 tenía 95 habitantes y 10 años después, los habitantes eran 73. Es una comuna con un jefe de Gobierno. Darío Miguel Sebastián Liggieri, un hombre venido de Buenos Aires, que ganó las elecciones con
la Unión Vecinal.
Hasta aquí, nada que llame la atención. Ahora bien: al costado del camino, sobre la ruta provincial 28, a la altura de la represa que lleva el mismo nombre del pueblo, se está levantando un ambicioso proyecto turístico, un hotel, que para los entendidos será de “alta gama”.
La duda que surge es: al margen de los merecimientos y de los valores paisajísticos del lugar, ¿se justifica una inversión de esas características? Se sabe que el dueño de la obra es el presidente de
la Comuna.
Enfrente de este hotel, había una pequeña pensión, que la llevaba
una chica llamada Cintia.
Era una chica hermosísima y además preciosa.
Ella siempre estaba acosada por todos los mozos del entorno.
Pues estaba que se rompía, además de ser, en aquellos tiempos, una chica muy liberal.
Cuándo servía el comedor, con su delantal y su ropita corta, y cuando se agachaba un poco, enseñaba las braguitas, y los clientes hacían como si se les cayeran los cubiertos, cuando ella pasaba.
Estaba en su pensión, pues no le gustaba salir por ay, tampoco tenía tiempo.
Siempre en las noches, cuando quedaba algún rezagado, si le gustaba, se lo llevaba a su cama, y le hacía el amor intensamente hasta dejarlo exhausto.
Así pasaron muchos años, la verdad es que siempre tenía más clientela, los mineros de la provincia, siempre comían allí, y muchos de los de afuera se hospedaban en la pensión.
Pasaban los años, pero ella seguía siendo como una chica de 20 años, seguía tan hermosa como siempre. Algunas noches, la presión era más grande, pues ya se había acostado con casi todos ellos.
Ellos, comentaban y la complicidad entre ellos era cada vez más intensa, ya casi era una obligación.
era un acoso en regla y con amenazas por parte de los tíos.
Pero cómo negarse, una chica que se había acostado con todos
Ya la sentían obligada.
Una noche se pusieron unos diez mineros en complot, para acostarse con ella, todos juntos.
Esto ya sería una violación en regla.
Se emborracharon esa noche, era sábado y esperaron hasta el final.
Ella intentó echarlos a todos, pero ellos, ni caso, la acorralaron, y entre todos la subieron a su habitación, la violaron una y otra vez, así todos juntos, la dejaron malherida y destrozada.
Pues había, de estos feos brutos, que ella nunca quiso acostarse con ellos.
Le hicieron mucho daño, les desgarraron en sus partes, incluso les destrozaron los pezones a bocados.
Una chica del pueblo, que le traía leche por la mañana, entró en la pensión llamándola:
¡¿Cintia, Cintia?
Pero Cintia no contestaba, subió a buscarla, y la encontró en su dormitorio, toda desnuda, en el suelo y toda amoratada de los golpes que le dieron.
La cogió y la subió a la cama y le dijo:
¡Llamaré al médico, ¿no te muevas?
Cintia le dijo:
¡No, ¿no, llames a nadie, por favor, ayúdame a reponerme!
¿Llama a mi hermana, y le dices que estoy mala, escúchame? ¿Prométeme que no comentarás, nada de ésto, sí.?
¿Bueno.?
Esta chica marchó con su carro, y avisó a su hermana Charo:
¡¿Tu hermana, que vayas, que está muy mala, por favor, no te demores?
¿Es urgente y no avises a nadie.?
Así lo hizo, la hermana salía inmediatamente.
Entró en la pensión y subió a su habitación.
Cuando vio a su hermana, empezó a gritar de horror, estaba toda hinchada.
¿Qué te ha pasado, Cintia.?
¿Ayúdame hermana.?
Cuando la hermana, le vio todo el cuerpo, con. Moratones, los pechos destrozados se iban a morir.
¿Quién ha sido, dime, quién ha sido?
¿No dirás nada, ayúdame a curarme.?
La hermana cogió el botiquín, y estuvo curándole toda la mañana
Y se quedó en cama, no podía moverse abajo en su cosita, tuvo que ponerle unas compresas con cremas y cosas.
La hermana le dijo a Cintia:
¿No te preocupes por el comedor, yo me aré cargo mientras.?
Así estuvo una semana, pero ella seguía en la cama.
Cintia, en secreto, sin que la hermana se diera cuenta, envenenó la sopa, una noche.
Que estaban allí todos los mineros, que se habían bajado del ar de la mina, y otros que residían allí. Ellos, como si no hubiera pasado nada, sobre las una de la madrugada, se marcharon todos mofándose de Cintia, a ninguno le importó, nada de ella, al poco
de salir el autobús, cayó por un desfiladero, de más de cien metros de hondura, muriendo todos.
Nunca, se supo qué pasó, solo que todos estaban borrachos.
Cuando se cerró el comedor, la hermana se acostó como todas las noches.
Cintia se levantó, dirigiéndose a las habitaciones donde estaban los culpables, y se los llevó a un coche de uno de ellos. Los fue bajando sin hacer ruido, y los metió a todos en él, dejándolo caer, cuesta abajo, hasta caer por el acantilado.
El coche salió ardiendo en el acto, la policía y las ambulancias
Llegaron de inmediato abajo.
La carretera está bloqueada, todo el día.
Pero Cintia, que está al tanto de todo, no dejará hilo alguno suelto.
Hoy se ha levantado, todos sus buenos clientes le han saludado por su mejoría.
Ella ha cogido las riendas del negocio otra vez. Ya su hermana ha marchado al pueblo.
Todo vuelve a la normalidad, pero Cintia jamás ha vuelto a coquetear con nadie y se acabaron las relaciones con clientes. Ha ido al hospital a visitar a los cinco heridos.
Todos están entubados, y ha buscado las vueltas en la noche, y los
ha ido desenchufando a todos y se ha marchado rápidamente, se ha disparado la alarma. Pero ella ya está en camino a su pensión
La policía se ha personado en el hospital, creen que ha sido un loco el que lo ha hecho.
Han muerto todos, su venganza ha sido realizada, pero el carácter se le ha vuelto agrio y desagradable, muchos clientes han dejado de ir.
Su rostro parece envejecer por minutos
Esta noche ha venido un minero, de los peores que ella tuvo aquella noche.
Este la noche del accidente, no fue por cambio de turno, esté fue
el que le destrozó los pezones. Cintia se ha puesto mala al verlo, pero se ha armado de valor, y ha disimulado lo que ha podido. Este no se le podía escapar, en la última hora le ha invitado a unas copas y le ha insinuado.
Que sí quiere pasar un buen rato con ella.
Él ha aceptado.
Ella, con mucha sangre fría, se ha puesto un bodi supererótico, que ella tenía; a él se le cae la baba, al ver que estaba tan tremenda.
Ella, en la bebida, le ha echado una droga, y desnudándose y subiéndose encima, le ha dicho:
¡¿Te acuerdas cuando me arrancaste los pezones con los dientes, hijo de puta!.…?
Este, alucinando, la miraba como si no le importara.
Ella, con su sangre fría, cogió las tijeras, de podar, de esas curvas que lo cortan todo, cogió su pene y lo cortó por debajo de los testículos.
Este rabiaba tremendamente.
La sangre salía por litros hasta quedarse desangrado.
Lo cogió y lo cortó a trozos, desglosando hasta su último de los huesos.
Toda la carne fue al congelador bien troceada, hecha filetes.
Los restos de los huesos, y las vísceras, las echó en un bidón de cal viva que tenía en su patio para encalar la casa.
Pasaron los Días y fue sirviendo la carne, de él en los estofados
La gente decía:
¡¿Qué la carne estaba buenísima.?
¿Ella decía, pues, es de cerdo cabronado.?
hoy, se siente cansada del negocio, y ha decidido venderlo, pues han hecho este hotel, que se señala arriba. El negocio ha ido en declive, pues ya no es lo que era.
Con, el dinero que ha sacado del negocio, y el montón de millones que tiene ahorrados, a su hermana le ha regalado cinco millones de las antiguas pesetas, y con el resto se ha ido a vivir a Torre Molinos, allí se ha comprado una finca preciosa, y desde entonces, se dedican a pasear por la playa, con un perrito caniche precioso,
y es, de lo más feliz.
Lleva una vida tranquila y placentera. En los veranos viene su hermana con los niños, a visitarla todo el verano y otra vez ha vuelto a sonreír. Fin.
Enrique Nieto Rubio.
Derechos reservados.
YD.DM.D0YM.P.C0.98.
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